Alianzas contra China
El pasado 15 de septiembre se anunció la creación de la alianza AUKUS[1] (por las iniciales en inglés de sus integrantes: Australia, el Reino Unido y los Estados Unidos), un pacto informal de seguridad y defensa que permitirá que el Gobierno australiano adquiera submarinos estadounidenses de propulsión nuclear. Lo cierto es que, aunque no se mencionó explícitamente, analistas coinciden en que la creación de AUKUS está vinculada a un fenómeno cada vez más evidente y de importancia mundial: el desarrollo de la capacidad militar de China y la posible amenaza a la seguridad nacional que el hecho implica para esos países.
Por otro lado, también en septiembre pasado por primera vez los mandatarios de los países miembros de The Quad (Diálogo de Seguridad Cuadrilateral), Estados Unidos, Australia, India y Japón, se reunieron por primera vez en la historia de la alianza de manera presencial. Este grupo formado en 2004 como una iniciativa de cooperación marítima luego del tsunami en el océano Índico, ahora se enfoca en asuntos de cooperación en materia económica, de salud y de seguridad internacional y regional.
Las cuatro naciones también han señalado sus preocupaciones compartidas sobre “el comportamiento cada vez más asertivo de China en la región (Asia-Pacífico)”.[2] En los últimos años, un grupo de países en América, Europa, Asia y Oceanía han promovido alianzas de este tipo, para contener el avance chino en áreas comerciales, económicas y militares.
Tensiones por el poderío económico y militar de China
El gigante asiático se ha convertido en una potencia global en materia económica y, en recientes años, también militar. La economía de ese país es de las más grandes del mundo, tan solo detrás de la estadounidense. Aunque la diferencia en el tamaño de sus economías sigue siendo sustancial, con el PIB de China, equivalente al 70 por ciento del de la Unión Americana, la tendencia indica que la brecha se está reduciendo.[3]
Asimismo, en septiembre pasado, el Pentágono reportó que ese país de Asia cuenta con el ejército más grande del mundo. Su fortaleza más destacada es su armada marítima, especialmente sus submarinos balísticos. Su flota cuenta con 350 buques de guerra, en contraste con los 293 de Estados Unidos, y se espera que hacia el final de la década las naves chinas asciendan a 360. Bajo esa tendencia, se puede afirmar que el crecimiento de las capacidades militares de esa nación seguirá aumentando, persiguiendo su objetivo de contar con “un ejército de clase mundial para 2049”.[4]
El aumento del poderío militar chino, acompañado de las diferencias territoriales en la región han propiciado las iniciativas de cooperación internacional como AUKUS. Por ejemplo, las autoridades del país asiático afirman tener soberanía en el mar de la China Meridional, pero otros países, como Vietnam, Filipinas, Malasia y Brunéi también reclaman parte de la zona.
Asimismo, China y Japón disputan el dominio sobre algunas islas en el mar de la China Oriental, a lo cual se suma la pugna entre India y China: tan sólo a principios del 2021 las autoridades de esos dos países acordaron una retirada militar simultánea de la región de Ladakh, luego de los enfrentamientos más letales en al menos cuatro décadas. Aunque ese pacto redujo el riesgo en el momento, la alerta por un conflicto armado continúa. En 2020, el ministro de Asuntos Exteriores de India, Subrahmanyam Jaishankar, afirmó que la relación entre las dos naciones se encuentra “profundamente perturbada”.[5]
Las diferencias políticas sobre la división territorial, a la par del constante aumento del poder militar de China, han creado un estado de tensión constante en la zona. Los países están buscando alternativas para enfrentar posibles riesgos de agresiones militares. Los procesos de rearme están vinculados a una necesidad de disuasión de un potencial enemigo. Iniciativas como AUKUS y Quad buscan identificar y desarrollar una estrategia de respuesta coordinada frente a la presunta amenaza entre países coincidentes entre sí.[6]
Contención militar: tensiones latentes y posicionamiento político
AUKUS y Quad personifican las inquietudes de algunos Estados sobre el crecimiento militar de China y marcan importantes precedentes de sus posturas ante una hipotética escalada de tensión y el surgimiento de agresiones regionales en el futuro. En Estados Unidos preocupa, además de las discrepancias territoriales, el intenso activismo del Gobierno chino en asuntos de la región que, de cierto modo, afectan sus intereses y los de sus aliados, entre ellos, Hong Kong y Taiwán, zonas de importante comercio internacional. Apenas el pasado 6 de octubre el ministro de Defensa taiwanés, Chiu Kuo-cheng, afirmó que para el año 2025 China será “capaz de organizar una invasión a gran escala” en ese territorio. La tensión actual es “la más difícil en 40 años”, agregó.[7]
