Faro Internacional El plebiscito en Chile para una nueva Constitución
Uno de los países de América Latina que durante mucho tiempo fue presentado por diversos organismos financieros internacionales como ejemplo de crecimiento económico y de estabilidad política y social en la región latinoamericana fue Chile. Este reconocimiento fue particularmente resaltado por el presidente chileno Sebastián Piñera el 8 de octubre de 2019, cuando en medio de lo que calificó como un “convulsionado” panorama en América Latina afirmó que Chile era un “verdadero oasis”. [1]
En ese momento, el mandatario analizaba la situación de algunos países latinoamericanos. Así, comentó lo siguiente:
Argentina y Paraguay en recesión, México y Brasil estancados, Bolivia y Perú con una crisis política muy grande. Colombia, con este resurgimiento de las FARC y de las guerrillas. En medio de esta América Latina convulsionada veamos a Chile, nuestro país, es un verdadero oasis con una democracia estable, el país está creciendo, estamos creando 170 mil empleos al año, los salarios están mejorando. [2]
Si bien es cierto que en 1973 Chile contaba con un PIB per cápita de 1,640 [3] dólares estadounidenses, y que en 1989 el ingreso per cápita era de 2,494 [4] dólares, parecido al promedio de América Latina, mientras que para 2019 este indicador aumentó a 14’896,454 [5] dólares, por arriba del promedio latinoamericano, el cual fue de 8’368,446 [6] dólares, de acuerdo con el Banco Mundial, también es verdad que este crecimiento se dio con desigualdad social y precarización económica y laboral para una parte importante de la población, debido a una concentración o, si se prefiere, una mala distribución del ingreso. Esto era algo similar a lo que acontecía en México, guardando las proporciones, durante el periodo neoliberal.
Esa desigualdad y precarización, generadas por un sistema económico individualista y privatizador, así como una democracia atada para cambiarlo en la Constitución de 1930, desembocó en grandes protestas sociales en octubre de 2019, luego de la subida del precio del boleto del Metro. Pero ¿cómo llegó Chile a esta situación?
Dictadura y neoliberalismo
Las dictaduras militares, así como las dictaduras militares disfrazadas de juntas de gobierno con civiles al frente fueron regímenes que se establecieron en varios países de América Latina durante buena parte del siglo XX. Chile no fue la excepción, ya que tras un golpe de Estado llevado a cabo por el general Augusto Pinochet, en 1973, respaldado por fuerzas conservadoras dentro y fuera del país, el Gobierno socialista del presidente Salvador Allende fue derrocado, dando paso a la instauración de una dictadura militar en el país.
Sin embargo, los militares chilenos no tenían gran experiencia política ni conocimiento del Estado, como tampoco un proyecto claro para gobernar. [7] “La única certeza con la que contaban era que el régimen constituía una etapa de emergencia suscitada por el caos, la ideologización y la extrema politización ocurrida en el gobierno de Salvador Allende”. [8]
Con el paso de los meses, se fueron gestando dos posturas en Chile: la restauradora y la refundacional. La primera buscaba la pacificación —por medio de la represión—, llevada a cabo por los militares en un plazo corto para, en teoría, restaurar las instituciones democráticas quebrantadas, mientras que la segunda buscaba establecer un nuevo orden social, político y económico opuesto al que el país tenía antes del golpe de Estado [9]. Finalmente, prevaleció esta última opción.
Así, los militares dieron un cambio de rumbo al país, aunque lo hicieron acompañados de un grupo conocido como los Chicago Boys, economistas que no sólo poseían vinculación ideológica con la derecha chilena, sino también un conocimiento técnico-económico que les permitió adentrarse en el grupo militar gobernante, así como al interior del aparato estatal, debido a esta búsqueda de un nuevo modelo económico, político y social en Chile.
Los Chicago Boys eran un grupo de jóvenes que se beneficiaron de becas derivadas de un acuerdo de cooperación académica de 1955, signado entre los departamentos de Ciencias Económicas de la Universidad Católica de Chile y de la Universidad de Chicago, en Estados Unidos. [10]
Sus posturas iban en favor del individuo ante cualquier forma de expresión colectiva, la noción de la libertad, comprendida como la ausencia de impedimentos, así como la relevancia del mercado como instrumento principal y carente de regulación. [11]
Para el régimen militar, los Chicago Boys fueron importantes por sus aportaciones técnico-económicas, así como por su contribución política e ideológica para reformular las relaciones Estado-sociedad, que prevalecieron hasta 1973 en aquel país. [12] Para ellos, el mercado era la mejor solución para ese nuevo orden. Los militares, convencidos de los argumentos tecnocráticos de aquel grupo de jóvenes tecnócratas y neoliberales, comenzaron a cederle el poder decisional. [13]
La restauración democrática sin cambio de modelo económico
La dictadura militar y la clase tecnocrática-neoliberal encumbrada en el poder, junto con sectores conservadores chilenos, impulsaron el establecimiento de una nueva Constitución. Después de todo, un nuevo orden económico y social no podía fortalecerse y consolidarse sin un ordenamiento constitucional nuevo.
