Hacia la unión económica de las Américas
No solo hablamos del futuro de la economía y la sociedad de México, Estados Unidos y Canadá, sino del conjunto del continente americano para lo que resta del presente siglo.
Sin demeritar la importancia de cada uno de los temas de la X Cumbre de Líderes de América del Norte que se efectúa esta semana en la CDMX (cambio climático, migración, seguridad, inclusión y equidad), el asunto de la integración y competitividad de la región es realmente el distintivo de esta edición del encuentro.
No solo hablamos del futuro de la economía y la sociedad de México, Estados Unidos y Canadá, sino del conjunto del continente americano para lo que resta del presente siglo.
El mundo está transitando de una economía unipolar, con Estados Unidos al frente (después de la Segunda Guerra Mundial), a un orden económico multipolar, con nuevas potencias regionales emergentes.
Una distribución del valor de la producción económica mundial en 2022 (estimada en 101.6 trillones de dólares [TD], de acuerdo con visualcapitalist.com), nos revela que el 51 por ciento se generó en cinco naciones: EUA (25 TD), China (18.3 TD), Japón (4.3 TD), Alemania (4 TD) e India (3.5 TD).
Las siguientes cinco grandes economías fueron el Reino Unido (3.2 TD), Francia (2.8 TD), Canadá (2.2 TD), Rusia (2.1 TD) e Italia (2 TD). México aparece en el siguiente grupo de economías importantes, en el lugar 15, con un valor de producción de 1.4 TD, empatado con España, debajo de Brasil, Corea del Sur, Irán y Australia.
La economía de la India ya rebasó a la del Reino Unido, y este año se espera también que supere a China en número de habitantes, con lo que estas dos naciones concentrarán una tercera parte de la población mundial…, y un 22 por ciento del valor de la economía global. Por ahora, ambos países tienen un nivel de integración inercial, con conflictos territoriales históricos, que mantiene a sus Gobiernos poco interesados en un proyecto de mayor asociación, pero el día que esto cambie, el polo económico Chinindia desafiará a EUA, Europa y Asia.
De ahí la importancia de la integración y competitividad de la región de América del Norte, para sostener el liderazgo económico actual y ampliar los beneficios sociales, al igual que los frutos de la prosperidad, a nuestros connacionales.
Esto se puede lograr en dos etapas: primero, la consolidación de América del Norte como el mayor polo mundial de crecimiento y desarrollo (proceso que se inició con el TLC y ahora se continúa con el T-MEC); segundo, con una integración a nivel continental, impulsando la Unión Económica de las Américas, que vaya desde Alaska hasta la Patagonia.
¿Qué implica esto? Un mercado común y preferencial de capitales, mano de obra, tecnologías, recursos científicos, educación, acceso a recursos naturales estratégicos, energía compartida, financiamientos prioritarios y, de ser necesario, hasta una moneda común.
Con esta Unión Económica de las Américas, los grandes problemas del continente, como desigualdad, inseguridad, injusticia en todas sus expresiones, migración, pobreza, degradación ambiental y cambio climático, entre otros, tendrían una nueva plataforma de solución, con base en la unión y el esfuerzo comunes.
Lo soñaron los padres fundadores de la América protestante y lo diseñaron los padres promotores de la unión latinoamericana, con Simón Bolívar al frente. Desde entonces, la felicidad, la libertad, la justicia, la democracia y el bienestar son los ideales de este continente.
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