Democracia electrolítica

¿De qué sirvieron estos dos días de electrólisis parlamentaria? Sirvieron para poner a cada ion en su lugar.

Antier, domingo, y ayer, lunes, la democracia del país, especialmente la parlamentaria, recibió una buena dosis de electrolitios (suma de electricidad y litio).

Los electrolitios políticos son como los electrolitos químicos. Se obtienen de una galvanización o polarización extrema, llamada electrólisis, que es el proceso de separar los elementos básicos de un compuesto, por medio de la electricidad.

Es conocido el experimento de nuestras clases de Química en la secundaria. En un recipiente con alguna sustancia líquida introducíamos dos tubos de metal: uno era el ion positivo (ánodo) y el otro el ion negativo (cátodo). Ambos conectados a una batería portátil. En el polo positivo se adherían los elementos oxidantes y en el polo negativo, los elementos oxidados de moléculas.

Lo que vivió San Lázaro el domingo al votarse la reforma eléctrica fue una gran electrólisis parlamentaria, que puso de un lado a los iones positivos y del otro a los negativos, para generar un proceso de galvanización que no veíamos en muchos años. Por una parte, quedaron los nacionalistas defensores de la soberanía energética y, por otra, los neoliberales promotores de la privatización de la energía y de los recursos minerales.

La aprobación del pasado lunes de las reformas a la Ley Minera, para poner al litio entre los minerales estratégicos reservados a la nación, cerró el ciclo de galvanización, donde el polo neoliberal optó por abandonar la sesión, ante el avance numérico de los iones antioxidantes de la 4T.

¿De qué sirvieron estos dos días de electrólisis parlamentaria? Sirvieron para poner a cada ion en su lugar.

La oxidada tesis de que la 4T depende de un ejercicio autocrático y dictatorial de poder se descarapeló. El llamado bloque de contención cumplió su función constitucional de contrapeso al Ejecutivo, aunque la singular mezcla de agua, aceite y linaza que lo definen lo haya colocado en contra de la mayoría ciudadana, considerando que el 60 por ciento de la población apoya y está a favor de la reforma eléctrica federal.

Paradoja de la polarización: ganaron la votación legislativa, pero perdieron ante la ciudadanía.

Esta contradicción nos lleva a otro aspecto oxidado y olvidado de nuestra democracia electrolítica. La ausencia de mecanismos de corrección, validación y contrapeso de la ciudadanía sobre las decisiones legislativas. El bloque opositor detuvo al Ejecutivo, pero también contuvo la voluntad mayoritaria de una población que apoya la electricidad barata, limpia y suministrada por el Estado, no por participantes extranjeros.

¿Qué hace falta en esos casos? La validación de las decisiones parlamentarias estratégicas por un referéndum ciudadano. De existir esta figura, el rechazo parlamentario del domingo se toparía con un fuerte contrapeso y una corrección política entre la población.

Por último, llamar soberbia al procedimiento legislativo de no planchar iniciativas conforme a prácticas y negociaciones del pasado no es una debilidad, sino una fortaleza de la actual administración. Forma parte de la electrólisis o desoxidación que la 4T está aplicando al antiguo régimen.

 

ricardomonreala@yahoo.com.mx

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