Cambio climático: factor de racionamiento de electricidad en América Latina, y transición energética en México
El cambio climático es un elemento que está teniendo, desde hace tiempo, un impacto importante en aspectos sociales, naturales, económicos, de salud y energía que afectan la vida del planeta y de la humanidad. En el caso de la energía y, en concreto de la electricidad, las consecuencias de ese fenómeno han provocado decrementos en la generación de este importante bien.
Pero ¿qué es el cambio climático? De acuerdo con la definición establecida por la Organización de las Naciones Unidas “El cambio climático se refiere a los cambios a largo plazo de las temperaturas y los patrones climáticos. Estos cambios pueden ser naturales, debido a variaciones en la actividad solar o erupciones volcánicas grandes. Pero, desde el siglo XIX, las actividades humanas han sido el principal motor del cambio climático, debido principalmente a la quema de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas”[1].
La modificación de las condiciones climáticas por la actividad humana hace, por ejemplo, que se retrase la temporada de lluvias o que, al contrario, existan inundaciones por exceso de las mismas. Lo primero incide en países que dependen en mucho de la generación eléctrica a base de fuentes hidroeléctricas, mientras que, lo segundo, puede dañar la infraestructura del sistema eléctrico causando apagones en las ciudades.
El cambio climático y sus consecuencias han hecho que países como México avancen progresiva, ordenada y contundentemente hacia la transición energética, en beneficio del país y de sus recursos naturales.
En este contexto, es interesante analizar diferentes casos de racionamientos de electricidad en países como Costa Rica, Ecuador y Brasil, así como abordar las principales líneas de la transición energética en el México de los próximos años.
I. Costa Rica
Costa Rica se ha caracterizado durante no poco tiempo por el uso de energías renovables. La mayor parte de su producción eléctrica se lleva a cabo por medio de centrales hidroeléctricas (el 74 por ciento, en 2024). En cuanto a otras fuentes de generación eléctrica que utiliza el país centroamericano, cabe mencionar la geotérmica (el 1.8 por ciento), eólica (el 12.5 por ciento), biomasa (el 0.1 por ciento), solar (el 0.2 por ciento) y térmica (el 0.5 por ciento)[2].
Si bien Costa Rica produjo, en 2020, el 99.8 de su energía con fuentes limpias, ubicándose a la vanguardia junto a países como Noruega, Islandia y Nueva Zelandia, este porcentaje varió. En 2021, disminuyó al 99 por ciento, aunque en 2022 aumentó tres décimas, alcanzado un 99.3 por ciento. Sin embargo, en 2023, el descenso fue más claro ya que se redujo al 99 por ciento, y en 2024 se espera que sea del 93 por ciento[3].
Las autoridades de aquel país, como el Instituto Meteorológico Nacional (IMN) y el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) indicaron que hubo una fuerte disminución de lluvias en este año (noviembre-mayo, época de lluvias en el país centroamericano) en las cuencas donde se encuentran las hidroeléctricas.
A lo anterior, se sumó la inestabilidad de las corrientes de viento, que afectó a la generación de energía por medio de fuentes eólicas, y también el incremento de la demanda eléctrica, que ha sido de 5 por ciento al año[4]. Además, por ejemplo, Roberto Quirós, gerente de electricidad del ICE, señaló retrasos en la entrega de energía térmica contratada a empresas privadas para alimentar este año al sistema eléctrico que se nutre principalmente de fuentes renovables y que es mayoritariamente de propiedad pública[5].
Paralelamente a estos elementos que provocaron la disminución de generación de electricidad en Costa Rica, sindicatos denunciaron que, además de la crisis climática, el ICE no realizó las previsiones necesarias, y que existe un plan para debilitar a la entidad y abrir el mercado eléctrico a la competencia privada[6].
El dirigente de la organización Unidos por el ICE, César López, indicó que “[…] han habido ‘malas decisiones’ del actual Gobierno y de las administraciones anteriores que han detenido inversiones del ICE, postergado la ampliación de proyectos geotérmicos y desmantelado plantas de generación de respaldo que funcionan con combustible”[7].
