Biden y su primer discurso de la Unión

Con cierto retraso, debido a los estragos de la variante ómicron del virus que provoca la enfermedad COVID-19, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, pronunció el pasado 1 de marzo el tradicional discurso sobre el estado de la Unión, que todos los mandatarios de esa nación presentan anualmente en el Capitolio ante el Congreso federal, y del cual podemos extraer mensajes alentadores para la relación con México, además de algunas reflexiones sobre el contexto de actual tensión política y militar en Ucrania y otras zonas en conflicto.

El mandatario afirmó que busca reducir el gasto de las familias estadounidenses en energía a 500 dólares anuales, en promedio; construir una red nacional con medio millón de estaciones de carga eléctrica para vehículos; bajar el precio de los autos eléctricos para hacerlos más accesibles a la población, y seguir combatiendo el cambio climático con acciones de transición energética.

Sin hacer mención de la reforma eléctrica que se prepara en México, es grato reconocer que el presidente Biden, al igual que el presidente López Obrador, tienen en mente la economía familiar ante los precios de los energéticos.

En cuanto al tema migratorio, destacó el trabajo conjunto con México y Guatemala para combatir delitos transfronterizos. Además, apuntó la necesidad de legalizar la estancia y actividad de las y los dreamers, jóvenes que llegaron a territorio estadounidense en la infancia, recordando que aquella nación se ha forjado gracias al trabajo de inmigrantes, como lo fueron sus antepasados y los antepasados de muchas de las personas presentes en el recinto.

Asimismo, en referencia a quienes llegan a Estados Unidos huyendo de la violencia en sus lugares de origen, afirmó que se están instalando jueces de inmigración que podrán escuchar de manera oportuna cada caso, para otorgar refugio; no obstante, también informó sobre nuevas tecnologías, como escáneres en la frontera sur y otras acciones, para proteger sus límites territoriales.

Una más de las grandes coincidencias de los Gobiernos de Joe Biden y de Andrés Manuel López Obrador es el interés de dirigir la acción del Estado en la protección de las familias más pobres, con medidas como reducir los costos de las viviendas, no cobrar más impuestos a quienes ganan menos de 400,000 dólares al año, pero sí a las personas más acaudaladas. Del mismo modo, aseguró que el capitalismo sin competencia es explotación, por lo que combatirá los fraudes que se cometan en contra del mercado.

Aunque en materia internacional hizo de conocimiento público que el país que encabeza ha entregado 475 millones de dosis de vacunas anti-COVID-19 a 12 naciones del mundo, preocupa su postura en cuanto al conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, ya que no hizo mención alguna de mecanismos diplomáticos para recuperar la paz en el este europeo ni en otras regiones donde habitualmente se amenaza la subsistencia de la población, como es el caso de Palestina, sino más bien de más medidas financieras contra oligarcas rusos y alianzas militares. Un rubro que sin duda preocupa a la comunidad internacional.

 

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