La comparecencia de Jamieson Greer: implicaciones comerciales para México

La llegada de Donald Trump ha sido un verdadero terremoto que reconfigura el escenario político global. Sin embargo, en ocasiones perdemos de vista la importancia de la división de poderes en Estados Unidos. Su Constitución es muy clara en el artículo primero, sección 8, al señalar que el Congreso ostenta la potestad para regular el comercio internacional. Este marco constitucional se vuelve especialmente relevante al analizar la comparecencia de Jamieson Greer que tuvo lugar en el Senado de ese país este mes.

En ese contexto, el candidato Jamieson Greer, nominado para el cargo de representante de Comercio de los Estados Unidos (USTR, por sus siglas en inglés), se presentó ante el Senado en un ambiente cargado de debates y tensiones derivadas de este terremoto que ha sido el inicio de la segunda administración Trump. La audiencia se desarrolló en medio de preocupaciones sobre la aplicación de aranceles y el respeto a los tratados internacionales, con especial énfasis —algo que nos atañe— en la vigencia y revisión del T-MEC. La comparecencia se convirtió, así, en un escenario en el que se discutieron temas críticos para la política comercial del país, evidenciando las visiones encontradas en ciertos puntos entre los intereses del Ejecutivo y del Legislativo.

Por el lado del Ejecutivo, Greer deja entrever algunos puntos que merecen ser resaltados. Su discurso evidencia un seguimiento firme a las directrices del presidente Trump, pero siempre destacando la importancia del respeto a las instituciones y a los tratados internacionales. No se trata simplemente de acatar órdenes, sino de asumir la responsabilidad de rendir cuentas ante el Senado, demostrando un compromiso claro con la división de poderes. Si bien el Congreso tiene mayoría republicana, algunos muestran dudas respecto a la política arancelaria —recordemos que la regulación comercial es competencia del Legislativo—.

Asimismo, ante las sugerencias de algunos senadores sobre la necesidad de una “renegociación” del T-MEC, Greer aclaró en diversas ocasiones que, en realidad, se plantea una “revisión” del acuerdo pactada para 2026. Esta reiteración es fundamental para comprender que no se pretende romper el tratado, sino actualizarlo para responder a los desafíos actuales. De igual forma, dio a entender que los aranceles para México se conciben más como una herramienta de presión política que como un objetivo final, lo que se ejemplifica en la intervención del senador Mark Warner quien preguntó: “¿Cree usted que los ataques del presidente Trump a los aliados comerciales, incluyendo a Canadá y México, dificultan el trabajo conjunto para lograr el objetivo [fortalecimiento de las cadenas de valor de minerales críticos]?” Greer respondió: “El presidente no ha impuesto aranceles a Canadá o México. Sin embargo, sí ha aumentado los aranceles a China.” Así, se sugiere que México es considerado un aliado clave, a diferencia de otras naciones sujetas a medidas más drásticas.

Por el lado del Legislativo, se evidenciaron inquietudes profundas sobre la política comercial actual. Por ejemplo, el senador Sanders destacó la efectividad del mecanismo de Respuesta Rápida (RRM) incluido en el T-MEC, preguntando si Greer se comprometía a emplearlo para fortalecer la aplicación de los derechos laborales y garantizar contratos justos para los trabajadores. La respuesta de Greer, subrayando que “el RRM ha sido una herramienta eficaz para nivelar el terreno de juego para los trabajadores estadounidenses, impidiendo que las instalaciones en México obtengan ventajas desleales”, ejemplifica la percepción de que el tratado ofrece mecanismos sólidos de protección laboral.

Otro interrogante de Sanders puso el foco en el impacto de los aranceles en estados como Vermont, cuestionando cómo se podría rastrear y mitigar el efecto de amenazas arancelarias, como el 25 por ciento impuesto unilateralmente. Greer respondió que se llevarán a cabo investigaciones profundas para definir la implementación de medidas arancelarias, evidenciando la preocupación por el costo que tales medidas podrían tener para los votantes y productores. Por su parte, el senador Bennet formuló de manera contundente la siguiente pregunta: “¿Está de acuerdo en que es fundamental garantizar que el T-MEC siga vigente para preservar y desarrollar las cadenas de suministro de América del Norte y competir mejor contra China?” A lo que Greer respondió afirmando que el tratado es “un hito que establece las reglas del juego para el comercio” y que debe servir para dejar fuera a China, lo que reafirma la importancia que el Senado confiere a la integración regional para enfrentar los desafíos globales.

En conjunto, se vislumbran tanto diferencias como puntos de encuentro entre el Legislativo y el Ejecutivo. Mientras que Greer refleja un firme seguimiento a las directrices de Trump y subraya la importancia de respetar las instituciones y los compromisos internacionales, el Ejecutivo también se muestra dispuesto a someter sus acciones al control legislativo.

Por su parte, los senadores expresan sus inquietudes centrándose en los efectos de la guerra comercial sobre sus estados, haciendo hincapié en la posible respuesta arancelaria y en el aumento de costos en las cadenas productivas. Para ellos, es crucial que las medidas comerciales se dirijan contra prácticas desleales, en particular las de China, sin perjudicar a aliados estratégicos como México. Además, resaltan la importancia de conformar un bloque de integración regional que incluya a Canadá y México para enfrentar al gigante asiático, pero protegiendo a la vez industrias clave como la agricultura y el sector energético.

En definitiva, aunque el discurso de la administración Trump se ha presentado como una sacudida política, en la práctica se evidencia la existencia de contrapesos robustos que garantizan el equilibrio entre poderes, y entre líneas se desprende que México es considerado un socio de suma relevancia, además de que los compromisos en materia comercial se mantienen firmes, evitando medidas desproporcionadas. Esta visión es congruente con la estrategia de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien no se ha enganchado con los discursos y ha adoptado un enfoque respetuoso, pero firme, en las negociaciones, reafirmando la importancia de mantener relaciones sólidas, en condiciones de igualdad con Estados Unidos. Así, lo que a primera vista parece una retórica confrontacional se traduce en una dinámica de cooperación y ajustes en la que el respeto a los compromisos internacionales y la integración regional resultan esenciales para enfrentar los desafíos globales.

ricardomonreala@yahoo.com.mx

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