4T recargada, sin titubeos ni devaneos

De las urnas, el pasado domingo emergió una 4T recargada, con el mandato claro de seguir adelante con el Plan C.

Cuando el presidente AMLO presentó el llamado “Plan C” y pidió a la ciudadanía que votara en las elecciones del 2 de junio no solo para ganar la Presidencia de la República, sino también la mayoría calificada en ambas cámaras del Congreso de la Unión y en los congresos de los estados, no fueron pocas voces las que señalaron que eso era imposible.

Se pronosticaba que MORENA podría refrendar la Presidencia, mas no alcanzar mayoría calificada en el Congreso, o que incluso podría retroceder en el número de congresos locales a su favor, de gubernaturas y de municipios bajo su mando.

El argumento más socorrido fue: “si el presidente no obtuvo esa mayoría en la elección intermedia de 2021, cuando estaba en lo más alto de su popularidad, menos la conseguirá ahora, que va de salida”.

Y, como suele decirse: “¡toma, chango, tu banana!”… resulta que, además de la Presidencia de la República, nuestro movimiento obtuvo lo que nunca antes, al ganar la mayoría calificada en ambas cámaras federales, la mayoría de los congresos locales en disputa, la mayoría de las gubernaturas y la mayoría de las alcaldías con más de 100 mil habitantes en juego. Fue un resultado avasallante y arrollador, que no se veía desde las elecciones presidenciales de 1994, hace tres décadas. Hasta los mercados financieros se sobresaltaron con lo inesperado del resultado y mostraron un nerviosismo volátil transitorio.

De las urnas, el pasado domingo emergió una 4T recargada, con el mandato claro de seguir adelante con el Plan C (impulsar cuatro reformas constitucionales clave: al Poder Judicial, a los órganos autónomos, a la Guardia Nacional y la energética), del cual no se debe abjurar o dar marcha atrás.

El Plan C vino a dar un sentido plebiscitario, una “razón de ser” o un “motivo superveniente” a la elección más grande de la historia del país, en la que se definieron en una sola jornada titulares para más de 20 mil cargos de elección popular. A la importancia cuantitativa ordinaria de los comicios del domingo, el Plan C le dio un sentido cualitativo inédito al proceso electoral.

En las elecciones parlamentarias (México es presidencialista, pero suele adoptar prácticas y ejercicios semiparlamentarios), se suele votar en ese sentido plebiscitario. No son solo elecciones para renovar a personas funcionarias en cargos de elección popular, sino también para refrendar o cambiar la dirección de los gobiernos en turno. Se define la orientación del Parlamento y el rumbo del gobierno (el Brexit, por ejemplo). Y el pasado domingo, en nuestro país, la 4T recibió un aval popular para seguir adelante sin titubeos, pero además obtuvo un “Sí” para construir el segundo piso de la Transformación, con base en las reformas constitucionales del Plan C.

Pero estos avales masivos no se dan en el vacío ni a personas sin nombre y sin historia. Claudia Sheinbaum recibió más votos que AMLO hace seis años, y dobla la diferencia entre el primero y el segundo lugar, lo que habla del “torque democrático” de arranque del próximo gobierno. De esta forma, la primera presidenta de México llega con la más amplia legitimidad de los últimos mandatarios del país, pero también con el umbral de la confianza bajo el brazo, además de los planos ya autorizados en las urnas, para seguir construyendo el segundo piso de la 4T. ¿Así o más contundente?

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