A votar el próximo domingo

La democracia es binaria: si un país reconoce la reelección (de ayuntamientos y legisladores), debe promover también la revocación.

Les comparto mis razones y motivos:

1) El futuro de las democracias está cada vez más en la participación ciudadana directa, con instrumentos como el plebiscito, el referéndum, la consulta popular, la iniciativa ciudadana y la revocación de mandato, y cada vez menos en la democracia participativa indirecta o neutralizada por instancias intermedias, como los partidos tradicionales, que terminan en lo que Robert Michels llamó la “Ley de hierro de las oligarquías”.

2) Las democracias del futuro serán cada vez más reticulares y horizontales —debido a una ciudadanía digital, moldeada por las tecnologías de la información y de la comunicación—, y cada vez menos piramidales y verticales.

3) La democracia es binaria, se sostiene por lo menos en dos dimensiones: el diseño de los pesos y contrapesos del poder (Montesquieu, inspirado en Newton), pero también en el origen fundacional e irreductible de la voluntad popular expresada en una mayoría libre, simple y directa (Rousseau).

4) Este diseño bidimensional obliga a que, si un país ya reconoce la reelección (ayuntamientos y legisladores), debe promover también la revocación. Si un buen o una buena gobernante merece la oportunidad de que se le reelija, un mal o una mala gobernante merece el castigo de la conclusión anticipada de su mandato. Succionar las mieles sabrosas del poder y rechazar las hieles amargas del mismo no es democrático ni justo.

5) Las consultas revocatorias no son la panacea, pero sí constituyen una alternativa civilizada, pacífica y legítima a los impulsos autoritarios de todo sistema político imperfecto, como los golpes militares, las revueltas, los levantamientos insurrectos, las conspiraciones y los golpes blandos de Estado, tan de moda en estos tiempos.

6) Comentemos ahora el punto más crítico. “Después de la revocación vendrá la reelección o la prolongación del mandato presidencial”. No fue así en 2003, cuando AMLO, jefe de Gobierno del D. F., promovió un ejercicio similar a la mitad de su mandato, por vía telefónica, y ganó con el 97 por ciento a favor de la continuidad. Más bien un año después sucedió lo contrario a la reelección: vino la embestida del desafuero.

Tampoco ha terminado en reelecciones el 100 por ciento de las consultas revocatorias registradas en el último siglo en el planeta. Por el contrario, hubo dos muy importantes en las cuales los presidentes perdieron su mandato: Charles de Gaulle y Augusto Pinochet. Y acerca de la actitud del árbitro electoral, el INE, creo que está suficientemente acreditado su distanciamiento y disenso respecto a este ejercicio revocatorio, por lo que no se puede afirmar que es un “árbitro vendido” al Ejecutivo federal.

7) Sobre la métrica revocatoria: será un Domingo de Ramos, no de ramilletes de boletas electorales. Con el número acotado de casillas disponibles, se requeriría de dos días para recibir los 37 millones de votos que exige la ley para que la consulta sea vinculante. Aun así, hay que votar y hacer historia. El presidente ofreció acatar el resultado si le era adverso, incluso si no se alcanzaba el porcentaje obligatorio del 40 por ciento del listado nominal.

Aquí va mi apuesta: 10 millones de votantes sería un éxito moderado; 15 millones, un éxito óptimo; 20 millones o más, un éxito grandioso. Y va mi resto: 7 de cada 10, mínimamente, votaremos para que el presidente AMLO siga al frente hasta el 2024.

 

ricardomonreala@yahoo.com.mx

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