En este contexto, a principios de mayo de 2024, el ICE anunció un plan de racionamiento de energía eléctrica, debido justamente al impacto de la sequía por el fenómeno climático de El Niño en las presas de plantas hidroeléctricas costarricenses. Ello provocó niveles de desabastecimiento que no se veían desde 2007, de acuerdo con el Gobierno de aquel país[8].
Así, los racionamientos fueron programados para comenzar a partir del 13 de mayo. Cada día serían actualizados por las firmas proveedoras de electricidad por barrios y regiones. Los cortes serían hasta por tres horas, pero no afectarían a hospitales, industrias ni a clientes de alta tensión. Incluso el Gobierno costarricense comenzó a negociar con México, Colombia y Ecuador la compra de energía.
Por su parte, el presidente del ICE, Marco Acuña, señaló, el 14 de mayo pasado, que esa institución monitoreaba a diario la evolución del racionamiento, y que la decisión de este se tomaría día a día, de acuerdo con los pronósticos que se fueran generando al final de la tarde.
Al 17 de mayo pasado no se habían registrado cortes de electricidad, gracias a que hubo presencia de lluvias en aquella nación; sin embargo, las autoridades continúan en alerta ante cualquier eventualidad y en la búsqueda de alternativas para la generación eléctrica.
II. Ecuador
Ese país sudamericano tampoco ha sido ajeno a las sequías en esta región del continente, que impactaron de manera importante la generación eléctrica de algunas naciones, porque la mayoría de su producción proviene de fuentes hídricas.
De acuerdo con datos del Ministerio de Energía y Minas ecuatoriano, en 2020, el 92 por ciento de la energía provino de centrales hidráulicas; el siete por ciento, de centrales térmicas, y el uno por ciento, de fuentes no convencionales, como la energía solar, eólica, biomasa, biogás, geotermia, entre otras[9].
Ecuador cuenta con 71 centrales hidroeléctricas, 34 centrales de energía solar o energía fotovoltaica, tres de energía eólica, tres de energía de biomasa (que utiliza la combustión de materia orgánica), y dos centrales de energía de biogás (que usa la biodegradación de la materia orgánica de los residuos sólidos urbanos para producir la energía)[10].
Sin embargo, el 14 de abril pasado, Ecuador comenzó a tener cortes masivos de luz que se extendieron por diversas partes del país y se prolongaron hasta cinco horas en algunas zonas de Quito y de Guayaquil. Esto ocurrió durante la semana previa a una consulta popular que se realizó el 21 de abril sobre temas de seguridad, economía y empleo que interesaban al presidente Daniel Noboa para poder instrumentar algunas reformas constitucionales en esos ámbitos.
La crisis energética orilló al mandatario a anunciar la declaratoria de emergencia del sector eléctrico, ante los diversos apagones por la sequía extendida y prolongada asociada al fenómeno de El Niño.
Pero no solo eso, sino que el presidente Noboa pidió la renuncia de la ministra de Energía y Minas, Andrea Arrobo, al considerar que los cortes de electricidad eran también producto de un sabotaje. Refirió que “Lo hacen de miserable en la última semana antes de la consulta popular porque saben que la tenían perdida”, aunque no mencionó los nombres de los presuntos saboteadores ni evidencia alguna. Sin embargo, solicitó al Centro de Inteligencia una investigación, para presentarla ante la Fiscalía y que se judicialice el caso[11].
El 16 de abril, el Operador Nacional de Electricidad (CENACE) indicó que los embalses del país se encontraban en un 29.9 por ciento de su capacidad, cerca de su nivel crítico del 27 por ciento.
Para el día siguiente, la Secretaría General de la Presidencia de Ecuador informaba, a través de un comunicado, que funcionarios de alto nivel de la cartera de Energía, incluida la exministra Andrea Arrobo, ocultaron intencionalmente información crucial para el funcionamiento del sistema nacional eléctrico[12].
