La cumbre de Palenque
Fue una cumbre necesaria para enfrentar el gran desafío que representa la migración en América Latina y el Caribe.
La región de América Latina y el Caribe es la segunda del planeta con mayor emigración en este momento. Con 37.7 millones de personas buscando llegar a los Estados Unidos y a Europa, representó el 16 por ciento de la población migrante del mundo en 2020.
Por ello fueron muy importantes tanto la cumbre migratoria como la Declaración de Palenque del pasado fin de semana en Chiapas, con la asistencia de una jefa y 12 jefes de Estado y representantes diplomáticos de otro número igual de naciones de Centro, Sudamérica y el Caribe.
Estas naciones concentran más de la mitad del flujo migratorio irregular del continente americano y el 84 por ciento de la migración que cruza por nuestro país, en condiciones de alta vulnerabilidad, con destino principal hacia los Estados Unidos. De aquí la importancia de que México haya sido el convocante, organizador y anfitrión de esta cumbre migratoria regional, diseñada y conducida por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Producto del encuentro es la Declaración de Palenque, que es importante conocer por el enfoque integral y las estrategias en ella expuestas. En primer lugar, se destaca el carácter eminentemente económico de la emigración en nuestra región, ocasionada por la falta de empleos dignos y mejores oportunidades de bienestar. Se mencionan también “las medidas coercitivas unilaterales de naturaleza indiscriminada”, que impulsan migraciones irregulares, como los llamados bloqueos económicos que padecen Cuba y Venezuela, dos países con alta migración irregular.
Sin embargo, lo trascendental de la Declaración de Palenque son las 13 propuestas consensuadas por los Gobiernos de los 12 países asistentes. Hay una visión integral, integradora y de cooperación regional para atender el problema multifactorial de la emigración irregular, muy en sintonía con el Pacto Mundial para la Migración impulsado por la ONU.
Uno de los compromisos más importantes de la Declaración de Palenque es el primero de ellos: “Elaborar un plan de acción para el desarrollo basado en los objetivos prioritarios y entendiendo las realidades de cada país, para atender las causas estructurales de la migración irregular en la región”.
En este sentido, se acordaron las siguientes áreas prioritarias:
- Autosuficiencia y soberanía alimentaria, con la recuperación del sector agrícola.
- Protección, conservación y restauración del medio ambiente.
- Empleo digno, educación, y desarrollo de capacidades técnicas y tecnológicas.
- Seguridad energética, incluyendo energías renovables de avance hacia la descarbonización.
- Autosuficiencia sanitaria y comercio e inversión intrarregional para el desarrollo socioeconómico.
- Combate al crimen organizado transnacional, al tráfico de personas y a la corrupción, fomentando la cooperación en seguridad.
Se trata de una especie de Alianza para el Progreso entre México, Centro y Sudamérica.
Propusieron también un acuerdo de libre comercio intrarregional; políticas migratorias que garanticen el derecho humano a migrar; replantear “la arquitectura financiera internacional de la deuda soberana” de los países de la región; “diálogo integral” sobre las relaciones bilaterales de las naciones de origen, tránsito, destino y retorno de migrantes; mayor ayuda regional para Haití y reiniciar el diálogo EUA-Cuba para la normalización de las relaciones entre ambos.
Fue una cumbre necesaria para enfrentar el gran desafío que representa la migración en América Latina y el Caribe.
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