Ante la migración: cooperación multifactor
Los últimos dos años han sido indicadores de la necesidad de que el planeta funcione verdaderamente como un mundo interrelacionado, en la acepción más general y global de la palabra. El cambio climático, la pandemia de COVID-19 y el fenómeno migratorio son tres sucesos que constatan con claridad que ningún país por sí solo puede hacerles frente ni cargar individualmente con la responsabilidad o con su solución. Todas las naciones nos vemos afectadas por estos sucesos y únicamente juntas podremos dejar de verlos bajo un lente único, para definir, analizar y actuar bajo un esquema multifactor, con soluciones multifactoriales.
En ese sentido, quienes tomamos decisiones tenemos la obligación de considerar todas las aristas de la actual movilidad trasfronteriza de las personas. Y me parece justo el término transfronterizo, el cruce de límites entre territorios, lo que de inicio nos debe mover hacia soluciones regionales en busca de una migración segura, ordenada y regular. Analizar y proponer procesos adecuados de integración más allá de las fronteras, en los que no se privilegie una visión sobre otra ni una política sobre otra; una nacionalidad sobre otra, un color de piel sobre otro.
México comprende el fenómeno migratorio; actualmente somos un país expulsor, de tránsito y también de acogida de personas migrantes, bajo un contexto de movilidad humana sin precedente. Tan sólo la cifra de solicitantes de asilo aumentó tres veces en relación con el año pasado, con más de 120,000 peticiones entre enero y noviembre de 2021. Es claro que el fenómeno rebasa cualquier estimación proyectada y es pertinente darle la importancia que requiere el actor principal de la migración: los miles de familias, mujeres, hombres, menores, niñas y niños no acompañados que, en medio de la incertidumbre y la vulnerabilidad, deciden migrar para encontrar un espacio de bienestar lejos de sus países de origen.
El fenómeno es complejo desde cualquier ángulo, y se requiere de una cooperación internacional-regional integral para poder abordar los retos. Amy Pope, directora general adjunta de la Organización Internacional para las Migraciones, ha delineado los componentes clave para abordar un enfoque regional coordinado: 1) asistencia humanitaria para las personas más necesitadas; 2) inversiones a corto plazo en las comunidades de acogida; 3) fortalecimiento del sistema de asilo, y 4) difusión de información confiable e implementación de medidas contra la trata de personas.
En tal sentido, el corredor migratorio de México a los Estados Unidos —el más grande el mundo— hace que los desafios humanitarios, sociales, económicos y de decisión política sean proporcionales, así como que las respuestas tengan mayor alcance. De ahí la necesidad de gestionar y aplicar acuerdos colectivos concretos. Se trata no sólo de dar respuesta a la emergencia migratoria, sino también, en paralelo, implementar métodos de prevención, pues mientras la precariedad en sus países de origen no mejore, la crisis tendrá un mayor impacto regional a todos los niveles.
Bajo este lente multifactorial de cooperación internacional, México y Estados Unidos están comprometidos en la búsqueda de marcos de cooperación para una migración regular. Ejemplo de ello es la puesta en marcha del programa Sembrando Oportunidades, para atender las causas estructurales de la migración y desarrollar esquemas de iniciativas conjuntas aplicables en el Triángulo Norte Centroamericano.
También lo es el reciente anuncio de la reimplementación de la sección 235(b)(2)(C) de la Ley de Inmigración y Nacionalidad estadounidense, bajo un nuevo esquema que de manera coordinada aborde el reto en ambos lados de la frontera. Además, en concordancia con la tradición humanista de México, nuestro Gobierno ha priorizado velar por los derechos de las personas migrantes y, por razones humanitarias y en forma temporal, no retornar a sus países de origen a quienes esperan en México la resolución del proceso migratorio por parte de las autoridades de la Unión Americana.
Se busca que la visión y el análisis sean integrales y complementarios; son dos acciones que persiguen mejorar las condiciones de las personas migrantes y dar cauce al proceso de asilo en Estados Unidos con acciones muy puntuales, como un mayor financiamiento al apoyo a albergues, la protección para grupos vulnerables, medidas de prevención contra la COVID-19, como vacunación y asistencia médica, acceso a asistencia legal y la resolución de las solicitudes en un plazo no mayor de 180 días. El principal objetivo es asegurar los derechos humanos hacia una migración segura, ordenada y regular que brinde oportunidades a largo plazo.
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