Austeridad en el gobierno, para invertir en bienestar
Hermann Heller definió la política como la unidad interna de una nación, guiada por una voluntad. Hoy en México se puede decir que esa voluntad es de transformación. Antes aun de la pandemia de COVID-19, el presidente de la República delineó una política económica con justicia social que eliminara lujos y excesos, para invertir en programas prioritarios que produjeran bienestar en todos los rubros de la vida de las personas, de manera responsable, sin endeudamiento y sin incrementar impuestos.
En el pasado, los esfuerzos de gran parte de los gobiernos para generar Estados de bienestar robustos se vieron frenados por el neoliberalismo, toda vez que su creación implicó un incremento en el endeudamiento y en las cargas fiscales, que resultaron insostenibles para las sociedades. Bajo la presencia de esta nociva combinación, el modelo económico neoliberal pudo, con facilidad, desmantelar las instituciones construidas para brindar bienestar, sustituyéndolas por las leyes del libre mercado.
Por ello, durante esta primera etapa del cambio de régimen en México es importante dejar claro que la concepción del Estado de bienestar que promueve el presidente Andrés Manuel López Obrador ni genera deuda ni se convierte en una carga fiscal para la ciudadanía, características que diferencian un Estado de bienestar responsable de uno populista.
Esta concepción aleja los malos augurios que aseguraban que un gobierno de izquierda, como el que encabeza el presidente AMLO, llevaría al país a la bancarrota y al endeudamiento; lo cual se refleja con mayor claridad en el Paquete Económico para el próximo año, que presentó el Ejecutivo federal, pues es un claro ejemplo de sobriedad y responsabilidad ante la emergencia sanitaria, y mantiene presentes los retos que implica un cambio de régimen, siendo el principal que los recursos son limitados y que se ven rebasados por las necesidades de los distintos grupos sociales, que hoy más que nunca atraviesan tiempos difíciles para sortear los retos de la reactivación económica. Por eso, priorizar los rubros más importantes fue una decisión acertada en el Paquete Económico: bienestar, salud y educación.
El presupuesto planeado para el rubro de bienestar presenta un incremento de más de dos mil millones de pesos. Con esto se busca seguir cumpliendo con el otorgamiento de los programas sociales, los cuales fueron elevados a rango constitucional, y también se demuestra la importancia de profundizar la transformación ante la crisis generada por la pandemia, sin interrumpir la intención de construir un Estado de bienestar sólido. Hoy, siete de cada diez familias en México reciben un beneficio por medio de los programas sociales federales, y precisamente a través de esta red se ha protegido de los efectos de la contingencia de salud a las personas más vulnerables.
Asimismo, la emergencia sanitaria puso al centro de las políticas públicas en todo el mundo la salud y la vida de las personas, hecho que se ve reflejado en el aumento de más de 11 mil millones de pesos en este rubro en la propuesta de Paquete Económico 2021. Este incremento, además de estar enfocado en solventar con más soltura las necesidades de la población y del personal de salud, que fue duramente golpeado por los efectos de la pandemia, refuerza la convicción de construir un sistema de sanidad público que sea funcional, de calidad, universal y gratuito. Solamente de esta manera se podrá dotar al Estado mexicano de suficiente fuerza para hacer frente a una crisis como la que actualmente se vive.
A su vez, el hecho de que la educación tenga el mayor presupuesto para el próximo año tampoco es casual, ni una ocurrencia. Es la respuesta lógica y razonada ante la necesidad de aumentar el valor agregado del trabajo de las y los mexicanos, pues los conocimientos y el desarrollo tecnológico han probado ser eficaces en este propósito. Una sociedad educada ya no se ve como un obstáculo para el Gobierno, sino como la única vía para construir una democracia verdadera y participativa. Además, la educación es el elemento de nivelación social por excelencia, por eso, construir sociedades más justas y equitativas implica la consolidación de un sistema educativo de calidad y con la capacidad de no dejar fuera a ninguna persona que cuente con la voluntad de prepararse.
Tal como establece nuestra Constitución, no se debe reducir el ejercicio de la democracia a la emisión del voto, ni comprenderla únicamente como una estructura jurídica o un régimen político, sino como una forma de vida fundada en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo. Es necesario mantener la confianza en que la responsabilidad y la altura de miras del gobierno del presidente AMLO permitirán que el país se recupere como sociedad, y que siga avanzando en la consolidación de la cuarta transformación de la vida pública de México, que, sin duda, cuenta con el respaldo de las y los mexicanos.
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