Cuba asediada
La solidaridad del pueblo de México con el de Cuba ha sido una constante histórica. Máxime ahora que el gobierno de esa nación fue de los primeros en extendernos la mano cuando inició la pandemia.
El pasado domingo se presentaron en Cuba diversas protestas en varias ciudades. Desde 1994 no se veían este tipo de manifestaciones, numerosas y bien coordinadas.
Como sucedió con la Primavera Árabe, buena parte de esta convocatoria se realizó por internet, por lo que el gobierno cubano procedió a restringir su cobertura en la isla desde ayer domingo.
Las protestas fueron por falta de vacunas y alimentos, en medio de una crisis derivada de la pandemia y de las sanciones impuestas al país caribeño.
Hay que recordar que profesionales y especialistas de la salud cubanos desarrollaron su propia vacuna contra anti-COVID-19, la “Soberana 02”, pero el embargo que padece el país desde hace décadas ha limitado su producción y aplicación masivas.
El primer lance de fuerza diplomática que apuntala el gobierno demócrata de Washington en la región parece ser Cuba, cuyo presidente Miguel Díaz-Canel reconoció las causas objetivas del malestar (escasez de medicamentos y alimentos), pero atribuyó a las sanciones de los Estados Unidos que exista esa emergencia.
“Hay una política de asfixia económica para provocar estallidos sociales”, señaló el mandatario cubano. Consideró que las personas manifestantes se habían comportado como “delincuentes”, y advirtió que tendrán “la respuesta que merecen”.
Por su parte, el presidente estadounidense Joe Biden respaldó ayer mismo las protestas en Cuba, declarando su solidaridad con las y los inconformes. “El pueblo cubano está reivindicando con valentía derechos fundamentales y universales. Esos derechos, incluido el de protesta pacífica y la libre determinación de su propio futuro, deben ser respetados… Estados Unidos pide al régimen cubano que escuche a su pueblo y sirva a sus necesidades en este momento vital en lugar de enriquecerse”.
Se debe destacar que un cuestionamiento tan directo y contundente contra el gobierno de Cuba no se había dado siquiera con el más anticastrista de los presidentes estadounidenses recientes, el señor Donald Trump.
¿Qué postura debe asumir México ante este nuevo escenario de tensión entre ambas naciones?
Primero, la que indica la Constitución Política de nuestro país, y no está de más recordar sus principios: la autodeterminación de los pueblos; la no intervención en los asuntos internos de otras naciones; la solución pacífica de las controversias; la proscripción de la amenaza o del uso de la fuerza en las relaciones internacionales; la igualdad jurídica de los Estados; la cooperación internacional para el desarrollo; el respeto, la protección y la promoción de los derechos humanos, y la lucha por la paz y la seguridad internacionales.
Pareciera que la “no intervención en los asuntos internos” y “la promoción de los derechos humanos” fuesen principios contrapuestos en el caso de Cuba, pero no es así, ya que “la solución pacífica de las controversias” abre una instancia de intermediación, diálogo y negociación que la diplomacia mexicana, de manera tradicional, ha sabido honrar cuando los gobiernos cubano y estadounidense así lo han solicitado.
Mientras esto llega a suceder, la solidaridad del pueblo de México con el de Cuba ha sido una constante histórica. Máxime ahora que el pueblo de esa nación fue de los primeros en extendernos su mano al inicio de la pandemia. Como diría José Martí: “Amor con amor se paga”.
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