Haití: entre la incertidumbre y la falta de esperanza
El día del asesinato del presidente Jovenel Moïse, la editorial del periódico más antiguo de Haití, Le Nouvelliste describía de esta manera la situación en el país: “Con la gravísima noticia, un manto de conmoción lo envolvió todo: personas, animales y cosas… El clima no fue de expresiones fuertes ni dolor visible. Es el de un país que aguanta la respiración”.[1]
Haití es una de las naciones más pobres del mundo y el menos desarrollado del hemisferio occidental. Sus habitantes tienen una esperanza de vida de 64 años, frente a los 76 del promedio en América Latina, y una tasa de alfabetización del 62 por ciento, versus el 94 por ciento en la región. En el Índice de Desarrollo Humano se ubican en el lugar 170 de 189. La pandemia de COVID-19 ha debilitado aún más su economía, que ya se encontraba en contracción en 2019.[2] A inicios de 2020, las Naciones Unidas solicitaron a la comunidad internacional brindar asistencia humanitaria de emergencia al país, para ayudarle a enfrentar una situación de desastre.[3]
No sólo las condiciones económicas son adversas, sino que es un país vulnerable a los fenómenos naturales, sobre todo a huracanes, inundaciones y temblores. Según cálculos del Banco Mundial, más del 90 por ciento de la población está expuesta al riesgo climático. El huracán Matthew, en 2016, provocó una disminución del 32 por ciento del PIB[4], mientras que el terremoto de 2010 causó 250,000 fallecimientos.
En lo que concierne a sus condiciones políticas, sus instituciones son débiles, ha experimentado frecuentes cambios en el gobierno, tiene una élite muy cuestionada por temas de corrupción, una población dividida y bandas criminales en operación.
Haití se localiza, al igual que República Dominicana, en la isla La Española. Ambos países tenían condiciones parecidas de inicio, dado que compartían un entorno natural similar. Ahora, República Dominicana tiene indicadores semejantes a los del promedio de América Latina y cuenta con un régimen democrático estable, en tanto que Haití está al final de la tabla y reinan en él la inestabilidad y la violencia.[5]
Múltiples factores han generado la vulnerabilidad de Haití y explican las diferencias con su país vecino: intervienen su pasado colonial, las circunstancias con que se formaron como nación, la corrupción de sus líderes políticos, deficientes administraciones, su exposición geográfica y las políticas que no han podido desencadenar condiciones básicas para el desarrollo, incluyendo la incapacidad de traducir en crecimiento la vasta ayuda económica internacional recibida, y alcanzar un eventual Estado de derecho.
Realmente el asesinato del presidente Jovenel Moïse pone al descubierto la fragilidad del sistema político y la sociedad haitianos. “El país esperaba el caos tras la muerte de su presidente, pero… está tan acostumbrado a vivir sin él que no nota la diferencia”.[6]
Desde que terminó de gobernar la dinastía de François y Jean-Claude Duvalier, Haití ha enfrentado recurrentes crisis de poder, elecciones cuestionadas y golpes de Estado. De 1986 a la fecha ha habido una veintena de gobiernos, ya sea civiles o militares, presidentes electos o interinos, consejos de ministros y gobiernos de transición.[7] Se vive una combinación de circunstancias que “…convierten al país en un bidón de gasolina donde la cerilla pasa de mano en mano”.[8]
Esta ola de violencia surgió desde 2016, año en que Michel Martelly, el predecesor de Moïse, dejó la Presidencia. Entonces, las elecciones de primera vuelta fueron muy cuestionadas y se acusó un fraude masivo. Además de las protestas por los comicios, hubo un proceso inflacionario y señalamientos de corrupción en contra del nuevo gobierno.[9] El empresario Moïse llegó formalmente al poder en 2017, debilitado y sin experiencia política. El Poder Judicial y la oposición decían que su periodo terminaba en febrero de 2021, pero él afirmaba que concluía hasta 2022.
