Reconciliación
Todo Gobierno en el poder que debe superar la prueba de su permanencia y continuidad en unos comicios se enfrenta, simultáneamente, a tres retos.
El pasado viernes, las y los senadores de MORENA sostuvimos una reunión con el titular del Poder Ejecutivo federal, en Palacio Nacional, en medio de un receso en la sesión, obligado por la toma de tribuna de un grupo de legisladoras y legisladores opositores a la 4T.
La reunión tuvo el propósito de reforzar, mediante un diálogo de alto nivel, los argumentos y consideraciones jurídicos, técnicos y sociales, así como los alcances de las iniciativas que por estos días aprobamos en ambas cámaras legislativas.
Las y los senadores teníamos también el propósito de ratificar, personal y presencialmente, nuestros deseos de mejoría de la salud del presidente Andrés Manuel López Obrador, después de que contrajo COVID-19 por tercera ocasión.
Nos encontramos con un mandatario lúcido, entero y con amplio dominio de los alcances y propósitos de las iniciativas presentadas. Los días de confinamiento y recuperación de su salud habrían cumplido su propósito con creces.
En un momento determinado, el diálogo legislativo devino en una reflexión sobre el momento político que vive el país, a medida que se acerca la sucesión presidencial. Y en virtud de que el común denominador de las personas asistentes de ambos Poderes era nuestra pertenencia e identificación con el proyecto nacional de la 4T, la conversación tomó ese derrotero; en especial, los desafíos que habrán de enfrentar, llegado el tiempo indicado, la continuidad y la ratificación del proyecto en las urnas.
Convenimos que el reto más importante es mantener la unidad y cohesión del movimiento frente al desafío de obtener el refrendo y aval ciudadanos en las urnas, máxime cuando se prevé una competencia intensa y polarizada en los planos ideológico y político.
De hecho —y esta es una reflexión personal que comparto ahora con las y los lectores—, todo Gobierno en el poder que debe superar la prueba de su permanencia y continuidad en unos comicios se enfrenta, simultáneamente, a tres retos. Primero, la aceptación ciudadana de sus acciones y resultados. Segundo, la unidad interna y articulación orgánica de quienes integran el movimiento. Tercero, el perfil de la candidata o el candidato que representará a la 4T, así como el tipo de campaña que habrá de desplegar.
El primero de esto retos parece estar resuelto de manera holgada. La administración del presidente AMLO llegará a las urnas con una amplia aceptación y una buena calificación ciudadanas. En estos casos, la elección toma para el partido en el gobierno un perfil de plebiscito o continuidad de logros y resultados.
La unidad y articulación orgánica tienen que ver con la legitimidad del proceso de selección de la candidatura. Hasta el momento, el movimiento privilegia la encuesta por sobre otras modalidades, como elecciones primarias, convención de delegados o consulta a la base. Hay, sin embargo, otra opción que se debería probar, como el acuerdo o consenso entre las personas aspirantes. La candidatura al Gobierno de Sonora, entre otras, tuvo esta modalidad, y salió adelante.
Sobre el tipo de campaña por desplegar, se prevé desde ahora que el mejor mensaje que puede posicionar a la 4T en el espectro de una sociedad plural y diversa como la mexicana es el de “continuidad con cambio”, como reiteradamente ha parafraseado el presidente AMLO.
En lo que a mí respecta, haber regresado a Palacio Nacional es una señal de reconciliación, y si he planteado que ésta es la opción para la sociedad mexicana, creo que debo empezar por aplicarla en la propia casa, aunque ello pueda no entenderse (y hasta defenestrarse) desde una lógica opositora.
Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA