El hambre como arma de guerra
El 24 de mayo de 2018, el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobó por unanimidad la Resolución 2417[1], que reconoce y prohíbe el uso del hambre como arma de guerra. El documento es claro en cuanto a la existencia del vínculo entre “los conflictos armados, la violencia, la inseguridad alimentaria y la amenaza de hambruna”, y exhorta a todas las partes en guerra a que cumplan sus obligaciones conforme al derecho internacional humanitario que advierte de la protección a los bienes de carácter civil, es decir, “los necesarios para la producción y distribución de alimentos” (granjas, mercados, sistemas de abastecimiento de agua, molinos, lugares de procesamiento y almacenaje de alimentos, y los centros y medios de transporte alimentario), y que se abstengan de “atacar, destruir, sustraer o inutilizar los bienes indispensables para la supervivencia de la población civil, tales como los artículos alimentarios, las cosechas, el ganado, los bienes agrícolas”, entre otros. [2]
Sin embargo, la inseguridad alimentaria y el uso del hambre como estrategia de guerra son prácticas actuales en contextos de conflicto, lo que pone en evidencia que la implementación de la Resolución 2417 es un desafío, entre otras razones, por la falta de mecanismos que proporcionen información basada en evidencias sobre esta práctica, su autoría y consecuencias.
Estado general de la seguridad alimentaria
En un documento reciente de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) y el Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF, por sus siglas en inglés) intitulado Informe del Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo 2023[3] se reporta que, por diversos motivos, cerca de 735 millones de personas padecieron hambre en 2022, es decir, el 9.2 por ciento de la población mundial y que cerca de 2400 millones de personas no tuvieron acceso sostenido a alimentos, además de que la inseguridad alimentaria afectó a millones de niñas y niños menores de cinco años con desnutrición, lo que su vez generó que aproximadamente 148 millones de menores tuvieran retraso del crecimiento; 45 millones, emaciación, y 37 millones, sobrepeso.[4]
Asimismo, según el Informe sobre la Crisis Alimentaria Mundial 2023 (GRFC, por sus siglas en inglés) del Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas (PMA),[5] 258 millones de personas en el mundo padecen hambre aguda, es decir, “cualquier manifestación de inseguridad alimentaria y desnutrición encontradas en un área específica en un momento específico, de una gravedad que amenaza vidas o medios de subsistencia, o ambos, independientemente de las causas, el contexto o la duración”.
El hambre aguda se mide conforme a la Clasificación Integrada de Fases de Seguridad Alimentaria (IPC, por sus siglas en inglés). La IPC contempla como principales impulsores del hambre a las guerras, las crisis económicas, al clima extremo y los desastres naturales, y la califica en cinco fases: mínima, acentuada, crisis, emergencia y catástrofe humanitaria-hambruna.[6] A partir de la tercera fase, “crisis”, la situación se considera de extrema gravedad, ya que implica que las personas no tienen acceso a alimentos, sufran desnutrición, tengan que deshacerse de sus bienes para comer, o que pueden morir por inanición.
El Informe sobre la Crisis Alimentaria Mundial 2023 considera que el aumento interanual de 65 millones de personas que sufren inseguridad alimentaria aguda refleja la gravedad de esta situación en algunos países y regiones, y destaca que más del 85 por ciento de las personas afectadas viven en países que se encuentran en contextos de conflictos armados. Asimismo, reconoce a la guerra como el impulsor más significativo del hambre aguda en 19 países donde 117 millones de personas la padecen en fase 3, “crisis”, o superior,[7] y que seis de los siete países en fase 5, “catástrofe humanitaria-hambruna”, —Afganistán, Burkina Faso, Nigeria, Somalia, Sudán del Sur y Yemen— sufren conflictos prolongados, mientras que los niveles muy graves de inseguridad alimentaria aguda en Haití se atribuyen a la escalada de la violencia en el país.[8]
Es pertinente subrayar que la fase 3 del IPC significa que, aunque se contara con asistencia humanitaria, al menos uno de cada cinco hogares en el área se encuentra en alguna de las siguientes situaciones o incluso en otra más precaria: 1) brechas en el consumo de alimentos, con niveles elevados de desnutrición aguda, y 2) apenas pueden satisfacer sus necesidades alimentarias mínimas.
La fase 5, “catástrofe humanitaria-hambruna”, contempla que aun con asistencia humanitaria al menos uno de cada cinco hogares del área registra un déficit casi total de alimentos y otras necesidades básicas, lo cual conlleva inanición, muerte e indigencia. Para clasificar la hambruna es necesario disponer de información de consumo de alimentos, desnutrición aguda y la tasa bruta de mortalidad.[9]
La situación es una paradoja: tanto el hambre extrema como la malnutrición son un gran obstáculo para el desarrollo sostenible, la productividad de las personas y la salud, a pesar de que, según la FAO, el mundo produce cantidad suficiente de alimentos para toda la población. Sin embargo, las malas prácticas de recolección, el desperdicio de alimentos, los conflictos bélicos y la destrucción del medio ambiente, entre otros factores, contribuyen a la escasez regional de alimentos. [10] Y en ciertas regiones, como en el Cuerno de África, se mantiene latente la posibilidad de una hambruna.[11]
Conflictos armados y hambre
El reporte Starvation being used as a weapon of war in South Sudan, 2022[12] (Inanición como arma de guerra en Sudán del Sur), elaborado por la fundación Global Rights Compliance, revela que las fuerzas del Gobierno de Sudán del Sur utilizan el hambre como arma contra su propia población. Las tácticas deliberadas de hambre empleadas por las fuerzas gubernamentales, las milicias aliadas y las fuerzas de la oposición están expulsando a las y los sudsudaneses de sus hogares.
Con base en este reporte, las tácticas de inanición que se utilizan incluyen la quema y el destrozo a gran escala de casas y propiedades; la destrucción de cultivos y mercados alimentarios, y ataques dirigidos contra personal de ayuda humanitaria. Tal devastación ha obligado a la gente a desplazarse de manera forzada hacia campos de personas refugiadas en el norte de Uganda, incrementando la mayor crisis de población refugiada de África.[13]
Otro ejemplo del vínculo entre guerra y hambre que impacta a nivel global en la seguridad alimentaria es el conflicto armado entre Rusia y Ucrania. Representantes de diversos organismos internacionales, como el PMA, la FAO, el Banco Mundial y la ONU, han declarado que este enfrentamiento “pone en peligro la seguridad alimentaria mundial”[14] al desencadenar restricciones comerciales y cierre de puertos, e impactando de manera negativa en las exportaciones de cereales, así como en la economía global al encarecer los precios de hidrocarburos, materias primas, minerales industrializados, fertilizantes y alimentos.
Rusia y Ucrania representan en conjunto el 30 por ciento del abasto de trigo y el 19 por ciento de maíz mundial y son los dos mayores productores globales de aceite de girasol. Más de 400 millones de personas dependen de la exportación de estos cereales, y para algunos países en desarrollo el trigo ucraniano representa el 70 por ciento de su consumo. Además, la mitad del trigo que adquiere la ONU para sus programas de asistencia humanitaria, principalmente en Afganistán, Yibuti, Etiopía, Kenia, Somalia, Sudán y Yemen, proviene de Ucrania, pero por la afectación de la invasión rusa y el aumento de los precios de los alimentos, el PMA se vio obligado a reducir las raciones de comida de casi 4 millones de personas.[15]
En forma paralela, según la FAO, Ucrania registra pérdidas en el sector agrícola, por la destrucción y robo de maquinaria agraria, al igual que de ganado; daños a almacenes, buques cargueros, plantas de procesamiento, trituradoras de semillas y molinos, además del deterioro de cerca del 30 por ciento de las tierras de cultivo, entre otros perjuicios.[16] Por ello, la Fiscalía General de Ucrania y la Corte Penal Internacional de La Haya están investigando los ataques rusos a la infraestructura agrícola ucraniana como posibles crímenes de guerra.[17]
Es indiscutible que el conflicto entre Kiev y Moscú repercute directamente en un aumento grave de la inseguridad alimentaria y en impactos económicos que a su vez disminuyen la productividad mundial, aumentan el hambre y la desnutrición en el mundo y presionan los ingresos y egresos familiares.[18] En cuanto a este último punto, el Informe sobre la Crisis Alimentaria Mundial 2023 reportó que para finales de 2022 los precios de los alimentos ya habían registrado un incremento, con una inflación superior al 10 por ciento en 38 de los 58 países con crisis alimentaria aguda.
