Claves tras el juicio político contra Donald Trump
El pasado sábado 13 de febrero, el Senado de Estados Unidos concluyó el juicio político contra el expresidente Donald Trump. Todas las y los demócratas y dos legisladores independientes votaron a favor de la condena, mientras que 43 republicanos votaron por la absolución. De modo tal que el Senado se quedó a 10 votos de la mayoría de dos tercios (67 sufragios) que era necesaria para declarar culpable de incitación a la insurrección al exmandatario por los acontecimientos del pasado 6 de enero en el Capitolio. Fue así como Trump se convirtió en el primer presidente en la historia de Estados Unidos en enfrentar un segundo juicio político.
El juicio se desarrolló en un clima de discusión sobre la pertinencia de aceptar testigos que aportaran más información sobre lo que ocurrió aquel día en el capitolio. Pero de hacerlo, el juicio se hubiese prolongado semanas o inclusos meses y las discusiones sobre otros asuntos de suma importancia, en medio de la crisis de salud actual, hubiesen tenido que esperar. Por otro lado, durante el juicio político se mostraron videos de la violencia dentro del recinto legislativo. Las imágenes son lamentables y reprobables en una democracia como la estadounidense.
¿Quién gana? ¿Quién pierde?
El presidente Trump fue absuelto con el apoyo del Partido Republicano, que aún mantiene buena posición en el Congreso a pesar de los resultados en la pasada elección en ese país. Sin embargo, la votación mostró un ligero cambio en la posición del partido de Trump: siete republicanos decidieron apoyar la condena. Las ligeras grietas políticas se notan. Incluso, The Washington Post reporta que hubo legisladores del Partido Republicano que votaron a favor de la absolución, criticaron la actuación del entonces presidente Trump durante ese 6 de enero. “Era tan obvio que solo el presidente Trump podía terminar con esto. Él era el único”, afirmó el líder de la minoría en el Senado, Mitch McConnell, en referencia a que el entonces mandatario no había actuado para detener la violencia.[1]
Hay un distanciamiento entre un sector de miembros del Partido Republicano y Trump. También la exembajadora de Estados Unidos ante la ONU, Nikki Haley, reprochó el comportamiento del expresidente frente a los actos de violencia. “Tenemos que reconocer que nos defraudó”, concluyó Haley.[2] Finalmente, como una muestra más de las diferencias en el Partido Republicano, se encuentra la reciente decisión de los comités estatales de Carolina del Norte y Luisiana de emitir un “voto de censura” contra los senadores Bill Cassidy y Richard Burr, luego de apoyar la declaración de culpabilidad a Trump.[3]
Por un lado, dados los resultados, se intuye que gran parte de republicanos mantiene una postura fiel a quien gobernó el país durante cuatro años en nombre de su partido. Por otra parte, hay un sector, probablemente más reducido, que busca desvincularse de la antigua administración. Las declaraciones negativas sobre Trump por parte de liderazgos importantes en el Partido Republicano, incluso cuando lo apoyaron en el juicio político, indican una fisura importante sobre la posición que la organización política mantendrá sobre el papel que Trump jugará en la vida pública en los siguientes meses. El juicio político reveló los desacuerdos al interior de las filas republicanas.
Por otro lado, para congresistas demócratas, incluso para el propio presidente Joe Biden, los resultados del juicio político revelan los retos que enfrentarán en el poder. En primer lugar, se puede afirmar que Trump, o por lo menos sus ideas, continúan vigentes y dominan en la mayor parte del Partido Republicano. Sólo siete legisladores, en su mayoría sin ambiciones de reelección, decidieron contrariar esta corriente predominante y votar en contra de Trump.
A pesar de que el Partido Demócrata cuenta con el control—aunque angosto—de ambas cámaras, gran parte de la agenda de Biden requerirá el apoyo no sólo de demócratas en el Congreso, también de integrantes republicanos. Y esta primera convocatoria no ha logrado sumar las simpatías necesarias a la causa demócrata.[4]
Serán intensas e interesantes las discusiones y negociaciones entre republicanos y demócratas acerca del proyecto de gobierno de Biden. La oportunidad para el presidente estadounidense se encontraría en abrir un profundo espacio de apoyo social para su agenda y, entonces, persuadir a congresistas del Partido Republicano a trabajar en equipo y apoyar algunas de sus propuestas. Es probable que, en la discusión para el plan de emergencia contra el COVID-19 se revele la disposición de la oposición a apoyar a Biden.[5]
Aunque por ahora parece que este plan no será bipartidista. Las y los legisladores republicanos se rehúsan a aprobar un proyecto en los términos que Biden planteó. Consideran que destinar tantos recursos económicos sería irresponsable fiscalmente. Por ahora, Biden quiere lanzar el programa de emergencia, aunque carezca del apoyo bipartidista. Ya se verá si en un futuro hay coincidencias.[6]
Luego del resultado del juicio político, es válido preguntarse acerca del beneficio del proceso para el Partido Demócrata; y es que, desde su perspectiva, la medida fue necesaria como parte de un ejercicio de rendición de cuentas a la ciudadanía estadounidense. Además, el desahogo de pruebas y su discusión establece un precedente para la no repetición de eventos similares. Sin duda, fue un intento de catarsis pública con el objetivo de disminuir la polarización social, sea cual fuere el resultado. De acuerdo con Ipsos, el 71% de los estadounidenses, incluida casi la mitad de las personas que reportaron preferencias republicanas, considera que Trump es al menos parcialmente responsable por los hechos en el Capitolio.[7] De algún modo, el consenso sobre el tema entre la población estadounidense legitimó el proceder del Partido Demócrata, con un impulso y voto de confianza a su recién inaugurada administración.