Por su parte, desde la perspectiva de China, varios países de su región que incluirían desde Japón hasta Singapur, pasando por India, Vietnam y Australia, comparten el interés con Estados Unidos de contener su influencia. Esta cadena de cooperación impone una línea que bloquea el acceso de China a los océanos globales.[8]
Aunque tras la creación de AUKUS China no fue mencionada directamente, el crecimiento exponencial del poderío militar de ese país es claramente la fuerza que anima la firma del acuerdo. La alianza representa la convergencia de tres tendencias desde hace ya algún tiempo: primero, ese crecimiento exponencial y el uso asertivo del ejército chino; segundo, el drástico aumento de la presión política y económica impuesta a Australia por China y, finalmente, la creciente preocupación estadounidense por el poderío chino y el equilibrio de poder en Asia-Pacífico.[9]
En China se asevera que la firma de este acuerdo “daña gravemente la paz y la estabilidad regional”, así como que “exacerba una carrera armamentista y perjudica los acuerdos internacionales de no proliferación nuclear”. “Australia tiene que pensar si quiere ver a China como un socio o como una amenaza”, afirmó Zhao Lijian, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino. Países como Malasia, Indonesia y Corea del Norte también condenaron el acuerdo, incluso Nueva Zelandia informó que vetará la entrada de estos submarinos a sus aguas.
De acuerdo con Sheila A. Smith, experta en seguridad y defensa de Japón y Asia del Council on Foreign Relations, las relaciones estadounidenses y las de sus aliados en la región se basan principalmente en la defensa de sus valores comunes, como la apertura económica y social, los derechos humanos, la democracia y el Estado de derecho. Los integrantes de ese bloque de países percibirían la política exterior china como una “amenaza” a esos principios democráticos y de libertades.[10]
La conclusión más evidente de la reunión del Quad en septiembre pasado es que, justamente dentro de esas coincidencias, sus integrantes “ven el futuro de sus países entrelazados y consideran que juntos son más fuertes” frente al empoderamiento militar de China.[11]
Por ejemplo, por sus condiciones geográficas, Japón depende de rutas marítimas abiertas para mantener su comercio mundial y, así, su crecimiento económico y el abastecimiento de su mercado local. Las tensiones militares o una preponderancia política de China podrían afectar el paso en la zona para esos países y complicar el intercambio comercial. Para contrarrestar la posibilidad, Estados Unidos y Japón ya trabajan en conjunto a nivel militar. Incluso las autoridades japonesas ya han iniciado un proceso de acercamiento con los ejércitos australianos e indios. Los bloques de cooperación militar ya se tejen en la zona.[12]
Para Australia, la firma de AUKUS es la cúspide de su estrategia de seguridad y de las relaciones en esta misma materia que ha construido en los últimos años con el resto de los integrantes. Entre las medidas impulsadas destacan el Acuerdo de Acceso Recíproco con Japón, firmado en noviembre de 2020, y los ejercicios navales realizados anualmente con India. Estas acciones irían en la misma dirección: alinearse con Estados Unidos y sus aliados en lo que analistas llaman una “nueva guerra fría” con China. Ese acuerdo refuerza las alianzas australianas con sus socios tradicionales, contrariando las sanciones económicas chinas, y aumenta la capacidad bélica del país, hasta alcanzar militarmente, incluso, el mar de la China Meridional y el estrecho de Taiwán.[13]
Además, AUKUS representa el final de la ambigüedad política de Australia en su región. Disipa las dudas que anteriormente hubo sobre el lado que elegiría en esta colisión de poderes, evidenciada en 2018 con la frase del primer ministro Scott Morrison, “podemos tenerlo todo: seguridad a través de Estados Unidos y un socio económico dominante en China”.[14] Sin embargo, la compra de estos submarinos manifiesta que ese país se posiciona en la tensión militar. La alianza es el testimonio más claro de la independencia de Australia frente a las presiones económicas y militares desde China.[15]
A partir de que se desarrolló la tecnología de submarinos de propulsión nuclear en la década de 1950, Estados Unidos sólo la había compartido con el Reino Unido. Ahora que lo hace con Australia, Ian Johnson, experto en China del Council on Foreign Relations, afirma que es evidente que las autoridades estadounidenses consideran que es sumamente importante reforzar la flota de sus aliados en la llamada “primera línea” de un hipotético conflicto con China.
