8-9M: ¡qué días!

De pronto hay días que se deben encerrar en círculos en el calendario, por toda su trascendencia histórica. Son días que serán recordados como puntos de quiebre o puntas de lanza o marcas indelebles que saltan como liebre sobre la agenda.

El 8 de marzo del 2020 pasará a la historia como el día que irrumpió el feminismo insurgente en México. Ese día, miles de mujeres en varias ciudades del país (la CdMx fue el epicentro, con más de 80 mil participantes) salieron a manifestarse en contra de la inseguridad, la discriminación y la violencia. Es el primer movimiento social que prende en, desde y por las redes sociales, para de ahí inundar los medios tradicionales, la plaza pública y las conversaciones en la casa, la oficina y la escuela.

Mujeres indignadas y agraviadas por varios siglos de machismo, por varias décadas de discriminación, por varios años de violaciones a sus personas físicas y a sus derechos humanos pero, sobre todo, por el incremento de los feminicidios o crímenes de odio por el solo hecho de ser mujeres.

Pero también —y esto es lo trascendente— fueron movidas por el pegamento social de la solidaridad, de la identidad de género y del “¡ya basta!” transgeneracional.

Mujeres jóvenes gritando por Abril; niñas recordando a Frida; adultas mayores elevando plegarias por Ingrid, y muchas invocando a las miles de desaparecidas en este contexto general de degradación y retroceso civilizatorio que vivimos en el país, donde la violencia es a la vez causa y efecto.

“¿Que por qué grito? ¡¡¡Grito por todas las mujeres que no pudieron hacerlo cuando estaban siendo violadas; grito por todas las niñas que no pudieron defenderse cuando fueron atacadas; grito por todas las que ahora han sido silenciadas en un panteón o en la fosa común!!!”

Y las pancartas acompañaban la ira de la insurgencia feminista: “¡Señor, señora, no sea indiferente; se mata a las mujeres en la cara de la gente!”, “¡Hay que abortar, hay que abortar este sistema patriarcal!”, “¡Verga violadora, a la licuadora!”

Y el lunes 9M vino la segunda parte: millones de mujeres se ausentaron de sus centros de trabajo, para hacer sentir su nueva fuerza, para hacer valer con su inasistencia el valor de su presencia. Más de 18 millones de ausencias femeninas costaron a la economía unos 34 mil millones de pesos. Esa es la dimensión de la revolución de género que vivimos durante dos días.

No faltó el oportunismo político: “Es un movimiento para sacar al patriarca AMLO del poder”, declaró una voz femenina en la calle. Pues sí, en este tipo de movimientos es infaltable e inocultable el intento “grillesco” y conspirativo. Pero la médula central de las protestas fue otra: hacer valer la nueva fuerza social, económica, cultural e histórica de las mujeres mexicanas. Bienvenida esta insurgencia constructiva.

Y también este fin de semana hay que encerrarlo en círculo rojo. La declaración del coronavirus (Covid-19) como “pandemia mundial real” provocó una guerra de petroprecios que derribó bolsas y proyectos, como fichas de dominó. Por fortuna, el precio de exportación de la mezcla mexicana está cubierto este año a 49 dólares por barril, y la baja mundial nos permitirá importar gasolinas baratas. Hay un blindaje financiero importante, pero el susto y los sobresaltos seguirán a lo largo del año.

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@RicardoMonrealA