De principal socio a vecino tóxico
Hay que empezar la segunda Independencia de México, es decir, la desconexión gradual, ordenada y planeada de quien ha decidido encerrarse y enrejarse.
Es duro escuchar cómo el país que encabezó un nuevo orden mundial durante un siglo, que impulsó el mayor proceso de globalización económica en la historia de la humanidad durante 200 años y cuya democracia fue un referente histórico para impulsar derechos humanos y libertades ciudadanas de avanzada (entre otras, el derecho a la migración, a la diversidad sexual y los llamados derechos humanos de tercera generación) anuncia ahora su reversión y retorno a una especie de “zona cero”.
Quienes han estudiado las caídas de los grandes imperios, desde Arnold J. Toynbee hasta Paul Kennedy, pasando por Eric Hobsbawm y, recientemente, Jared Diamond, en Colapso, describen estos períodos de ensimismamiento cultural, proteccionismo económico y retraimiento político que viven las estructuras imperiales.
Diamond, quien pareciera haber inspirado el diagnóstico del discurso inaugural que escuchamos ayer, señala cinco factores: daño ambiental, cambio climático, economía deficitaria, comercio desventajoso y fronteras demográficamente presionadas. La mala gestión de estos problemas, señala Jared, es la causa del colapso imperial.
El movimiento MAGA (Make America Great Again) capitalizó magistralmente el malestar del ciudadano medio estadounidense por la inflación, la pérdida de calidad de vida, el desempleo y el rebase del liderazgo mundial de EUA frente a potencias emergentes.
Pero las medidas anunciadas ayer en varias acciones ejecutivas, tres de ellas con dedicatoria e impacto directo en México, probablemente terminen por agravar más los problemas que buscan resolver. Tal es el caso de la cancelación de las medidas que promovían la economía verde y las energías limpias, la autorización del fracking en tierra y en el “golfo de América” para extraer gas y petróleo como nunca antes, y la postergación de la producción de autos eléctricos.
Para nosotros, las, los y les mexicanos, es duro acostarse sabiendo que somos el principal socio comercial de los EUA, y despertar enterándonos de que somos la fuente de los principales males que aquejan a nuestros vecinos del norte. Somos un vecino tóxico para la nueva administración. Ni Gaza ni Ucrania ni Irán, sino México, es la principal amenaza para su seguridad, su economía y su bienestar.
¿Qué hacer? Como en el desamor, hay que evitar dos extremos: la depresión y el suicidio. Ni el malinchismo entreguista ni la xenofobia antiyanqui nos sacarán de este trance.
En el plazo inmediato, como lo estableció la presidenta Claudia Sheinbaum, con mucho gusto vamos a cooperar, colaborar y coordinarnos con nuestro vecino, para enfrentar problemas como el fentanilo y la migración irregular, pero sin arrodillarnos, sin subordinarnos y sin agacharnos. Los vecinos nos ayudamos mejor de pie y de frente, sin abusar uno del otro.
En el mediano y largo plazo, hay que empezar la segunda Independencia de México, es decir, la desconexión gradual, ordenada y planeada de quien ha decidido encerrarse y enrejarse. Seamos el segundo o tercer socio del resto del mundo, de las potencias emergentes, aprovechando que somos uno de los países que más tratados de libre comercio tenemos en el planeta.
Ello implica encender el motor del mercado interno, impulsar un mercado común con Latinoamérica y darle la bienvenida a estas tierras a las potencias emergentes, a sus productos, bienes e inversiones.
Nos puede llevar una generación hacer esta reconversión, pero de peores desamores hemos salido adelante.
ricardomonreala@yahoo.com.mx
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