La gravedad de la situación resultó en que el 22 de julio del año pasado, por medio de la intermediación de Turquía y la ONU, representantes de Rusia y Ucrania firmaron dos acuerdos separados para la exportación de cereales y productos agrícolas a través del mar Negro. La iniciativa de Cereales del mar Negro significó un respiro para la seguridad alimentaria, al exportarse más de 30 millones de toneladas de cereales y otros productos alimenticios.
Los más beneficiados fueron los países de rentas bajas —en particular de África—, que representan el 20 por ciento del hambre global,[19] dependen de las importaciones de alimentos, y cuya escasa capacidad de recuperación económica ya había sido mermada por la pandemia de COVID-19.
Gracias al acuerdo de granos, el 64 por ciento del trigo que salió de Ucrania se destinó a países en desarrollo, mientras que el maíz se exportó casi por igual a países desarrollados y en desarrollo.[20] Sin embargo, diversos organismos prevén que, si la situación continúa, el objetivo de la Agenda 2030 “Hambre Cero”, es decir, terminar con todas las formas de hambre y desnutrición en el mundo, no se alcanzará en tiempo y forma.
Desgraciadamente, el pasado 17 de julio expiró el Acuerdo de Granos del mar Negro, y el Gobierno ruso lo dio por terminado.[21] Analistas aseguran que en un primer momento el Gobierno de Vladímir Putin aceptó el acuerdo buscando obtener cierto apoyo de los países en desarrollo de África, Asia o Latinoamérica, o con miras a que no secundaran las condenas a la invasión. Sin embargo, actualmente el estado de la guerra ruso-ucraniana se considera grave, y estiman que el presidente Putin recurrió a la inseguridad alimentaria como nueva estrategia y arma de guerra.
David Beasley, ex director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, considera que “los alimentos, en muchas diferentes facetas, son utilizados como arma de guerra”,[22] y en el caso de Rusia, el objetivo al sabotear las exportaciones de grano ucranio es despojar a Kiev de una de sus escasas fuentes de ingreso, intimidar a los países de rentas bajas que dependen del exterior para alimentarse y provocar en el mercado un aumento de precios que beneficie a la economía rusa.[23]
El retiro de Rusia del acuerdo de granos aumentó inmediatamente los precios del trigo y el maíz. En respuesta, el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, exhortó a los países del Grupo de los Veinte (G20) a unirse en un frente común para garantizar la seguridad alimentaria mundial y presionar a Rusia para integrarse nuevamente al acuerdo de exportación de granos del mar Negro.[24]
Por su parte, Croacia puso a disposición del Gobierno de Ucrania sus puertos en el mar Adriático, para la exportación de cereales y tratar de frenar una crisis mundial de alimentos.[25] Sin embargo, la situación es compleja no sólo por los costos del traslado terrestre hasta el Adriático, sino también por la falta de vagones de carga para la cantidad de granos que se requieren exportar. Asimismo, se incrementarían los costos de aseguramiento por parte de las navieras si decidieran cruzar el mar Negro sin un acuerdo de protección, ya que Rusia advirtió que cualquier embarcación que navegara hacia o desde puertos ucranianos sería considerado un objetivo militar. A pesar de las amenazas rusas, el pasado 16 de agosto zarpó del puerto ucraniano de Odesa el portacontenedores Joseph Schulte, con más de 2100 contenedores, sin especificar la naturaleza de la carga.[26]
Otro reto fue la queja por parte de las personas agricultoras del este de la Unión Europea respecto al grano ucraniano y la falta de mercado para su propia cosecha. Por ello, la Unión Europea tuvo que imponer restricciones a la importación de los cereales provenientes de Ucrania, es decir, pueden ser transportados a través de Bulgaria, Hungría, Polonia, Rumania y Eslovaquia, pero no venderse en esos países.[27]
El escenario global sustenta que los conflictos armados continuarán desplazando y enfrentado a las personas a altos niveles de inseguridad alimentaria. En la República Centroafricana, la República Democrática del Congo, Myanmar, Somalia, Sudán del Sur, Ucrania, el Sahel Central y áreas de la cuenca del lago Chad, e inclusive en regiones donde los combates activos se han reducido, como en Afganistán, Etiopía, la República Árabe Siria y Yemen, a los conflictos bélicos se suman la suspensión de la asistencia humanitaria y la obstaculización a las cadenas de suministros de alimentos, así como los impactos medioambientales, que agudizan el hambre. [28]
El futuro parece sombrío. El PMA declaró en junio pasado que las múltiples emergencias han creado la más compleja crisis humanitaria y de hambre en más de 70 años, y prevén que las exportaciones ucranianas de cereales disminuyan en las cosechas 2023-2024, ya que la guerra obligó a quienes cultivan la tierra a plantar menos maíz y trigo.[29]
En suma, el impacto a corto, mediano y largo plazo de los conflictos armados mundiales puede escalar a dimensiones sin precedentes, con la posibilidad de que la inseguridad alimentaria se convierta en la próxima pandemia.
