El semáforo de la polarización
El 2020 está entrando a su segundo semestre. Ha sido un año en que la normalidad no ha tenido lugar. Han sido meses en que las sociedades que conforman los Estados están más atentas que nunca a lo que digan sus gobiernos, y ha sido un periodo en que los gobiernos han enfrentado resistencias por parte de quienes buscan sacar alguna ventaja política de la situación. La polarización se ha exacerbado especialmente en países con niveles de desigualdad rampantes.
México no se encuentra aislado de estos efectos; aquí la politización de la vida pública también ha aumentado a causa de la pandemia. Esto no es algo negativo, al contrario: que las y los mexicanos discutan de manera cotidiana los asuntos que afectan sus vidas y que participen activamente en el debate sobre la dirección que deben tomar las políticas públicas ayudará a cimentar la democracia en el país, que también es uno de los objetivos de la 4T.
El matiz viene después, cuando la politización se convierte en polarización. Desde el inicio de la pandemia, el proyecto transformador que busca el cambio de régimen ha enfrentado las resistencias y los embates de quienes reaccionan contra la posibilidad de cambiar el statu quo. A pesar de ello, la sociedad mexicana ha contado con un liderazgo claro, que diariamente da la cara y que en medio de la pandemia se ha mantenido firme para no permitir que las desigualdades, las injusticias y las diferencias preexistentes se intensifiquen como resultado de la emergencia sanitaria.
En medio de la crisis, el Gobierno de México ha optado por apoyar a las personas que durante años fueron marginadas. Y por ello, por el respeto que despiertan los ideales que llevaron a Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República, la sociedad mexicana ha podido encontrar un cauce institucional para discutir las ideas, incluso las totalmente opuestas, sin recurrir a medios violentos, como está sucediendo en otros países.
Así, después de meses de estar luchando contra el coronavirus y contra los ataques de quienes no comparten los ideales transformadores, el día de hoy México inicia el periodo de lo que se ha denominado la nueva normalidad, con un semáforo sanitario en rojo en todas las entidades, con excepción de Zacatecas; es decir, en el nivel de alerta más alto.
El día de hoy comienza también la gira del presidente de la República por distintas entidades del país, en una especie de Presidencia itinerante y gabinete móvil que operarán respetando las medidas de seguridad sanitaria, laboral y de austeridad que el momento exige.
Tal acción es inédita en nuestro país y en el mundo, y demuestra que la sociedad mexicana no está sola ni desamparada para incorporarse a la nueva normalidad, sino que a su lado se encuentra un presidente —con su gobierno a ras de tierra— que se niega a dirigir al país desde una oficina, para acompañar al pueblo en su gradual recuperación.
Resulta evidente que las fuerzas opositoras no perderán la oportunidad para criticar la manera como el gobierno está actuando para regresar a la nueva normalidad, pues el semáforo de la polarización también se encuentra en rojo. En otros países, las diferencias ideológicas están causando insurrecciones sociales, mientras que, en México, a pesar de la desinformación y de los orquestados ataques contra las autoridades federales, el apoyo social al gobierno se mantiene alto; las esperanzas, vivas y los ánimos, firmes.
Han sido meses adversos en el mundo entero. Todas las personas ansiamos volver a la normalidad, pero para ello debemos aprender de otros países, como Francia, Alemania, Reino Unido y el mismo Estados Unidos de América, sobre la necesidad de tomar todas las medidas necesarias. Es momento de la coordinación y la unidad, pues sin estos factores como vehículos México tardará más en recuperarse.
Al mismo tiempo, conforme el cambio de régimen vaya avanzando, el semáforo de la polarización tendrá que ir cambiando de color. El proyecto que actualmente dirige al país fue electo democráticamente por más de 30 millones de personas, cuya voluntad ha sido representada y respetada a lo largo del año y medio de gobierno. Es normal que la oposición trate de frenar una transformación política de tal magnitud, pero, de manera ineludible, el consenso democrático al que como república se ha llegado en las urnas se convertirá en la fuerza transformadora que vencerá la polarización y dará paso al cambio.
El próximo año habrá elecciones en 15 entidades federativas y se renovará la totalidad de la Cámara de Diputados; estarán en disputa más de 4,000 puestos de elección popular. Será a través de las urnas y no de los ataques como la sociedad definirá, de abajo hacia arriba, el rumbo que el país deberá tomar. Mientras tanto, sería valioso entender que a nadie conviene que el semáforo de la polarización se mantenga al rojo vivo; es mucho más deseable que el diálogo, el respeto y la coordinación pasen a formar parte de la nueva normalidad que hoy inicia.
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