La Junta Militar gobernante, por medio de los Decretos Leyes No. 1, No. 128 y No. 788, se había atribuido la potestad constituyente, cesando en los hechos la vigencia de la Constitución de 1925 y el sistema institucional que la acompañaba. [14]
La nueva Constitución, que rige actualmente en Chile, fue adoptada por medio de un plebiscito el 11 de septiembre de 1980, con un 65,71 % de aprobación. Sin embargo, la ausencia de registros electorales y la limitación de las libertades públicas reinantes en ese periodo pusieron en cuestión la legitimidad de los resultados. A pesar de ello, la Carta Fundamental fue promulgada el 21 de octubre de 1980 y publicada tres días más tarde, entrando en vigor el 11 de marzo de 1981. [15]
Como lo reconoció Jaime Guzmán, ideólogo de la Constitución de 1980, el sentido de ésta es que “si llegan a gobernar los adversarios, se vean constreñidos a seguir una acción no tan distinta a la que uno mismo anhelaría porque —valga la metáfora— el margen de alternativas que la cancha imponga de hecho a quienes juegan en ella, sea lo suficientemente reducido para hacer extremadamente difícil lo contrario”. [16]
Aquella Constitución contempló la supresión del derecho de las y los trabajadores a negociar por rama de actividad, es decir, entre varias organizaciones sindicales y varios empleadores de un mismo rubro, prohibió el derecho de huelga de las personas funcionarias públicas, constitucionalizó el sistema privado de pensiones y los seguros privados de salud, entre otros.
La Constitución de 1980 también estableció que 90 días antes del término del mandato de ocho años de Augusto Pinochet se debía proponer un candidato para ocupar el cargo de presidente de la República, sujeto a la ratificación de la ciudadanía a través de un plebiscito. Si en éste ganaba el Sí, el candidato propuesto asumiría su mandato de 8 años en marzo de 1989. Desde luego, el candidato fue el propio Pinochet. Por el contrario, si ganaba el No, entonces se daría el paso a elecciones presidenciales y parlamentarias, y sería el fin del régimen militar.
Para ello, el 5 de octubre de 1988 se llevó a cabo el plebiscito: el resultado no le fue favorable a Pinochet y debió entregar el mando del país el 11 de marzo de 1990.
En Chile, el régimen democrático se restauró, y con ello se sucedieron en el poder diversos presidentes civiles, desde Patricio Aylwin, Eduardo Frei, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, en un par de ocasiones, hasta el actual presidente Sebastián Piñera, quien cumple con su segundo mandato.
Sin embargo, a pesar de esta alternancia política, el régimen neoliberal y tecnocrático ha sobrevivido; “…el retorno del sistema democrático no traería consigo la superación inmediata de los enclaves neoliberales instalados por la dictadura”. [17]
Esta pervivencia del régimen neoliberal se dio básicamente porque la Constitución de 1980 hacía muy difícil cualquier tipo de cambio en contra de ese modelo económico, como se ha señalado, además de que cuando quienes lo defendían perdían —o pierden— votaciones en el Parlamento, acudían o han acudido al Tribunal Constitucional, brazo armado de esa Carta Fundamental, para echar abajo leyes que intenten cambiar el modelo. [18]
No obstante, hubo intentos sociales que buscaron la inflexión del modelo en diversos ámbitos, entre éstos, el de la educación. Cabe recordar las protestas de 2006, durante el primer gobierno de Michelle Bachelet, de jóvenes bachilleres en contra de la privatización de la educación, a favor de la eliminación de los gastos de la prueba de acceso a la universidad y la derogación de la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza heredada de la dictadura, así como el rechazo al lucro en la educación, entre otros.
Ciertamente, esta movilización, que ya reflejaba una visible desigualdad social, consiguió la aprobación de la Ley de Educación que enseguida fue denominada por las y los estudiantes como ley maquillaje, [19] ya que no se concretaron realmente los cambios demandados.
Posteriormente, en 2011, durante el primer mandato del presidente Sebastián Piñera, estudiantes de universidad se movilizaron y lograron la simpatía de gran parte de la sociedad chilena en torno, nuevamente, al rechazo al lucro en la educación, así como a favor de la reivindicación de ésta como un derecho público y gratuito, y no un privilegio.