Existe la percepción de que la gestión del presidente contribuyó al caos de la sociedad haitiana, además de que generó descontento entre grupos específicos de la población: en las familias que perdieron por la nueva distribución de la electricidad del país; los senadores afectados por la programada reforma constitucional de septiembre; integrantes de su propio partido, el PHTK, por el malestar que generó el nombramiento de un primer ministro cercano a él, y las personas sometidas a la delincuencia de las pandillas que operan en las ciudades.[10]
Críticos a Moïse consideran que con su presidencia empeoró la situación del país, porque perdió el control sobre las bandas criminales. Algunas estimaciones indican que los secuestros se triplicaron en 2020, respecto a 2019.[11] Según Michael Deibert, experto en la situación en Haití, en estos momentos la policía es más débil que las pandillas.[12]
La escasez y la carestía de combustible han favorecido también la inestabilidad y el caos. Bajo la iniciativa Petrocaribe, Venezuela tenía un acuerdo con los países caribeños para que compraran petróleo con un descuento. La idea era que los recursos ahorrados se dedicaran a programas de desarrollo económico, como la agricultura. Sin embargo, la crisis económica venezolana provocó que los envíos de cargamento de crudo se detuvieran en marzo de 2018.
Adicionalmente a la deuda con Venezuela, Haití tiene como acreedor al Fondo Monetario Internacional. El organismo condicionó un paquete de préstamos para facilitar el pago de deudas, a cambio de eliminar los subsidios a la energía. Esto provocó un aumento de más del 50 por ciento en los precios del combustible.[13] Además, los precios en general han subido por los altos costos de distribución derivados de la inseguridad que priva en el país.
También se criticaba a Moïse por estar involucrado en casos de corrupción. El excedente de recursos que se generó por Petrocaribe tuvo malos manejos. Un informe de la Corte Superior de Cuentas de Haití encontró que una compañía del presidente recibió millones de dólares para la ejecución de varios proyectos, pero no los realizó.[14]
La incertidumbre ante el porvenir
Uno de los pilares de la democracia es el equilibrio de poderes. En Haití, el Legislativo no funciona como contrapeso. Es una democracia parlamentaria con un Senado incompleto, ya que hay sólo 10 senadores en funciones de un total de 30. La Cámara Baja está vacía, debido a que los periodos de los representantes finalizaron el año pasado. Se esperaba que en septiembre próximo esta situación cambiara.
Antes de ser asesinado, Moïse había nombrado a Ariel Henry como el nuevo primer ministro, a quien después de los acontecimientos un grupo de senadores y de la sociedad civil apoyan para que asuma el poder. El primer ministro saliente Claude Joseph dice que él es responsable del gobierno y, de hecho, ha tenido conversaciones con líderes de la comunidad internacional que apoyan la realización de elecciones en septiembre, como estaba planeado. Joseph también cuenta con respaldo de la policía y las fuerzas armadas.
Al respecto, Ned Price, vocero del Departamento de Estado de la Unión Americana, señaló que Joseph era “el titular” en el momento del crimen, y que su país seguiría trabajando con él. Sin embargo, mencionó que también habían mantenido comunicación con Henry, y que la idea era promover la colaboración entre las partes, para evitar la violencia.[15]
No es claro quién debe gobernar. La Corte Suprema está disuelta y su presidente murió recientemente por COVID-19. Tampoco está en funciones la Asamblea. En estos casos, la legislación establece que en 90 días se deben realizar nuevas elecciones para renovar el Parlamento y la Presidencia. Hay dudas de que los comicios se puedan celebrar, por las condiciones de inestabilidad.[16]
Hace unas semanas, Helen La Lime, la principal funcionaria de la ONU en Haití, reportó al Consejo de Seguridad que las condiciones del país habían empeorado, con un aumento de la violencia de las pandillas, el resurgimiento de la COVID-19 y la “polarización cada vez mayor de la política”. Agregó que “la profunda crisis política que se ha apoderado del país durante la mayor parte de los últimos cuatro años no muestra signos de disminuir”.[17] El 1 de julio, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas emitió un posicionamiento similar, expresando inquietud por el deterioro de las condiciones políticas, de seguridad y humanitarias en aquella nación.