Asimismo, se indicó que los recortes de energía no solo respondieron a circunstancias ambientales, sino a actos inauditos de corrupción y negligencia. También se estableció que únicamente se cobrara el 50 por ciento de la planilla (factura) de los hogares en el mes de abril[13].
En el comunicado se agregó que durante los días 18 y 19 de abril de 2024 se efectuarían mantenimientos en las plantas eléctricas, lo que implicaba el racionamiento energético en horarios determinados inamovibles, que serían comunicados el mismo 17 de abril[14].
El presidente Noboa responsabilizó además a los Gobiernos anteriores de no haber dado mantenimiento a la infraestructura del sistema eléctrico, y señaló los problemas del sector energético, los cuales se deben también, indicó, a la incapacidad de ejecución y firmeza para combatir la corrupción[15].
Pero hubo otro factor que, de igual manera, influyó en la crisis de electricidad ecuatoriana, como fue el de la demanda pico de energía, la cual aumentó a 5,060 megavatios (MW) en 2024, mientras que, hasta octubre de 2023, fue de 4,600 MW[16].
De igual manera, Colombia limitó la exportación de energía a Ecuador hasta parar por completo su envío de electricidad, a fin de mantener el nivel de sus presas hidroeléctricas, debido al mismo fenómeno de sequía.
El 25 de abril, el nuevo ministro de Energía y Minas, Roberto Luque, estimó en 72 millones de dólares las pérdidas económicas diarias por los racionamientos de electricidad, es decir, un promedio semanal de 360 millones de dólares[17].
Si bien para el ministro Luque no había una fecha para poner fin a la crisis energética en el país en aquel momento, debido a que todo dependía del nivel de lluvias que se fuese presentando, esta situación comenzó a cambiar con el transcurso de las semanas.
En los recientes días de mitad de mayo, hubo lluvias en las regiones donde se encuentran las principales plantas hidroeléctricas, y el Gobierno de Ecuador descartó reanudar los cortes de electricidad hasta al menos el día 26 del mismo mes. Incluso las hidroeléctricas han mejorado a tal punto que no se importó nuevamente energía desde Colombia, según anunció el ministro Luque[18].
III. Brasil
El 30 de abril pasado, el estado de Río Grande del Sur, en Brasil, comenzó a sufrir los estragos de una caída de lluvias sin precedentes. Ese estado federado se encuentra en la parte sur de la nación sudamericana y hace frontera con Uruguay y Argentina.
Para el climatólogo brasileño Eliseu Aquino, el cambio climático y el fenómeno meteorológico de El Niñofavorecieron tales lluvias devastadoras en el sur de Brasil, así como otros eventos extremos[19].
El mismo especialista publicó recientemente un estudio con colegas de la plataforma ClimaMeter, en el cual alertó de lluvias cada vez más intensas desde finales del siglo XX en Río Grande del Sur, lo que puede atribuirse principalmente al cambio climático provocado por la humanidad[20].
A lo anterior debe agregarse que, en Porto Alegre, capital de Río Grande del Sur, existe una gestión política y económica del territorio asociada a la urbanización basada en la especulación inmobiliaria y la deforestación. Por ejemplo, el Instituto Forense General del estado advirtió, el 16 de diciembre de 2022, que las zonas afectadas por la deforestación ilegal habían crecido un 187 por ciento en tres años[21].
Además, el periódico brasileño Folha de São Paulo señaló, el 8 de mayo pasado, que el gobernador de Río Grande del Sur, Eduardo Leite, cambió casi 500 normas ambientales en 2019 en favor de los intereses financieros del sector de la construcción, sin debate público ni consulta con la sociedad civil[22].
Por otro lado, y en relación con el tema de la energía, el estado brasileño de Río Grande del Sur, había sufrido, al 16 de mayo pasado, afectaciones en cuatro plantas hidráulicas, tres subestaciones eléctricas, 10 transformadores y 24 líneas de transmisión. Ello provocó que debiera importar electricidad de Uruguay para consumo interno[23].
