Presidente, vacunas e infodemia
El presidente está confinado, pero no incomunicado; separado temporalmente de la gente, pero no segregado de la realidad.
¿El presidente AMLO debió ser de las primeras personas en recibir la vacuna?
La respuesta es sí. Pero por decisión propia, por el alto sentido de la congruencia, la moral pública y el ethos de lo que debe ser un servidor público (siervo de la nación), decidió esperar su turno, hasta que le tocara, como a un ciudadano más, como al resto de las mexicanas y los mexicanos de su grupo etario (a finales de marzo).
En su calidad de comandante supremo de las Fuerzas Armadas y en su condición de superior jerárquico de las brigadas que recorren el país vacunando al personal de salud que está en la primera línea de atención a personas enfermas de COVID-19, el presidente AMLO tenía todo el derecho de ser de los primeros en recibir la inoculación, tal como han hecho los mandatarios de todos los países que están aplicando ya la vacuna (desde Donald Trump y Joe Biden, en Estados Unidos, hasta Alberto Fernández, en Argentina; desde Vladimir Putin, en Rusia, hasta Justin Trudeau, en Canadá).
La infodemia que ha acompañado a esta pandemia en nuestro país afirmaba que el presidente AMLO ya se había vacunado secretamente. Que habría recibido la dosis de China junto con integrantes del gabinete, y que la prueba de ello era que había reanudado su agenda de giras los fines de semana, en las que no utilizaba cubrebocas y conversaba con personas. Hoy sabemos que eso era falso, que no se había vacunado y que cumplió su palabra de esperar su turno, aunque esta espera tuvo ya un costo para su salud personal.
Afortunadamente se encuentra estable, recibiendo la atención médica adecuada y cumpliendo con los protocolos de salud. Sin duda, se recuperará y pronto lo veremos en acción otra vez. El presidente está confinado, pero no incomunicado; separado temporalmente de la gente, pero no segregado de la realidad; imposibilitado para dar audiencia, pero no ausente de las decisiones de gobierno y de Estado.
La mayor parte de la gente que se ha confinado para superar la COVID-19 describe el lado positivo de la experiencia: “fueron días de reflexión y de renovación interna”; “tiempo de gratitud y de valorar la vida”; “momentos de recogimiento y de hacer un balance del camino recorrido”; “la salud lo es todo, sin ella no hay trabajo, no hay vida”; “de la cuarentena sales renovado o simplemente no entendiste qué pasó”. Dado que su pecho no es bodega, sería muy humano que el presidente, una vez recuperado, contara como vivió esta catorcena de vida.
Fue un lunes 25 de enero de emociones encontradas: inició con la expectación de una primera “conferencia mañanera” sin su creador y protagonista principal, el presidente de México; la esperanza alentadora llegó al mediodía, con el anuncio de 24 millones de dosis de vacunas rusas para México, gestionadas por el presidente AMLO ante el presidente ruso Vladimir Putin; por la tarde, la tristeza de haber llegado a 150,000 decesos por COVID-19, y en la noche, la alegría de ver signos económicos, sociales y sanitarios de que la pandemia empieza su punto de inflexión en todo el mundo.
Ya tenemos vacunas contra la pandemia, pero aún no contra la infodemia o la enfermedad de noticias falsas. Contra este mal, propio de las sociedades abiertas o democráticas, la información y el debate son el mejor antídoto. Ésa será, en su momento, otra lucha pandémica.
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