Rubén Rocha Moya y la guerra sucia

El sábado 10 de agosto, justo cuando Andrés Manuel López Obrador, presidente constitucional, y Claudia Sheinbaum Pardo, virtual presidenta electa, visitaban Sinaloa, el abogado de Ismael “el Mayo” Zambada en Estados Unidos difundía una carta en defensa de su cliente, la cual incluía, entre otras afirmaciones, que el señor Zambada habría sido “capturado” y llevado contra su voluntad a la Unión Americana, justo cuando asistía como invitado a una reunión de mediación entre Héctor Cuén Ojeda, diputado federal electo (del PRI) y Rubén Rocha Moya, gobernador de Sinaloa.

También ayer, el gobernador Rocha Moya, en presencia de ambos presidentes, el saliente y la entrante, desmintió semejante señalamiento. Precisó que el día de los hechos él ni siquiera se encontraba en Sinaloa, pues estaba fuera del país; que quienes invitaron al Mayo a esa reunión simplemente le mintieron; que él no tiene tratos ni acuerdos con el crimen organizado y que lo quieren convertir en “narco a la fuerza”, por el solo hecho de haber nacido en Badiraguato, municipio de donde son originarios también los integrantes más connotados del Cártel de Sinaloa.

Conozco a Rubén Rocha Moya desde 1998, cuando fue candidato por el PRD al gobierno de Sinaloa y yo lo era por el mismo partido al gobierno de Zacatecas. Andrés Manuel era el presidente de aquel instituto político, y acompañé a ambos en una gira de la campaña de Rubén.

Desde entonces lo he seguido de cerca en todas sus campañas electorales posteriores: diputado federal, senador y gobernador. Conozco también a sus cuatro hijos: Eneyda, Rubén, Ricardo y José Jesús.

Vi y escuché la respuesta del gobernador de Sinaloa a lo difundido por Frank Pérez, el abogado del Mayo y, por la contundencia de la información que mencionó, así como por su lenguaje corporal mismo, le creo más al mandatario estatal que a un abogado que busca sacar de la cárcel, a toda costa y a cualquier costo, a su cliente.

Decir que emboscaron al señor Zambada, que lo secuestraron con violencia y que lo llevaron atado a Estados Unidos es la versión que mejor le acomoda a un abogado que busca echar abajo, por violaciones al debido proceso, un juicio por narcotráfico, que de otro modo sería duro y difícil de revertir.

Quiere usar la misma estrategia del secuestro forzado o extracción de territorio nacional que permitió salir de una cárcel de Los Ángeles, hace 32 años, al doctor Humberto Álvarez Machain, involucrado en el secuestro y tortura de Enrique “Kiki” Camarena, agente de la DEA.

Hay que expresarlo con todas sus letras y denunciarlo desde este momento, sin tapujos ni cortapisas. Como no pudieron ganar la elección presidencial ni obtener la mayoría en las cámaras de Senadores y Diputados, los conservadores y opositores a la Cuarta Transformación —nacionales y extranjeros— buscan ahora calumniar y difamar a las autoridades emanadas de este movimiento, para señalar que sus triunfos políticos se deben a una alianza con lo peor del país: el crimen organizado.

Primero fue la embestida digital #Narcopresidente y #NarcoCandidata. No pudieron. No le quitaron ni un punto de legitimidad ni al presidente López Obrador ni a la presidenta electa Claudia Sheinbaum.

Ahora continuarán, seguramente, contra las y los gobernadores de MORENA. Le tocó abrir este nuevo capítulo de la guerra sucia a Rubén Rocha Moya.

La intención política es muy clara: calumniar, enlodar y difamar a quienes formamos parte del movimiento, para decir que MORENA es el brazo político del crimen organizado y que por eso ganamos elecciones. Pero no pasarán. Hace tiempo que la derecha se aisló del pueblo y de la sociedad. Se hicieron chiquitos, gruñones y mentirosos.

Hoy dan un paso más al precipicio. Usan la calumnia y la difamación como arma política. Es lo último que les queda. Por nuestra parte, la respuesta seguirá siendo la misma: trabajar del lado de la gente y cumplirle al pueblo.

Y si quieren que nos veamos en los tribunales, en los tribunales nos veremos también. No habrá que esperarnos al tribunal de la historia, sino a uno más terrenal y próximo, donde de hecho nos vemos con frecuencia la cara: el tribunal de las urnas, que muy pronto será, además, el tribunal de tribunales, por decisión de la mayoría ciudadana.

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