La directora de la empresa comercializadora Indra Energía, Ingrid dos Santos, indicó que los impactos de las inundaciones en la red eléctrica, hidroeléctricas, subestaciones y plantas generadoras han traído una reducción en la disponibilidad de energía de aproximadamente un gigavatio (GW) en la región[24].
Asimismo, cabe señalar que alrededor de 500,000 personas quedaron sin electricidad ni agua potable en dicho estado federado de Brasil.
Lo anterior deja de manifiesto que el cambio climático, sumado a un manejo deficiente de la urbanización y una deforestación constante, conllevan consecuencias negativas no solo para el sistema eléctrico, sino para la población en general.
IV. México y la transición energética
Para empezar esta última parte del documento, hay que señalar que una transición energética es un cambio de modelo energético en el cual se abandonan las maneras convencionales de producir energía y se busca implantar nuevas formas de generación, para que la energía utilizada provenga de fuentes renovables[25].
El cambio climático, el progresivo agotamiento de los recursos no renovables (petróleo, gas, carbón, etc.), las nuevas tecnologías, la digitalización de diversos procesos que requieren de energía, entre otros, son elementos que han convergido en el mundo para que se pongan a discusión, cuando no en entredicho, las formas “tradicionales” de producir y asegurar la energía requerida, en este caso, la electricidad.
Para el caso de la generación de electricidad en diversas partes del mundo, como México, la problemática del cambio climático está impulsando la búsqueda de fuentes de producción eléctrica que busquen disminuir, si no es que abatir, las emisiones de gases de efecto invernadero en el marco de la transición energética.
Entre los factores políticos, sociales, económicos, técnicos y medioambientales que deben ser considerados para llevar a cabo la transición energética, se encuentran los siguientes: la satisfacción de una necesidad social (electricidad); tarifas de luz asequibles para las y los usuarios; planeación estratégica del sector; soberanía energética; el otorgamiento (o no) de subsidios estatales para las energías renovables; la inconveniencia de que se presente una sobreoferta en generación de electricidad; el fenómeno de la saturación de las redes de transmisión y distribución eléctricas; la descarbonización, sin siquiera haber contemplado una debida planeación o un debido respaldo para satisfacer la demanda de electricidad que las energías renovables no pueden proveer, debido a su intermitencia[26], y la posibilidad perniciosa del otorgamiento anárquico de permisos para las energías renovables, entre otros.
En tal contexto se desarrolla el debate de la transición energética. Por ello, es interesante conocer qué propone el movimiento de la Cuarta Transformación en esa materia.
El reto es acelerar la transición energética, garantizando en todo momento que no falte energía y que los precios sean abordables. Es necesario continuar modernizando, robusteciendo y expandiendo las redes de transmisión y distribución, para una mayor integración de generación variable de centrales eólicas y solares, sin menoscabo de la confiabilidad y seguridad de la red[27].
Con base en los principios de soberanía, seguridad, solidaridad, sustentabilidad y sensatez energéticas, se busca descarbonizar la matriz energética, a fin de garantizar la continuidad, suficiencia y confiabilidad del suministro, así como precios y tarifas asequibles. Otros objetivos no menos importantes son disminuir la intensidad energética de la economía, contaminar menos, eliminar la pobreza energética, así como dotar a nuestro país de un sistema energético robusto y confiable, resiliente y sustentable[28].
Diez criterios esenciales enmarcarán la implementación y desenvolvimiento de la política energética: interés nacional; planeación con visión de largo plazo; seguridad física de consumidores, trabajadores e infraestructura energética; cumplimiento de compromisos internacionales; máximo beneficio colectivo; aprovechamiento inteligente del patrimonio energético; cohesión social; equilibrios regionales; consenso y participación ciudadana; vida digna, y respeto irrestricto de los derechos de personas, comunidades y pueblos originarios[29].
