JAF

Creo que la expresión es un wishful thinking (“ilusión, deseo”) de políticos desplazados, mercadólogos marginados, consultores sin chamba y algunas ONG que han sido fulminadas por la austeridad republicana.

JAF. Así lo nombran sus colaboradores cercanos, por sus siglas. Otros más, “el diablo”, por las cejas arqueadas, sobrenombre que lo acompaña desde la secundaria en Puebla; después en Monterrey, como estudiante de ingeniería industrial y sistemas, y ahora como directivo de unos de los grupos empresariales más importantes de Nuevo León y del país: Fomento Económico Mexicano, Femsa.

Durante mi gestión como gobernador de Zacatecas, hace dos décadas, coincidí en encuentros ocasionales, no agendados, con él. En uno de ellos le transmití la preocupación por el manejo del agua en un estado semidesértico como Zacatecas y la necesidad de fortalecer la educación en un gobierno de izquierda, donde podrían convivir la educación pública con la privada.

El primer encuentro formalmente agendado, ya como senador, se concretó por conducto de uno de los exgobernadores más queridos en Zacatecas, Genaro Borrego Estrada, quien también fue director corporativo de Femsa, un grupo que emplea a 240 mil personas en México y otros 12 países, con un valor de mercado de 508 mil millones de pesos (2019), que además de las embotelladoras Coca-Cola y las tiendas OXXO, incursiona también en farmacias, combustibles y, por supuesto, en la educación superior tecnológica (ITESM).

La fundación Femsa, por otra parte, se ha especializado en apoyar proyectos para la conservación y el uso sostenible del agua, así como en educación nutricional e investigación nutrigenómica. Precisamente dos de los frentes que más cuestionamientos generan la industria refresquera y los llamados alimentos “chatarra”.

El encuentro fue en Monterrey y estuvieron presentes otros capitanes de capitales regiomontanos. Había interés y preocupación por los alcances, las propuestas y las políticas públicas de la 4T: el fantasma de Venezuela, la “tentación autoritaria”, la posibilidad de expropiaciones, riesgo de confrontación con Estados Unidos y el distanciamiento con el sector privado.

Retomé los planteamientos y las propuestas del presidente AMLO, lo que fue su programa de gobierno para la campaña (su obra La salida), y les confié que tenían dos muy buenos interlocutores en Palacio Nacional: Poncho Romo y Carlos Salazar.

El fin de semana leí que le atribuían a JAF una frase pronunciada después de acordar con el SAT un pago de 8 mil mdp por adeudos fiscales, según la cual: “invertiría el doble para sacar al presidente de Palacio en el 2022”.

No creo que él la haya expresado. Usando la lógica empresarial pura, no tiene sentido ni económica ni políticamente. 16 mil mdp es un elefante que ni el INE ni el Tribunal Electoral dejarían pasar, por más complacientes que supuestamente fueran. Mucho menos la Fepade, que ahora sí tiene dientes y colmillos como para afrontar una embestida de ese tamaño.

Creo que la expresión es un wishful thinking (“ilusión, deseo”) de políticos desplazados, mercadólogos marginados, consultores sin chamba y algunas ONG que han sido fulminadas por la austeridad republicana y ahora buscan transformar la pandemia en una especie de AMLOdemia para las elecciones del 2021 y 2022, con recursos privados.

Finalmente, creo también que no hay diablo que coma lumbre, máxime cuando se trata de un empresario inteligente que ha transformado la adversidad en éxito económico. No se ve un hombre de confrontación, sino de conciliación.

 

ricardomonreala@yahoo.com.mx

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