Segundo primer día de la administración Biden
De acuerdo con un texto de Político,[8] con la decisión final del Senado sobre la no culpabilidad del expresidente, la administración de Joe Biden verdaderamente arranca. “Es el primer día de la era posterior a Trump”, se dice. Desde el anuncio del triunfo de Biden, la agenda y la conversación pública en Estados Unidos han sido marcadas por Donald Trump, entre su negativa a aceptar la derrota y su resistencia a cooperar en la transición ordenada del poder. Además, en estas primeras semanas, mediante casi 50 acciones ejecutivas, Biden se ha dedicado a revertir las decisiones más significativas de su antecesor en materia de inmigración, cambio climático y salud, entre otros asuntos. Se puede afirmar que, Biden construyó una agenda casi por completo con base en el rechazo a las decisiones de Trump.
Desde ahora, Biden podrá tomar decisiones vinculadas a su propio plan de gobierno, sin el escollo de la anterior administración. Ya atendió los asuntos que con mayor facilidad se podían revertir, vienen los más complicados. El juicio político de Trump ya no será prioridad de la agenda nacional, el protagonista ahora es el presidente Biden.
De esta misma forma, con su decisión, el Congreso estadounidense atiende quizá uno de los asuntos más relevantes de las últimas semanas. Desde ahora, a corto plazo, las y los legisladores estadounidenses se podrán enfocar en discutir otras cuestiones desvinculadas de la Presidencia de Trump. Por ejemplo, el proyecto de ley de alivio frente a la pandemia de COVID-19, de especial urgencia.[9]
Para Biden, de aquí en adelante, el reto será establecer un gobierno fuera de la luz del régimen anterior. En su lugar, promover una agenda y sello propios que estén encaminados a mejorar la vida de las y los estadounidenses. Los próximos meses serán determinantes para vislumbrar la capacidad de Biden para abordar asuntos que podrían implicar cambios más profundos y, por tanto, discusiones y resistencias más amplias. Por ejemplo, una reforma migratoria, expansión de la atención médica y, tal vez, el fortalecimiento del control de armas; medidas que requerirán de algún apoyo republicano.[10] La parte más sencilla ha pasado, la reconstrucción a través de ordenes ejecutivas ya avanzó. Es tiempo del debate profundo, de la negociación y, finalmente, del impulso de políticas públicas más ambiciosas.
Fuentes
[1] Gardner, A. et. al. (2021). “Trump acquitted on impeachment charge of inciting deadly attack on the Capitol”. The Washington Post. 13 de febrero de 2021. https://wapo.st/3jU38w1
[2] Stracqualursi, V. (2021). “Nikki Haley criticizes Trump and says he has no future in the GOP”. CNN. 12 de febrero de 2021. https://cnn.it/3u60CHB
[3] Merica, D. y Devan Cole. (2021). “Burr censured by North Carolina GOP for voting to convict Trump”. CNN. 16 de febrero de 2021. https://cnn.it/3s19Z9L
[4] Shear, M. (2021). “Biden Takes Center Stage With Ambitious Agenda as Trump’s Trial Ends”. The New York Times. 14 de febrero de 2021. https://nyti.ms/3dlkJvq
[5] Ídem.
[6] McManus, D. (2021). “Column: Joe Biden had a choice: Go big or go bipartisan. He opted for big”. Los Angeles Times. 7 de febrero de 2021. https://lat.ms/37nPv3a
[7] Reuters y Wire Service Content. (2021). “Poll: Most Americans Think Trump at Least Partially Responsible for Capitol Attack”. U.S.News. 13 de febrero de 2021. https://bit.ly/3u8O5Dd
[8] Lizza, R. et. al. (2021). “POLITICO Playbook: The Biden presidency starts today”. Politico. 15 de febrero de 2021. https://politi.co/3qs5rsJ
[9] Ídem.
[10] Linskey, A. (2021). “Biden has started erasing Trump’s legacy. Now the hard part starts.”. The Washington Post. 14 de febrero de 2021. https://wapo.st/3u7hD4f