Tanto Petróleos Mexicanos (PEMEX) como la Comisión Federal de Electricidad (CFE) se deben fortalecer como empresas públicas estratégicas, en beneficio de los consumidores domésticos, la relocalización de inversiones y el interés nacional[30].
La CFE puede garantizar y fortalecer la capacidad de transmisión y distribución de energía, manteniendo la prevalencia de su participación en la generación eléctrica[31].
Asimismo, se propone poner en marcha varías líneas de acción, cuyo núcleo central consista en maximizar la penetración de energías renovables; aprovechar plenamente el potencial de eficiencia energética; electrificar lo más posible; erradicar la pobreza energética e impulsar la equidad de género[32].
Además de lo anterior, se requiere:
– Intervención oportuna y efectiva en la fijación de precios y tarifas: por ejemplo, realizar ajustes regulatorios y fiscales, con la finalidad de que los precios y tarifas no suban por arriba de la inflación.
– Aplicación del “paquete social de energía”: por ejemplo, establecer el acceso a la electricidad como un derecho humano; impulsar la equidad de género en la transición energética; mantener los subsidios en las tarifas residenciales.
– Reemplazo de combustibles fósiles por energías renovables: por ejemplo, reemplazar derivados del petróleo por energías alternativas y electricidad; privilegiar la electromovilidad del transporte público de carga y de pasajeros, así como los cambios modales que propicien la descarbonización de este sector.
– Fuerte impulso a la eficiencia y racionalidad energéticas: por ejemplo, establecer metas ambiciosas de eficiencia energética e impulsarlas en los tres niveles de gobierno; implementar normas oficiales mexicanas de eficiencia energética en vehículos ligeros, vehículos pesados y motocicletas; enraizar en la ciudadanía una sólida cultura de ahorro de energía, agua y materiales que cambien hábitos de consumo.
– Generación distribuida: por ejemplo, fortalecer y modernizar las redes de distribución, para facilitar la interconexión a mayor escala de la generación distribuida.
– Transporte limpio y de baja huella de carbono: por ejemplo, impulsar programas de chatarrización de vehículos (de carga y de pasajeros) de más de 15 años, con lo cual se renovaría el 51 por ciento del parque vehicular de carga y el 50 por ciento del parque vehicular de pasajeros; impulsar el reemplazo de vehículos de combustión interna por autos híbridos y eléctricos, así como la venta de vehículos cero emisiones; mejorar y ampliar la infraestructura de transporte público; desarrollar el transporte eléctrico público, trenes, trolebuses, tranvías, metro, teleféricos urbanos.
– Investigación, desarrollo tecnológico, formación de recursos humanos e innovación: por ejemplo, fortalecer y modernizar el Instituto Mexicano del Petróleo (IMP); dar autonomía y reorientar las actividades del Instituto Nacional de Electricidad y Energía Limpias hacia una transición energética acelerada; promover en universidades, institutos, tecnológicos y centros de educación superior el desarrollo de proyectos que apoyen la transición energética; impulsar los proyectos de investigación e incidencia orientados a la sostenibilidad energética financiados por el Conahcyt[33].
El cambio climático es una realidad en todo el planeta. Si bien se trata de un fenómeno que se presenta desde hace ya algún tiempo, se ha acelerado de tal forma, por la acción de la humanidad, que está teniendo impactos altamente negativos en la naturaleza y en la población mundial.
La falta de disponibilidad de energía y, en particular de electricidad, es un asunto que está siendo evidente con mayor frecuencia, debido a las sequías o inundaciones provocadas por el cambio climático.
En Costa Rica, la falta de lluvias casi provocó racionamientos de electricidad que el Gobierno ya tenía establecidos. Afortunadamente, las lluvias aparecieron y ello detuvo los cortes programados.