El AUKUS, entre otros aspectos, altera el equilibrio de poder y la capacidad naval en el Pacífico. Incluso Australia, aunque no cuenta con programa nuclear propio, elevará su presupuesto en defensa por encima del 2.2 por ciento de su PIB actual. De este modo, se convierte en uno de los países que velarán por la estabilidad y la paz regionales, alineado con los intereses estadounidenses.[16]
Finalmente, es necesario mencionar el papel de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, por sus siglas en inglés) en este engranaje de posicionamientos, porque estos países aún no concretan una visión única sobre el papel de China en la zona. Es claro que todavía no hay un consenso regional sobre la manera de abordar este asunto y, en consecuencia, se corre el riesgo de fracturar políticamente al bloque.
El reto se encuentra, entonces, como menciona Ristian Atriandi Supriyanto, experto del Strategic & Defence Studies Centre en la Universidad Nacional de Australia, en mantener una acción regional unificada sobre este tema, y otros de seguridad, frente al posible quiebre de posición del grupo. Aunque parece que hay atención generalizada y preocupación de los integrantes de la ASEAN en la política de China, la construcción de una posición común aún se encuentra en proceso.[17]
Contención económica: programa de inversión global e iniciativas comerciales
La preponderancia comercial de China ha sido percibida por Estados Unidos, Europa y algunos países asiáticos como un fenómeno por contrarrestar. Frente a este hecho, desde hace algún tiempo se han lanzado alianzas e iniciativas que intentan neutralizar esa influencia económica. Por ejemplo, durante la mayor parte de la década del 2010, la Unión Americana impulsó un acuerdo de libre comercio denominado Asociación Transpacífica (TPP, por sus siglas en inglés), para “unir a países de ideas afines alrededor de la Cuenca del Pacífico”. Este pacto sería la alianza comercial más grande del mundo, dado que cubría el 40 por ciento de la economía global.
Uno de los objetivos del TPP era reducir la dependencia de los países del comercio con China e impulsar el liderazgo de Estados Unidos en Asia-Pacífico. Aunque fue firmado por el gobierno estadounidense, el entonces presidente Donald Trump eliminó a su nación del acuerdo comercial en 2017. Al año siguiente, los signatarios restantes firmaron el Acuerdo Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP). Hasta el momento, el presidente Biden ha afirmado que sólo apoyaría que EUA ingrese a ese documento, si se renegocia.
China respondió al Acuerdo con la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por sus siglas en inglés), pacto comercial que incluye menos disposiciones que el CPTPP sobre los asuntos laborales y de medio ambiente que los países integrantes deben acatar; en otras palabras, es más flexible. En septiembre pasado, China solicitó formalmente unirse al CPTPP y ya ha mantenido conversaciones con Australia, Malasia, Nueva Zelandia y otras naciones. Aunque por ahora no es probable, lo cierto es que la adhesión sería atractiva para el resto de los firmantes, dado el peso económico y dominante de China en la región. Además, sería irónico que China se sume al acuerdo que Estados Unidos diseñó para contrarrestar su crecimiento económico, y del que finalmente no participa.[18]
En materia económica, China mantiene una posición severa frente a sus vecinos, principalmente sobre los aliados estadounidenses. Por ejemplo, ha aplicado prohibiciones comerciales y aranceles en exportaciones de Australia, desde ese país sugirió una investigación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre los orígenes del COVID-19 en China, y luego de que concedió en marzo de 2021 el ingreso a territorio australiano a Ted Hui Chi-fung, un político prodemocracia de Hong Kong[19]. Desde entonces, las relaciones entre ambas naciones se han mantenido en tensión constante por asuntos políticos y económicos.
