AIFA: despega el sexenio

La economía moral sí funciona. Ayer despegó del AIFA.

Ayer, a las 6:30 am, desde el nuevo Aeropuerto Internacional General Felipe Ángeles, despegó la segunda parte del actual sexenio. Lo hizo con fuerza y potencia.

El AIFA es la punta de un conjunto de obras de infraestructura que, además de mostrar la marca de la 4T (obras austeras, sin deuda, sin ampliaciones presupuestales, terminadas a tiempo y cien por ciento públicas), dejarán huella en la economía del país y en las regiones que buscan impactar.

En junio próximo vendrá la refinería de Dos Bocas, luego el Tren Maya, después el Corredor Interoceánico, el nuevo parque temático de Chapultepec, la conclusión del suburbano México-Toluca, el centro recreativo y cultural de las Islas Marías, la regeneración de hidroeléctricas, el regreso de los trenes de pasajeros sobre tres mil kilómetros de vías férreas o renovadas, y una decena más de obras de infraestructura pública, cuyo detonador en materia de empleos y de inversiones privadas tendrá como beneficiarias a las próximas dos generaciones, por lo menos.

Si durante su primer trienio el gobierno del presidente AMLO se ancló entre la población mediante una red de 18 programas sociales, gracias a la cual siete de cada 10 hogares mexicanos tienen al menos una persona beneficiaria, y cuya inversión este año rondará los 450 mil MDP, este segundo trienio será el detonador de la inversión y el crecimiento económico que, en conjunto con la inversión social sin precedente, darán a la actual administración federal una fortaleza política nunca vista en los últimos 50 años.

Me ha tocado observar las segundas partes de las ocho administraciones federales previas (desde López Portillo hasta López Obrador). No recuerdo un paquete de obras de infraestructura pública tan sólido y diverso como el que veremos en los próximos tres años.

Y, sin embargo, a pesar del enorme esfuerzo presupuestal realizado, no rendirán todos sus frutos si no se complementan con la inversión privada. Ésta se dará de manera colateral y natural, en cuanto empiecen a operar las obras públicas que están en puerta.

Lo que veremos en el segundo semestre de este gobierno no es el esquema neoliberal de las Asociaciones Público-Privadas (APP), sino la recuperación del modelo de economía mixta que en el siglo pasado le permitió al país tasas sostenidas de crecimiento económico del seis por ciento. Economía mixta en la que el Estado realiza obras públicas estratégicas (aeropuertos, refinerías, hidroeléctricas, ferrocarriles, hospitales, universidades, centros culturales), y los privados independientes invierten sus recursos con tasas de ganancia moderadas y no monopólicas.

Al esquema de economía mixta del siglo XX le falló la inversión social y el excesivo proteccionismo económico, generador de la corrupción endémica del llamado “capitalismo de cuates” o de “compadres”. Este elemento distorsionador es precisamente lo que busca evitar la economía moral de la 4T, cuyas piedras angulares son la separación del poder político del poder económico, la rectoría del Estado en áreas neurálgicas del desarrollo (energía, por ejemplo), el combate a la desigualdad social y la erradicación de la impunidad.

La economía moral sí funciona. Ayer despegó del AIFA.

 

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