El caso de Ecuador es un ejemplo de que la crisis hídrica no permitió a sus centrales hidroeléctricas generar la electricidad que su población y economía requirieron en un determinado momento. Sin embargo, el estudio puntual del caso reveló lo señalado por el presidente Noboa en el sentido de que no se había dado mantenimiento adecuado a la infraestructura eléctrica por parte de administraciones anteriores, además de que hubo factores como la corrupción y la negligencia, lo cual incidió a su vez en la crisis de generación eléctrica del país sudamericano.
Por otra parte, en el estado de Río Grande del Sur, en Brasil, el cambio climático influyó en las inundaciones que se presentaron hace unas semanas, pero también tuvieron que ver otros elementos, como una gestión política y económica del territorio, asociada a la urbanización y basada en la especulación inmobiliaria y la deforestación, así como el cambio de normas ambientales en favor de intereses financieros del sector de la construcción, entre otros.
Estos componentes generaron falta de electricidad en dicha entidad federativa de la nación sudamericana, con la consecuente afectación de alrededor de 500,000 personas.
En lo que respecta a nuestro país, también se tuvieron cortes programados de electricidad en días pasados, los cuales fueron solventados de manera eficiente por el Centro Nacional de Control de Energía y por la CFE.
En cualquier caso, el cambio climático nos obliga también en México a seguir trabajando para continuar en el camino de una transición energética ordenada y progresiva.
Por ello, y con base en los principios de soberanía, seguridad, solidaridad, sustentabilidad y sensatez energéticas, se busca descarbonizar la matriz energética, a fin de garantizar la continuidad, suficiencia y confiabilidad del suministro, así como precios y tarifas asequibles.
México seguirá en la ruta de la transición energética desde un enfoque social, no mercantilista, protegiendo nuestros recursos naturales y los del planeta y, sobre todo, cuidando la economía de las familias y de las futuras generaciones.
X y Facebook: @RicardoMonrealA
FUENTES:
[1] Naciones Unidas, “¿Qué es el cambio climático?”. Naciones Unidas (s.f.), sec. Acción por el Clima, Ciencia [En línea]: https://lc.cx/LPCJmO [Consulta: 20 de mayo, 2024].
[2] Esteban Arrieta, “Crecimiento de la demanda y cambio climático harían de Costa Rica un país vulnerable a los apagones eléctricos”. La República (17 de mayo, 2024), sec. Nacionales [En línea]: https://lc.cx/zdpTsD [Consulta: 21 de mayo, 2024].
[3] Roger Vela, “¿Por qué Costa Rica se está alejando de la energía renovable?”. Wired (19 de enero, 2024), sec. Energía [En línea]: https://lc.cx/OF-Ys5 [Consulta: 23 de mayo, 2024].
[4] E. Arrieta, op. cit.
[5] Raúl Cortés Fernández, “Costa Rica lanza plan de racionamiento eléctrico ante impacto de sequía en suministro”. XM (9 de mayo, 2024) [En línea]: https://lc.cx/GUnUy- [Consulta: 24 de mayo, 2024].
[6] EFE, “Costa Rica, un ejemplo de energías limpias que se encamina al racionamiento eléctrico”. Swissinfo.ch (10 de mayo, 2024), ed. Español [En línea]: https://lc.cx/yW0R-g [Consulta: 26 de mayo, 2024].
[7] EFE, “Costa Rica, un ejemplo…”, op. cit.
[8] R. Cortés Fernández, op. cit.
[9] GK, “La crisis energética de 2024 en Ecuador, explicada”. GK (23 de abril, 2024), sec. Noticias [En línea]: https://lc.cx/sAQQ1D[Consulta: 24 de mayo, 2024].
[10] GK, op. cit.
[11] Carolina Mella, “Ecuador sufre apagones de seis horas y Noboa pide la dimisión de la ministra de Energía”. El País (16 de abril, 2024), sec. América, ed. América-México [En línea]: https://lc.cx/MFDh5J [Consulta: 21 de abril, 2024].