En materia económica, Japón percibe cómo China impone cláusulas económicas a los países del Indo-Pacífico para establecer lazos comerciales difíciles de romper en el futuro. Japón ha respondido con la intención de ofrecer a esos Estados alternativas de asistencia económica y de comercio, para compensar la creciente influencia china. Con ese mismo fin, Estados Unidos, Japón y Australia establecieron alianzas para aumentar los fondos disponibles para estos mecanismos de cooperación con países asiáticos, y que se puedan invertir en proyectos de infraestructura.[20]
Sin embargo, en un plan de largo alcance, justamente para contestar la política económica global de China, la presente administración en Estados Unidos busca implementar un programa de inversiones en proyectos de infraestructura para países en vías de desarrollo, conocido como Reconstruir un Mundo Mejor (B3W, por sus siglas en inglés) y anunciado en junio pasado por el G7, conformado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y el Reino Unido.
Los primeros acercamientos de este plan se dieron en países como Ecuador y Panamá en los últimos días del mes de septiembre, y se espera que se invierta en proyectos que atiendan áreas como clima, salud, tecnología digital e igualdad de género.[21] El proyecto, entre otras razones, surge como respuesta a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, (BRI, por sus siglas en inglés) promovida por China desde 2013.
En septiembre pasado, la Unión Europea también presentó su propia iniciativa conocida como Global Gateway, la cual incluye una mayor inversión europea en proyectos de infraestructura en países en vías de desarrollo. Los programas de Estados Unidos, de la mano con el G7, y el de la Unión Europea iniciarán operaciones a principios de 2022 y buscan revitalizar la ayuda y asistencia al desarrollo del mundo, que podrían ser consideradas las respuestas más claras a BRI, la iniciativa china.
BRI se basa en dos ejes principales: enviar al exterior el exceso de capacidad productiva del país, en un momento de desaceleración económica interna, y una forma de convertir la capacidad financiera de China en una ventaja geopolítica. Los programas desde Estados Unidos y Europa prometen basar el apoyo en valores como transparencia, responsabilidad, sostenibilidad, respeto al Estado de derecho, cambio climático y derechos humanos, entre otros.
En términos pragmáticos, justamente los requerimientos en términos de medio ambiente, sostenibilidad y transparencia financiera podrían ser un obstáculo para Estados Unidos y la Unión Europea en esta carrera por aumentar su influencia a través de la inversión. Numerosos grupos de países buscan proyectos de inversión bajo el modelo chino, que permite rapidez e inmediatez. Los planes desde Estados Unidos y Europa defienden los valores de una parte del mundo, con los que coincidimos en México, pero no necesariamente todos los países del mundo, sobre todo cuando se ven en la necesidad de inversiones inmediatas.
Durante décadas, el financiamiento estuvo dirigido por instituciones fundadas en Estados Unidos y Europa, con pocas o ningunas opciones en el resto del mundo. Pero ahora, Asia se ha convertido también en un centro de origen de inversiones para los países en vías de desarrollo. En el campo real, el reto para estadounidenses y europeos será competir con la fluidez de las inversiones chinas en el mundo, sin sacrificar sus valores y principios.[22]
De acuerdo con Andreea Brinza, vicepresidenta del Instituto Rumano para el Estudio de Asia-Pacífico, la iniciativa B3W se centra demasiado en los estándares, la transparencia y la sostenibilidad, y esto supondría una desvinculación con la realidad de los países de ingresos bajos y medios que necesitan urgentemente financiamiento para su infraestructura.[23]
Para concluir se puede afirmar que, sin duda, desde Estados Unidos, Europa, Asia y Oceanía es evidente el alineamiento a través de alianzas económicas y militares para enfrentar la creciente influencia global de China. Las recientes noticias sobre la creación de AUKUS y el relanzamiento de Quad son sólo parte de un largo camino de posicionamientos y nuevas estrategias en el mundo para los próximos años.
A la par, se revelan intentos geopolíticos desde los dos lados de la tensión para llevar inversión a diversos países en vías de desarrollo, y así atraer a la propia esfera de influencia a otros integrantes de la sociedad internacional. Desde México, sólo queda insistir en la reducción de la tensión, para evitar hostilidades en el futuro que puedan afectar a la población y al comercio mundiales.
Fuentes
[1] White House, “Joint Leaders Statement on AUKUS”. White House (15 de septiembre, 2021), sec. Briefing Room [En línea]: https://bit.ly/3mEZvMf [Consulta: 4 de octubre, 2021].