X y Facebook: @RicardoMonrealA
[1] Consejo de Seguridad de la ONU, Resolución 2417 (2018). Aprobada por el Consejo de Seguridad en su 8267ª sesión, celebrada el 24 de mayo de 2018. Consejo de Seguridad de la ONU (24 de mayo, 2018) [En línea]: https://bit.ly/3quBugR [Consulta: 14 de agosto, 2023].
[2] Olivier Longué, “Hambre de guerras”. El País (25 de mayo, 2023), sec. Planeta Futuro, ed. América-México [En línea]: https://bit.ly/47AT0R2 [Consulta: 14 de agosto, 2023].
[3] Food and Agriculture Organization of the United Nations, International Fund for Agricultural Development, et al. The State of Food Security and Nutrition in the World. Food and Agriculture Organization of the United Nations, Roma, 2023, 283 pp. [En línea]: https://bit.ly/47xXF6o [Consulta: 14 de agosto, 2023].
[4] Food and Agriculture Organization of the United Nations, “The State of Food Security and Nutrition in the World 2023. Executive summary”. Food and Agriculture Organization of the United Nations (2023) [En línea]: https://bit.ly/44a0F66 [Consulta: 11 de agosto, 2023].
[5] Global Network Against Food Crises y Food Security Information Network, “2023. Global Report on Food Crises”. Food Security Information Network (2023) [En línea]: https://bit.ly/47BDrca [Consulta: 11 de agosto, 2023].
[6] Food and Agriculture Organization of the United Nations, IPC. Clasificación integrada de la seguridad alimentaria en fases. Manual técnico versión 2.0. Food and Agriculture Organization of the United Nations, Roma, 2012, 133 pp. [En línea]: https://bit.ly/3OyOlXj [Consulta: 14 de agosto, 2023].
[7] Naciones Unidas-Noticias ONU, “El hambre aumenta por cuarto año consecutivo y azota ya a más de 250 millones de personas”. Naciones Unidas-Noticias ONU (3 de mayo, 2023), ed. español [En línea]: https://bit.ly/3E3ZoCN [Consulta: 10 de agosto, 2023].
[8] Global Network Against Food Crises y Food Security Information Network, op. cit.
[9] Food and Agriculture Organization of the United Nations, op. cit.
[10] Naciones Unidas-Objetivos de Desarrollo Sostenible, “Objetivo 12: Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles”. Naciones Unidas-Objetivos de Desarrollo Sostenible (s.f.), sec. Objetivos [En línea]: https://bit.ly/3OYZQc7 [Consulta: 11 de agosto, 2023].
[11] Joost Bastmeijer, “La retirada rusa del acuerdo sobre cereales, una ‘puñalada por la espalda’ a los países africanos”. El País (24 de julio, 2023), sec. Planeta Futuro, ed. América-México [En línea]: https://bit.ly/3Eh564J [Consulta: 12 de agosto, 2023].
[12] Global Rights Compliance, No Choice but to Flee. 2022. Global Rights Compliance, s.l., 2022, 62 pp. [En línea]: https://bit.ly/3QEjPhc [Consulta: 10 de agosto, 2023].
