El 2021: acciones concretas, de lo urgente a lo importante

FARO INTERNACIONAL: UNA MIRADA A LAS NOTICIAS RELEVANTES EN EL MUNDO

 

El 2020 ha sido un punto de inflexión a nivel global, marcado por la incertidumbre derivada por la pandemia de COVID-19. Sus consecuencias e impactos sociales, políticos y económicos nos hicieron ver que el mundo no estaba preparado para detenerse de golpe, y visibilizaron aún más las brechas sociales, las violencias y la desigualdad en un contexto marcado por elecciones políticas, protestas sociales, movilidad humana y crisis sanitaria. En este escenario, todos los esfuerzos se centraron de manera urgente en contener la pandemia, impactando y dejando en segundo plano las acciones hacia otros desafíos, como los Objetivos de Desarrollo de la Agenda 2030.[1]

 

Pero también la pandemia trajo una advertencia: no podemos seguir dejando en pausa los retos que ya enfrentábamos antes de su aparición, por lo que el 2021 es un llamado a la comunidad internacional a centrarse en soluciones, no sólo en torno a la vacunación contra la COVID-19, sino para dar respuestas tanto a lo urgente como a lo importante.

 

El año entrante deberá demostrar un cambio inminente, hacia un mundo más incluyente y diverso, con una población —incluidas personas jóvenes, adultas y adultas mayores— responsable e interesada en formar parte de las decisiones que atañen a nuestro presente y futuro. Los recientes casos en Chile y Perú dejaron ver la importancia de incluir a estas nuevas voces en la toma de decisiones políticas para configurar esta nueva década. De igual forma, las elecciones en Bolivia y Estados Unidos manifestaron el poder ciudadano y el voto de rechazo, lo que significa que la clase política está llamada a gobernar con habilidad y voluntad para todas y todos sin distinción.

 

Pero también el inicio de la era pospandemia —con la vacunación en puerta—, el posible control de la pandemia y la reactivación económica requerirán de nuevos esquemas de cooperación, de redefinir alianzas, escenarios y roles necesarios en el ámbito multilateral, para enfrentar los retos globales que subsisten y que precisan hoy más que nunca de la participación general para impactar globalmente de manera positiva.

 

De ahí que un tema obligado, urgente e importante en la agenda internacional siga siendo el deterioro del medio ambiente, que —como ya se ha mencionado— es la mayor amenaza que sigue enfrentando la humanidad y que repercute de manera directa e indirecta en todas las esferas. La falta de agua, la deforestación, el deshielo del Ártico, los fenómenos climáticos, etcétera, siguen impactando de manera negativa, directa e indirectamente, en ámbitos sociales y económicos, arriesgando la salud, la seguridad alimentaria y a los miles de personas que se ven en la necesidad de migrar de manera forzada por estas situaciones. A nivel global, el número de desastres naturales ha aumentado un 75 por ciento en las últimas dos décadas, afectando a cerca de 4 mil millones de personas.[2]

 

 

 

Tan sólo en el 2020, una serie de fenómenos meteorológicos, entre los que destacan los huracanes Eta e Iota, por su devastador impacto en Centroamérica, el Caribe y el sur de México, han recrudecido los problemas de la región.[3] Amnistía Internacional reportó para Honduras cerca de 4 millones de personas damnificadas, de los cuales al menos 1.5 millones son niños y niñas, así como un posible aumento de la pobreza de hasta un 70 por ciento,[4] mientras que el Banco Interamericano de Desarrollo estima pérdidas económicas de hasta 5 mil millones de dólares y que el nivel de los daños requerirá de incluso una década para su recuperación.[5]

 

Por ello, los presidentes de Honduras y Guatemala solicitaron a la Organización de las Naciones Unidas declarar a la región centroamericana como la más afectada por el cambio climático, y que pueda acceder de inmediato al mecanismo Fondo Verde del Clima, recordando sobre todo “a los países industrializados que ellos son causantes de este fenómeno”, que los países de la región son las víctimas y, por tanto, se siguen endeudando para su reconstrucción.[6]

 

Al igual que la pandemia, el cambio climático costará mucho más, si no se atiende ahora. Ningún país ha logrado un desarrollo humano sin dañar al planeta, por ello, la colaboración entre naciones se pone una vez más a prueba. El último informe del Índice de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (2020)[7] incluye como variable el impacto ambiental, y hace énfasis en la necesidad de explorar nuevos parámetros en una era en que “el planeta ya no influye en los seres humanos, sino a la inversa” y plantea la necesidad de detener este círculo vicioso a través de la implementación de cambios y nuevas normas.