El Gobierno respondió aumentando el gasto en este sector, a través de becas y por medio de la reducción de la tasa de interés de los créditos a la educación, además de la promesa de una reforma tributaria que produciría un mayor equilibrio entre el gasto público y el aporte de las familias para la educación de sus hijas e hijos. Sin embargo, para las y los estudiantes éstos eran sólo cambios realizados desde una racionalidad tecnocrática y financiera, que no enfrentaban la demanda de fondo, es decir, el cambio de un modelo educativo excluyente, de lucro y privatizador.
Por otra parte, durante el segundo mandato de Michelle Bachelet, se buscó modificar el modelo económico neoliberal establecido en la Constitución de 1980. A seis días del final de su administración, y habiendo perdido las elecciones frente al actual presidente, la entonces primera mandataria envió, en marzo de 2018, un proyecto de ley al Congreso para cambiar el texto constitucional.
Ese proyecto de ley [20] no fue considerado por el nuevo Gobierno, sino hasta la irrupción y amplificación de las movilizaciones sociales de octubre de 2019, que desembocaron en la realización de un plebiscito para la elaboración de una nueva Constitución, como se verá a continuación.
La búsqueda del cambio del modelo neoliberal y tecnocrático por medio de una nueva Constitución
A inicios de octubre de 2019, un panel de personas expertas del transporte público recomendó al presidente Piñera aumentar el pasaje del Metro en 30 pesos chilenos, llegando a un máximo de 830 pesos (aproximadamente, USD 1,17) en hora punta, y a 640 pesos chilenos durante la hora baja.
Lo anterior detonó una serie de protestas, primero entre las y los estudiantes, y después, entre toda la población. Pronto, las manifestaciones se extendieron a varias ciudades, como Santiago, Valparaíso y Concepción. En Santiago hubo quema de varias estaciones de Metro, de autobuses y edificios, y ataques a diversas instalaciones públicas.
Este estallido social, que conjuntó las demandas sociales históricametne insatisfechas, también “representó la falta de consenso en torno a los valores éticos y sociales enmarcados en la constitución actual, elaborada durante la dictadura en 1980”. [21]
Para el 19 de octubre, el presidente chileno anunció la suspensión del alza de la tarifa del Metro, afirmando haber escuchado con humildad la voz de sus compatriotas.[22] Sin embargo, el retiro de la medida no logró apaciguar el ambiente social ya convulsionado.
El mandatario decretó entonces el Estado de emergencia y, posteriormente, el toque de queda en diferentes ciudades; además, señaló: “Estamos en guerra contra un enemigo poderoso e implacable que no respeta nada ni a nadie y que está dispuesto a usar la violencia sin ningún límite…” [23]
La gente siguió manifestándose hasta generar una gran marcha, el 25 de octubre de 2019, que convocó a más de un millón de personas En tal contexto, fueron suspendidas las reuniones de Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico y de la Conferencia de las Partes de la Convención de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 25), cuyo anfitrión iba a ser Chile.
Ante tal escenario de manifestaciones sociales, el presidente Piñera decidió convocar a un plebiscito para una nueva Constitución. Este llamado contó con el apoyo de diversos partidos políticos, los cuales suscribieron el Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución, de 15 de noviembre de 2019, que acordaba una salida institucional de la crisis por medio de un plebiscito constitucional.
Debido a la irrupción de la COVID-19 en todo el mundo, hasta el 25 de octubre de 2020 se llevó a cabo el plebiscito acordado, y la mayoría de la ciudadanía chilena votó por el Sí (el 78.2 %), para la elaboración de una nueva Constitución.
Para ello, será creada una Convención Constitucional, compuesta por 155 representantes, mitad mujeres y mitad hombres, cuya elección será por medio de sufragio popular directo, y no habrá participación de representantes del Congreso. Esa elección tendrá lugar el 11 de abril de 2021. Las y los constituyentes tendrán un plazo de nueve o, como máximo, doce meses para redactar el nuevo texto de la Carta Magna.
El texto que resulte de la Convención será sometido a un nuevo plebiscito en el 2022, por medio de voto obligatorio, para saber si la ciudadanía lo aprueba o lo rechaza. En caso no aprobarlo, la Constitución que seguirá rigiendo a Chile será la de 1980 y sus reformas.
Para Vicky Murillo, directora del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Columbia, en Nueva York, “el plebiscito en Chile emergió como respuesta a la movilización social, síntoma de la crisis de representación del sistema político del país.” [24]
Esa crisis de representación se ha podido constatar también en otros países. En tal sentido, una de las vías para revitalizar la democracia y, con ello, la representación política, es la participación ciudadana. El plebiscito, la consulta popular y el referéndum son figuras que permiten la expresión ciudadana directa.