[12] Presidencia Ecuador (@Presidencia_Ec), “A la ciudadanía:”. X (17 de abril, 2024) [En línea]: https://lc.cx/pZA_-3 [Consulta: 22 de abril, 2024].
[13] Idem.
[14] Idem.
[15] C. Mella, op. cit.
[16] Mayra Pacheco, “¿Qué sucede con las hidroeléctricas del país?”. El Telégrafo (19 de abril, 2024), sec. Nacionales [En línea]: https://lc.cx/I5kJch [Consulta: 26 de mayo, 2024].
[17] Associated Press, “Sector productivo de Ecuador advierte sobre pérdidas millonarias por apagones”. The San Diego Union-Tribune en Español (25 de abril, 2024), sec. Noticias [En línea]: https://lc.cx/gaCCkM [Consulta: 25 de mayo, 2024].
[18] EFE, “Ecuador descarta nuevos apagones hasta 26 de mayo y suspende compra de energía a Colombia”. Swissinfo.ch (15 de mayo, 2024), ed. Español [En línea]: https://lc.cx/-gwXF3 [Consulta: 27 de mayo, 2024].
[19] AFP y Xinhua , “El sur de Brasil, escenario de guerra por las inundaciones”. La Jornada (6 de mayo, 2024), sec. Mundo [En línea]: https://lc.cx/gG15PU [Consulta: 26 de mayo, 2024].
[20] EFE, “Las causas detrás de las inundaciones que han asolado el sur de Brasil”. Swissinfo.ch (15 de mayo, 2024), ed. Español [En línea]: https://lc.cx/R5RORx [Consulta: 22 de mayo, 2024].
[21] Andrea Lampis y Víctor Marchezini, “El camino a la insostenibilidad: las raíces del desastre en Rio Grande do Sul”. The Conversation (16 de mayo, 2024), ed. Global [En línea]: https://lc.cx/UT2qVy [Consulta: 22 de mayo, 2024].
[22] Idem.
[23] Ámbito, “Uruguay exporta energía a Brasil en medio de las catastróficas inundaciones”. Ámbito (14 de mayo, 2024), sec. Uruguay [En línea]: https://lc.cx/yMweNK [Consulta: 22 de mayo, 2024].
[24] Bnamericas, “Las consecuencias de las inundaciones en Brasil para el sector energético”. Bnamericas (15 de mayo, 2024) [En línea]: https://lc.cx/Ta54VN [Consulta: 25 de mayo, 2024].
[25] Admin, “Qué es la transición energética y en qué se basa”. Ahorre luz (14 de noviembre, 2018) [En línea]: https://lc.cx/Cnlo8L[Consulta: 22 de mayo, 2024].
[26] La intermitencia es un término técnico que se utiliza en la industria eléctrica de las energías renovables para señalar su falta permanente de suministro eléctrico. Esto significa, por ejemplo, que una fuente eólica requiere que haya viento para funcionar o que una fuente fotovoltaica requiere sol para generar electricidad. Cuando no hace viento o no hay sol, empezando por cada noche, dichas fuentes no funcionan y deben contar con un respaldo de generación eléctrica por parte de fuentes de energía tradicionales como la hidroeléctrica, de gas, geotermia, etc. Hoy en día, en México, los generadores de electricidad eólicos y solares privados producen en total 14,000 megawatts. En el caso de las fuentes solares, éstas tienen que ser sustituidas en algún momento del periodo nocturno por las centrales y capacidades de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para poder atender la demanda de este bien en dicho periodo. En el caso de las fuentes eólicas, cuando no sopla el viento también deben ser respaldadas por las centrales eléctricas de la CFE.
[27] Claudia Sheinbaum, “Proyecto de Nación, 100 pasos para la Transformación”. Proyecto de Nación (2024-2030) [En línea]: https://lc.cx/BZaABt
[28] Ibid., p. 277.
[29] Idem.
[30] Idem.
[31] Ibid., p. 281.
[32] Ibid., p. 278.
[33] Idem.