El COVID-19 y la infección en la economía
El COVID-19 ha infectado a la economía mundial. Y si bien el efecto económico real, se podrá dimensionar tiempo después de que la crisis se desvanezca, el nerviosismo inmediato de los mercados bursátiles y la caída de los precios del petróleo sugieren un panorama complicado. Esto ha llevado a que cada nación, de acuerdo con sus realidades, trate de vacunar su economía con una receta común: paquetes económicos expansivos, estímulos fiscales e inversión en seguridad social.
En Estados Unidos de América, por ejemplo, se está cabildeando la aprobación de un billón de dólares para apoyar la economía; Alemania ha anunciado un programa de aproximadamente 600 mil millones de euros; en Italia se aprobó un paquete de 25 mil millones de euros; en Francia se destinarán 300 mil millones de euros para ayudar a las compañías, y España destinará más de 200 mil millones de euros.
En América Latina, donde el margen de maniobra fiscal y económica de los países es más limitado, algunos gobiernos han anunciado la puesta en marcha de estímulos similares, pero más limitados.
Argentina liberará un paquete de estímulos equivalente a 11 mil millones de dólares para tratar de sostener su actividad económica, y como medida de prevención. El gobierno de Brasil, una de las economías más grandes en Latinoamérica, inyectará 30 mil millones de dólares para tratar de reducir los efectos del coronavirus, Colombia invertirá 3.5 mil millones y Perú liberará 265 millones.
Junto con estas inyecciones anabólicas a las economías, muchos países han anunciado programas de condonación o tolerancia en el pago de impuestos; en Dinamarca, las grandes compañías tendrán 30 días adicionales para pagar IVA; en Francia, el gobierno permitió a las compañías suspender pagos de seguridad social y otra serie de impuestos. Otros países europeos han extendido los seguros de desempleo para asegurar una cobertura de entre el 80 y el 100 por ciento del sueldo durante la contingencia.
Estas medidas son posibles y manejables para países con finanzas públicas sólidas y déficits fiscales no tan amplios, pero en países donde históricamente las finanzas públicas son endebles llevar a cabo tales acciones podría, en el corto plazo, dificultar la atención de la salud de la población cuando los números de la pandemia aumenten.
Una de las máximas económicas es que los recursos son limitados. Sacar dinero de una bolsa para colocarlo en otra implica privilegiar ciertos sectores y desproteger otros. Paquetes como los anunciados intentan que el shock económico no sea tan profundo y que las economías alcancen a recuperar el ritmo de crecimiento que se esperaba, pero no necesariamente buscan asegurar que las personas que necesitarán atención médica intensiva como resultado del COVID-19 vayan a tener mejores posibilidades de recibirla.
Ante esta situación, valdría la pena preguntarse si el desembolso de los miles de millones que se están realizando se podría resolver de otra manera en la que no solamente se busque vacunar a la economía, sino plantear alternativas para enfocar recursos que permitan disminuir la tasa de letalidad por COVID-19.
Y aunque el impacto económico del COVID-19 es generalizado para todo el mundo, las circunstancias de cada país son distintas. Las decisiones de cada nación no tienen que ser extremas porque ésa sea la reacción de economías desarrolladas, sino que tienen que obedecer a realidades propias.
Precisamente, la realidad de la economía mexicana, como la de muchos otros países, es muy distinta a la de naciones europeas y a la estadounidense. Sólo por mencionar un ejemplo, los seguros parciales o totales de desempleo que algunos países están aplicando no protegerían al gran porcentaje de personas que se encuentra en la economía informal en México.
Por eso, el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, ha declarado que la prioridad de su gobierno es que no sea el pueblo el que padezca esta crisis, adelantando que una de las medidas que se tomarán será la entrega de recursos anticipados a personas adultas mayores. Éste es un ejemplo de política social que atiende de manera focalizada a la población más vulnerable frente al coronavirus.
Además, el gobierno de México ha hecho un llamado a las empresas del sector privado para que cierren filas, tengan dimensión social y que la contingencia que el país atraviesa no sea motivo de despidos injustificados. Esta convocatoria es importante porque superar el reto que está por venir requerirá de la solidaridad de todas y todos, así como la comprensión de que las vidas humanas serán siempre más importantes que los porcentajes de crecimiento económico.
Aunque en México la confianza de la sociedad fue maltratada durante años, actualmente el pueblo cuenta con un gobierno honesto que realiza todas las acciones necesarias para proteger su integridad. Así lo demuestran los resultados durante la primera fase de del COVID-19. Como lo muestra la experiencia reciente, hasta el momento, las mejores vacunas contra este virus son la solidaridad, la prudencia y la responsabilidad. Solos podemos hacer muy poco, juntos podemos hacer mucho.
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