[2] Sheila A. Smith, “The Quad in the Indo-Pacific: What to Know”. Council on Foreign Relations (27 de mayo, 2021), sec. In Briefs [En línea]: https://on.cfr.org/3Fq0LeR [Consulta: 4 de octubre, 2021].
[3] George Friedman, “China as a Third World Country”. Geopolitical Futures (6 de abril, 2021), sec. Analysis [En línea]: https://bit.ly/2YDPnvd [Consulta: 4 de octubre, 2021].
[4] John Grady, “Pentagon Report: China Now Has World’s Largest Navy as Beijing Expands Military Influence”. USNI News (1 de septiembre, 2020), sec. Aviation [En línea]: https://bit.ly/3FrYUWP [Consulta: 4 de octubre, 2021].
[5] Daniel S. Markey, “Preparing for Heightened Tensions Between China and India”. Council on Foreign Relations (19 de abril, 2021), sec. Center for Preventive Action [En línea]: https://on.cfr.org/3uS4U6m [Consulta: 4 de octubre, 2021].
[6] Ídem.
[7] “Taiwán teme invasión china ‘a gran escala’ en 2025”. Deutsche Welle (6 de octubre, 2021), sec. Política, El Mundo [En línea]: https://bit.ly/3iJuhT7 [Consulta: 6 de octubre, 2021].
[8] George Friedman, “China and the Element of Surprise”. Geopolitical Futures (3 de agosto, 2021), sec. Analysis [En línea]: https://bit.ly/3Bp0tSX [Consulta: 5 de octubre, 2021].
[9] Charles Edel, “China Has Only Itself to Blame for AUKUS”. Foreign Policy (24 de septiembre, 2021), sec. Argument [En línea]: https://bit.ly/3an7VC2 [Consulta: 5 de octubre, 2021].
[10] S. A. Smith, “The Quad in…”, op. cit.
[11] S. A. Smith, “What’s Next for the Quad?”. Council on Foreign Relations (30 de septiembre, 2021), sec. In Briefs [En línea]: https://on.cfr.org/3llTAME [Consulta: 6 de octubre, 2021].
[12] Idem.
[13] Ian Johnson, “Trade Versus Subs: The Risky U.S. Tradeoff in the Asia-Pacific”. Council on Foreign Relations (17 de septiembre, 2021), sec. Asia Unbound y Asia Program [En línea]: https://on.cfr.org/3uRPgYy [Consulta: 4 de octubre, 2021].
[14] “Morrison won’t pick sides in US-China spat”. SBS News (15 de noviembre, 2018) [En línea]: https://bit.ly/3iLUDDI [Consulta: 7 de octubre, 2021].
[15] James Curran, “Could the AUKUS Deal Strengthen Deterrence Against China—And Yet Come at a Real Cost to Australia?”. Council on Foreign Relations (20 de septiembre, 2021), sec. Asia Unbound [En línea]: https://on.cfr.org/2Yt78gg [Consulta: 4 de octubre, 2021].
[16] C. Edel, op. cit.
[17] Ristian Atriandi Supriyanto, “Why Southeast Asia Should Welcome AUKUS”. Foreign Policy (28 de septiembre, 2021), sec. Analysis [En línea]: https://bit.ly/2YwoJ6U [Consulta: 8 de octubre, 2021].
[18] I. Johnson, op. cit.
[19] Peter Hartcher, “‘Just not going to happen’: US warns China over Australian trade stoush”. The Sydney Morning Herald (16 de marzo, 2021), sec. What in the World [En línea]: https://bit.ly/3oLk4t8 [Consulta: 8 de octubre, 2021].
[20] S. A. Smith, “The Quad in…”, op. cit.
[21] Reuters, “U.S. plans infrastructure projects in Latin America to counter China initiatives”. NBC News (28 de septiembre, 2021), sec. Latino [En línea]: https://nbcnews.to/3lqKA97 [Consulta: 8 de octubre, 2021].
[22] Keith Johnson, “Belt and Road Meets Build Back Better”. Foreign Policy (4 de octubre, 2021), sec. Deep Dive [En línea]: https://bit.ly/3lm2wS2 [Consulta: 4 de octubre, 2021].
[23] Andreea Brinza, “Biden’s ‘Build Back Better World’ Is an Empty Competitor to China”. Foreign Policy (29 de junio, 2021), sec. Argument [En línea]: https://bit.ly/3Dml0Id [Consulta: 4 de octubre, 2021].