 

 

Para el PNUD, la importancia del impacto en el medio ambiente que tiene cada país incide directamente en el puesto que ocupan en esta clasificación. Por ejemplo, al contemplar la variable del impacto ambiental, es decir las emisiones de dióxido de carbono y la huella de carbono, Noruega, que ocupa el primer lugar en el Índice de Desarrollo Humano, cae 15 lugares. En contraste, Costa Rica ocupa el lugar 62, pero si se toma en cuenta su huella ecológica sube a la posición número 37. La conclusión es lograr que “el crecimiento económico no sea sinónimo de destrucción medioambiental”,[8] y el 2021 es la oportunidad de repensar una nueva forma de progreso.

 

En este sentido, el 2020 es un ejemplo tangible de cómo a través de la cooperación y la ciencia se pudo lograr el inicio de la vacunación contra el SARS CoV-2. La respuesta global hacia la pandemia nos mostró la ruta: solamente tomando acciones globales en conjunto se materializarán grandes resultado y cambios.

 

Las metas son ambiciosas, así quedó asentando en el llamado de la ONU en la Cumbre de Ambición Climática 2020,[9] urgiendo a líderes mundiales para que en el 2050 se llegue a cero emisiones contaminantes. Éste es uno de los pasos hacia la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2021 (COP-26), que tendrá lugar en poco menos de un año en Glasgow, Escocia, y que vislumbra la intención de implementar acciones a favor del medio ambiente.

 

El compromiso por parte de los países que representan el 70 por ciento de la economía global y el 65 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono deberá concretarse en acciones, pero sin duda destacan China, que ha prometido alcanzar la neutralidad de carbono antes de 2060;[10] la Unión Europea, que reducirá sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 55 por ciento para el 2030, y la administración estadounidense entrante, que ha ofrecido regresar al Acuerdo de París. Todo ello es presión suficiente a nivel geopolítico para que otras naciones se comprometan con el medio ambiente y mejoren sus mecanismos de reporte y transparencia.[11]

 

 

El reto es que de manera general nos responsabilicemos con acciones por el medio ambiente, no como parte de una agenda política per se, sino con la intención de poner tesón en lo verdaderamente relevante, ante un hecho que impacta en todos los ámbitos del quehacer humano.

 

El 2021 nos da la oportunidad de enfrentar el problema con perspectiva de justicia climática, es decir, ofrecer soluciones globales reales que reduzcan las desigualdades generadas por este fenómeno que no tiene fronteras y que impacta de manera desproporcionada a las comunidades más vulnerables.

 

Por ello es necesario aplicar estrategias colaborativas, de manera transversal y con un enfoque de derechos humanos, y medidas diferenciadas para que este 2021 marque el inicio de acciones concretas sobre lo realmente importante.

 

 

Fuentes

ricardomonreala@yahoo.com.mx

Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA

 

[1] Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques. (21 de julio de 2020). El impacto de la pandemia en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030. Senado de la República. http://bit.ly/3mWE5Io

[2] PNUD. (2020). Human Development Report 2020. The next frontier. Human development and the Anthropocene. https://bit.ly/3mT5Gdz

[3] América Central: La ONU amplía la respuesta humanitaria tras los huracanes Eta e Iota. (24 de noviembre de 2020). ONU Noticias. http://bit.ly/34PslkG

[4] Tucker, D. y Pindado, E. (13 de diciembre de 2020). Llueve sobre mojado en Honduras: El devastador impacto de los huracanes Eta e Iota. Amnistía Internacional. http://bit.ly/3pr5y6T

[5] Kitroeff, N. (4 de diciembre de 2020). ‘No tenemos nada’: los huracanes podrían generar una oleada de migrantes de Centroamérica. The New York Times. http://nyti.ms/37SFqvx

[6] Arroyo, L. (24 de noviembre de 2020). Centroamérica pide ayuda para la reconstrucción tras los huracanes: “Somos víctimas del cambio climático”. El País. http://bit.ly/3o8C39P

[7] PNUD. (2020). Op.cit.

[8] Agudo, A. (14 de diciembre de 2020). El Índice de Desarrollo Humano 2020 desvela cómo los países más acomodados lo son a costa del planeta. El País. http://bit.ly/3pwHwY0

[9] ONU, Gobierno de Reino Unido, Gobierno de Francia. (12 de diciembre de 2020). Climate Ambition Summit 2020. http://bit.ly/2WSt0xK

[10] La Cumbre sobre la Ambición Climática finaliza con ambiciosos compromisos y planes específicos. (12 de diciembre de 2020). ONU Noticias. http://bit.ly/3n2smbC

[11] Brahic, C. (16 de noviembre de 2020). The world could turn a corner on climate change. The Economist. http://econ.st/38ExyNG