Entonces el magnicidio del mandatario ocurre en un contexto de aumento de la actividad criminal, mayor poder de las bandas, falta de una oposición fuerte, pobreza creciente e inestabilidad. De hecho, el primer ministro saliente ya solicitó a Estados Unidos ayuda para proteger la infraestructura crucial del país.
Confío en que la población de Haití logrará resolver sus conflictos, pero el país necesita del apoyo de la comunidad internacional. ¿Cuáles han sido las experiencias estos años? En 2017 finalizó la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH), después de 13 años de operar. Su propósito fue brindar ayuda después del movimiento armado que derrocó por segunda vez a Jean-Bertrand Aristide, y apoyar en la recuperación después del terremoto de 2010. Se enfocaron en capacitar a la policía local, restaurar y mantener el Estado de derecho, y promover la gobernanza democrática y el desarrollo institucional.[18]
Al término de esta misión se mantuvo una más pequeña, el Esquema de Asistencia para el Desarrollo de las Naciones Unidas (UNDAF), cuyo objetivo era contribuir a la construcción de la paz y a fortalecer las instituciones.[19] Pese a la larga presencia de la ONU, los resultados son muy incipientes, a juzgar por sus propios reportes.
Otro escenario es que el llamado Core Group tome un papel activo en la crisis y pueda contribuir a que se lleve un proceso de transición en paz. Este grupo es una coalición no oficial de embajadores y funcionarios de Estados Unidos, Naciones Unidas, Canadá, Francia, Alemania, España, la Unión Europea y la Organización de Estados Americanos, que busca la estabilidad en Haití.[20]
Al momento se ha hablado de que la ayuda de Estados Unidos se concentrará en investigar las causas del asesinato del presidente. El embajador de Haití en el vecino país del norte ha pedido que se impongan sanciones a quienes cometieron el asesinato.[21] Por ahora, se llevan a cabo las indagatorias correspondientes, y en ese contexto enviarán oficiales del FBI.[22]
Haití necesita inversión física y capital. Además de ayuda económica, requiere apoyo técnico para poder implementar proyectos de infraestructura, recolectar impuestos, generar empleos, etc.[23] En la última década ha habido ayuda internacional por 13 billones de dólares, pero no llegó a quien lo necesita, pues las instituciones no permitieron. Según voces expertas, se ha convertido en un incentivo perverso. Hay referencias a que no se trata de un Estado fallido sino de un “Estado de ayuda”.[24]
Como parte de la misma comunidad regional, Haití nos causa preocupación. Nuestra convicción es que la democracia es el mejor sistema que tenemos para dirimir diferencias, y que el Estado detenta el uso legítimo de la fuerza. El problema es que en Haití el Estado no está siendo capaz de proveer seguridad física ni humana, y sus instituciones son muy débiles. Y tiene una democracia incipiente, pero que podría lograr transitar hacia un nuevo pacto, como lo tenían previsto en sus elecciones de septiembre próximo.
¿Cómo fortalecer las condiciones de estabilidad y paz en el país? No es una tarea fácil, se requerirá de ayuda internacional que pueda proveer recursos y asistencia técnica. El problema no sólo es el magnicidio del presidente, sino que ocurrió en una situación de caos y desorden político. Incertidumbre, sí, pero quisiera creer que el pueblo haitiano encontrará señales de esperanza para reconstruir una sociedad dañada por la violencia y el desasosiego.
Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA
Fuentes
[1] “La mort du président Moïse”. (9 de julio de 2021). Le Nouvelliste. https://bit.ly/2TXY15m
[2] Datos de libre acceso del Banco Mundial. (s. f.). Banco Mundial. https://bit.ly/36qABbo
[3] Cota, I. (7 de julio de 2021). “Haití, un cóctel de crisis política y debacle económica perpetuo”. El País. https://bit.ly/3e7fC1v
[4] “Haití: El huracán Matthew causó daños por 2.700 millones de dólares”. (6 de marzo del 2017). Noticias ONU. https://bit.ly/2U1QNxn
[5] Danner, M. (21 de enero de 2010). “To Heal Haiti, Look to History, not Nature”. The New York Times. https://nyti.ms/3r9X1XT
[6] García, J. (12 de julio de 2021). “Haití no llora a su presidente”. El País. https://bit.ly/3ee9J2R
[7] Lima, L. (7 de febrero de 2021). “Haití: la ‘peligrosa inestabilidad’ del único país de América que ha tenido más de 20 gobiernos en 35 años”. BBC News Mundo. https://bbc.in/36vJ3Gy
[8] García, J. et al. (8 de julio de 2021). “Haití detiene a 15 colombianos y dos estadounidenses por el asesinato del presidente Jovenel Moïse”. El País. https://bit.ly/3xy9irL
[9] Burguete, E. (8 de abril de 2021). “Haití en llamas: entendiendo las protestas contra Jovenel Moïse”. Foreign Affairs Latinoamérica. https://bit.ly/3k64u8Z
[10] García, J. (7 de julio de 2021). “Jovenel Moïse, un presidente rodeado de demasiados enemigos”. El País. https://bit.ly/2UdnKa7
[11] La oficina del secretario general de la ONU señaló en un reporte al Consejo de Seguridad que los secuestros en Haití aumentaron un 200 % entre 2019 y 2020. UN Security Council, United Nations Integrated Office in Haiti. “Report of the Secretary-General”. (11 de febrero de 2021). ONU. https://bit.ly/3kkjlwT
[12] “A presidential assassination. The murder of Haiti’s president will worsen the country’s chaos”. (10 de julio de 2021). The Economist. https://econ.st/3r9K6oX
[13] Hernández, F. (7 de julio de 2001). “Haití: las causas de la crisis política que llevó al asesinato de su presidente”. Expansión. https://bit.ly/3AJFuu2
[14] EFE. “Un informe sobre corrupción en Petrocaribe en Haití salpica al presidente Moïse”. (1 de junio de 2019). Agencia EFE. https://bit.ly/3hZAaKp
[15] Méheut, C. et al. (8 de julio de 2021). “Political Crisis in Haiti Deepens Over Rival Claims to Power”. The New York Times. https://nyti.ms/3i0260Y
[16] Marcial, D. (7 de julio de 2021). “Máxima incertidumbre ante el vacío de poder en Haití”. El País. https://bit.ly/2TWl5kQ
[17] “La ONU condena el ‘abominable’ asesinato del presidente haitiano Jovenel Moïse”. (7 de julio de 2021). Noticias ONU. https://bit.ly/3yKlvJV
[18] “MINUSTAH Fact Sheet”. (s. f.). United Nations Peacekeeping. https://bit.ly/3wAFYzg
[19] “The Secretary-General´s Peacebuilding Fund Haiti”. (Agosto de 2020). United Nations Peacebuilding. https://bit.ly/3AOkZfP
[20] “Estabilizar Haití”. (8 de julio de 2021). El País. https://bit.ly/3APG6hO
[21] “Colombia Says 13 of Its Ex-Soldiers Are Among Suspects in Haiti” (11 de julio de 2021). The New York Times. https://nyti.ms/3yIbAoj
[22] The Associated Press. (10 de julio de 2021). “Haiti’s Interim Leader Is Asking for U.S. Troops To Help With Security”. NPR. https://n.pr/3rf4GEF
[23] Casas-Zamora, K. y Tessada, J. (1 de abril de 2010). “Tackling Haiti’s Institutional Deficit”. Brookings, https://brook.gs/3r1pmQd
[24] Abi-Habib, M. (10 de julio de 2021). “Why Haiti Still Despairs After $13 Billion in Foreign Aid”. The New York Times. https://nyti.ms/3wI9aEV