[13] Sarah Johnson, “Starvation being used as a weapon of war in South Sudan, report reveals”. The Guardian (25 de noviembre, 2022), sec. Global development [En línea]: https://bit.ly/3OV0Y0f [Consulta: 14 de agosto, 2023].
[14] DW, “FMI advierte riesgo en seguridad alimentaria mundial”. DW (14 de marzo, 2022), sec. Política, ed. español [En línea]: https://bit.ly/3OYYsGr [Consulta: 12 de agosto, 2023].
[15] Jack Nicas, “Ukraine War Threatens to Cause a Global Food Crisis”. The New York Times (20 de marzo, 2022) [En línea]: https://nyti.ms/3qweLRo [Consulta: 12 de agosto, 2023].
[16] Luis Sevillano Pires, Montse Hidalgo Pérez et al., “‘Ucrania era nuestro granero’: así destroza la guerra los cultivos”. El País (26 de abril, 2022), sec. Internacional, ed. América-México [En línea]: https://bit.ly/47zorv3 [Consulta: 12 de agosto, 2023].
[17] Reuters, “Ukraine investigating attacks on grain ports as potential war crimes”. Reuters (3 de agosto, 2023), sec. Europe [En línea]: https://reut.rs/3qgwdta [Consulta: 12 de agosto, 2023].
[18] Germán Padinger, “¿Cómo puede impactar en América Latina la cancelación del acuerdo de exportación de cereales entre Ucrania y Rusia?”. CNN en Español (18 de julio, 2023), sec. Ucrania [En línea]: https://cnn.it/3KIo2N0 [Consulta: 11 de agosto, 2023].
[19] Idem.
[20] Silja Thoms, “Fin del acuerdo de cereales: ¿qué consecuencias tendrá?”. DW (21 de junio, 2023), sec. Política, Ucrania, ed. español [En línea]: https://bit.ly/3scHr2o [Consulta: 14 de agosto, 2023]
[21] “Moscú justifica su decisión afirmando que Kiev utiliza la ruta del Mar Negro con fines militares. Asimismo, se ampara en un presunto agravio derivado de que, mientras Ucrania podía exportar su producción no solo a los países en vías de desarrollo, sino también a economías desarrolladas, Rusia no podía colocar en el mercado sus fertilizantes” (J. Bastmeijer, op. cit.).
[22] El País, “Putin, el hambre como arma”. El País (4 de agosto, 2023), sec. Opinión, ed. América-México [En línea]: https://bit.ly/3qyyJuR [Consulta: 12 de agosto, 2023].
[23] Astrid Prange de Oliveira, “DW verifica: ¿el hambre es un arma en la guerra de Ucrania?”. DW (25 de mayo, 2022), sec. Política, ed. español [En línea]: https://bit.ly/3OFIgbw [Consulta: 13 de agosto, 2023].
[24] Europa Press, “Borrell pide frente común al G20 por la seguridad alimentaria y para la vuelta de Rusia al acuerdo del grano”. Europa Press (4 de agosto, 2023), sec. Internacional [En línea]: https://bit.ly/47oO0z9 [Consulta: 12 de agosto, 2023].
[25] DW, “Croacia se ofrece para la exportación de granos de Ucrania”. DW (31 de julio, 2023), sec. Conflictos, Ucrania, ed. español [En línea]: https://bit.ly/44dyHWW [Consulta: 11 de agosto, 2023].
[26] DW, “Barco sale de puerto ucraniano a pesar de amenazas de Rusia”. DW (16 de agosto, 2023), sec. Conflictos, Ucrania, ed. español [En línea]: https://bit.ly/3OCa5BE [Consulta: 16 de agosto, 2023].
[27] S. Thoms, op. cit.
[28] Alejandra Agudo, “135 millones de personas sufrían hambre aguda antes ya del coronavirus”. El País (21 de abril, 2020), sec. Planeta Futuro, ed. América-México [En línea]: https://bit.ly/3s9NwMZ [Consulta: 14 de agosto, 2023].
[29] Reuters, “¿Por qué importa el fin del acuerdo sobre el corredor de cereales del mar Negro?”. El Economista (17 de julio, 2023), sec. Economía [En línea]: https://bit.ly/3YxPKC9 [Consulta: 14 de agosto, 2023].