COVID-19 en India, desafío internacional

Hasta el momento, no se había reportado una tasa semejante de propagación en ningún lugar, ni siquiera en Estados Unidos.

En las últimas semanas y con pesar, el mundo ha recibido noticias sobre la crisis de salud en India, provocada por el rápido aumento de casos de COVID-19.

En tan sólo un par de meses, este país pasó de contabilizar 10,000 infecciones diarias a más de 300,000.

Hasta el momento, no se había reportado una tasa semejante de propagación en ningún lugar, ni siquiera en los momentos más graves que padeció Estados Unidos.

El país asiático es ahora mismo el epicentro de la pandemia, con alrededor del 40 por ciento de los casos globales diagnosticados.

Especialistas señalan que la actual crisis se debe al relajamiento de las medidas de seguridad recomendadas a nivel internacional para evitar más infecciones: distanciamiento social y uso de cubrebocas en espacios abiertos y cerrados.

A su vez, se realizaron eventos masivos de carácter religioso, político y deportivo, que posiblemente también propiciaron el aumento en los contagios entre la población.

Además, India ha exportado a otros países la mayor parte de las vacunas producidas en su territorio, y reporta escasez de materias primas para la fabricación de nuevas dosis.

También se ha dicho que una variante más contagiosa del virus recorre el país, y eso ha favorecido los altos niveles de contagios.

En general, la alta movilidad por trabajo y ocio, dentro y fuera del territorio, parece ser la razón que explica mayormente la situación actual.

Desde que arrancaron las primeras campañas de vacunación en los últimos meses del año pasado, ya se preveían los retos que el mundo estaba por enfrentar, empezando con la producción global y, por tanto, la disponibilidad del producto.

El aumento de casos de la enfermedad causada por el virus SARS-CoV-2 en India plantea un serio problema internacional.

Este país es el principal productor de vacunas anti-COVID-19 en todo el mundo, con una fabricación de al menos 160 millones de dosis al mes, cuyos destinos principales son alrededor de 60 naciones en vías de desarrollo, principalmente de África.

Estas exportaciones han permitido iniciar campañas de vacunación en lugares en donde, de otro modo, no hubiesen arrancado ni siquiera este año.

El programa COVAX, iniciativa global de acceso equitativo a las vacunas, depende en gran parte de los suministros de India. La Unión Africana reporta que, con las dosis enviadas desde ese país, entre otras, se tenía planeado vacunar a entre el 30 y el 35 por ciento de la población del continente.

Sin embargo, con el objetivo de aumentar el alcance de la inoculación en su propio territorio, es posible que India no pueda cumplir en su totalidad con los compromisos de envíos hacia el exterior.

Por tanto, el aumento de casos de COVID-19 en ese país, tan lamentable por el número de contagios y fallecimientos internos, también supone un obstáculo para el control general de la pandemia, pues puede retrasar los planes de vacunación en algunas de las naciones que están más atrasadas en su implementación. Este fenómeno profundizará aún más la honda desigualdad en el acceso a vacunas entre latitudes en vías de desarrollo y desarrolladas.

Como parte de la solidaridad internacional, el pasado lunes 26 de abril el presidente López Obrador anunció que México ya no recibirá las vacunas de AstraZeneca previamente pactadas, provenientes de India.

El objetivo sería que ese país las utilice para aumentar la vacunación entre su población y, de este modo, intentar reducir el aumento de nuevos casos.

Lo que está sucediendo en aquella nación es un claro ejemplo para los gobiernos del mundo y la población en general de que la pandemia de COVID-19, con todo y los avances, aún no ha terminado. Es necesario que sigamos atendiendo las indicaciones de las autoridades de salud nacionales e internacionales, y que no nos confiemos. Con la participación de todas y todos es posible reducir los contagios a nivel mundial.

 

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