En Chile, el plebiscito está sirviendo para dar salida a una crisis institucional, política, económica y social, que parecía magnificarse día con día. La participación real de la ciudadanía en los asuntos de Estado ofrece una salida democrática a problemas o conflictos que pueden presentarse en cualquier sociedad, en cualquier momento.
En México se ha empezado a hacer realidad la aplicación de este mecanismo de democracia directa. La ciudadanía se encuentra consciente de la responsabilidad que ello implica y, sin duda, estará participando en los asuntos que le impactan directa o indirectamente. Esto es un buen comienzo que, sin duda, habrá que fomentar, pero también cuidar, para no caer en la instrumentalización política de ese mecanismo en perjuicio del país.
Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA
Fuentes:
[1] Chvnoticias. (8 de octubre de 2019). “‘En medio de esta América Latina convulsionada, Chile es un verdadero oasis’, dice Piñera”. 3 de noviembre de 2020. https://bit.ly/35UlRAT
[2] Idem.
[3] González, L. M. (30 de octubre de 2020). “Chile: el ejemplo; Chile: el antiejemplo”. El Economista. 3 de noviembre de 2020. https://bit.ly/3jMC28g
[4] Idem.
[5] Banco Mundial. (2020). PIB per cápita (US$ a precios actuales)-Chile. 3 de noviembre de 2020. https://bit.ly/3oSO57H
[6] Banco Mundial. (2020). PIB per cápita (US$ a precios actuales)-Chile, Latin America & Caribbean (excluding high income). 3 de noviembre de 2020. https://bit.ly/3eovQCk
[7] Rumié Rojo, S. (Enero-abril 2019). “Chicago Boys en Chile: neoliberalismo, saber experto y el auge de una nueva tecnocracia”. Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales. UNAM, Año LXIV, núm. 235.
3 de noviembre de 2020, p. 148. https://bit.ly/3kP5T19
[8] Idem.
[9] Idem.
[10] Idem.
[11] Gutiérrez Campos, L. (Diciembre de 2019). “Neoliberalismo y Modernización del Estado en Chile: Emergencia del Gobierno Electrónico y desigualdad social”. CUHSO, p. 266. 3 de noviembre de 2020. https://bit.ly/3kRxPBB
[12] Rumié Rojo, A. Op.cit., p. 150.
[13] Idem.
[14] Biblioteca Nacional del Congreso de Chile. (S/f.). Constitución Política de la República de Chile. Texto promulgado por Decreto Supremo N° 1.150, de 21 de octubre de 1980. 4 de noviembre de 2020. https://bit.ly/2JotasZ
[15] Idem.
[16] Anfossi, A. (10 de noviembre de 2019). “Derecha y empresarios tiene horror a nueva Constitución en Chile: Couso”. La Jornada. 4 de noviembre de 2020. https://bit.ly/3ehVKI7
[17] Gutiérrez Campos, L. Op. cit., p. 267.
[18] Anfossi, A. Op. cit.
[19] Picazo, M. I.; Pierre, C. (28 de septiembre de 2016). “La educación como derecho social: la construcción del referencial de acción pública del movimiento estudiantil chileno”, Revista Uruguaya de Ciencia Política, Vol. 25, núm. 2, p. 106. 4 de noviembre de 2020. https://bit.ly/2TLSniV
[20] El proyecto de ley para una nueva Constitución buscaba garantizar ciertos derechos, como el acceso a la salud y a la educación, la no discriminación y la igualdad salarial, la gratuidad de la educación universitaria y una reforma tributaria para financiarla, entre otros. Sáez Leal, J. (6 de marzo de 2018). “Bachelet presenta una propuesta de una nueva Constitución a seis días de su Gobierno”. El País. 5 de noviembre de 2020. https://bit.ly/31YZEk7
[21] IDEA. (23 de octubre de 2020). “¿Qué decide Chile en el plebiscito nacional de este domingo?” 5 de noviembre de 2020. https://bit.ly/2HXGSCA
[22] Infobae. (19 de octubre de 2019). “Sebastián Piñera suspendió el aumento del boleto del Metro de Santiago de Chile”. 5 de noviembre de 2020. https://bit.ly/3kTFyiI
[23] Paúl, F. (20 de octubre de 2020). “Protestas en Chile: 4 claves para entender la furia y el estallido social en el país sudamericano”. BBC News. 5 de noviembre de 2020. https://bbc.in/3kSjDIE
[24] Molina, P. (23 de octubre de 2020). “Plebiscito histórico en Chile: 4 claves para entender la consulta en la que ganó la opción de cambiar la Constitución de Pinochet”. BBC News. https://bbc.in/2I2uJvS