EL DIÁLOGO COMO MEDIADOR

Uno de los objetivos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se basa en la resolución de conflictos por medios pacíficos; así lo establece la Carta de las Naciones Unidas (1945), en caso de riesgo al mantenimiento de la paz y la seguridad.[1] La hoja de ruta hacia este tipo de resoluciones, con el diálogo como principal gestor, requiere a su vez de la figura del mediador, como un actor que canaliza y facilita la comunicación y los posibles acuerdos.

 

Según los códigos de conducta, la figura del mediador como responsable de la conciliación debe tener una serie de cualidades que le permitan establecer las normas para el buen fin del proceso —se llegue o no a un acuerdo—. Entre estas cualidades destacan: generar confianza; canalizar el abordaje de la discusión entre las partes; escuchar y comprender; no sancionar ni dar soluciones, y ser neutral, íntegro e imparcial; todo bajo un honesto manejo confidencial de la información.

 

En tal sentido, la propuesta del Reino de Noruega para que México sea sede del nuevo proceso de diálogo político entre representantes del Gobierno de Nicolás Maduro y el sector opositor venezolano encabezado por Juan Guaidó reconoce a nuestro país por su trayectoria en diversos ejercicios de reconciliación entre grupos políticos de distintas naciones.

 

Históricamente, México ha participado en célebres experiencias de conciliación, que le han ganado un reconocido papel a nivel internacional.[2] En 1983, los gobiernos de Colombia, México, Panamá y Venezuela se reunieron en la isla Contadora, con la intención de impulsar una iniciativa de paz en Centroamérica. El denominado Grupo Contadora recibió en ese entonces el respaldo del Consejo de Seguridad de la ONU, y con el Grupo de Apoyo (Argentina, Brasil, Perú y Uruguay), Naciones Unidas y la Organización de los Estados Americanos (OEA) logró la gestión del acuerdo de paz entre los presidentes de los países centroamericanos en la cumbre de Esquipulas II en Guatemala.

 

 

En la siguiente década, México colaboró y fue sede para lograr los acuerdos de paz en Guatemala, con miras a poner fin al conflicto interno guatemalteco. De igual forma, en 1992, la Ciudad de México fue sede de la firma, entre el Gobierno de El Salvador y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), de los Acuerdos de Paz de Chapultepec, que marcaron la culminación de ocho años de diálogo.

 

En el contexto actual, México no es ajeno al caso venezolano. En 2017 integró, junto con Bolivia, Chile y Nicaragua, una comisión de seguimiento y acompañamiento a las conversaciones para el proceso de diálogo. Dos años después, en Montevideo, Uruguay, la participación de la delegación mexicana encabezada por el canciller Marcelo Ebrard, con el Grupo de Contacto Internacional (Unión Europea, Francia, Alemania, Italia, Holanda, Portugal, España, Suecia, Reino Unido, Bolivia, Costa Rica, Ecuador y Uruguay)[3], impulsó el diálogo pacífico con la comunidad internacional, a fin de “contribuir a una salida política con base en el diálogo y la diplomacia”.[4] Infortunadamente, en estos encuentros no se alcanzaron acuerdos.

 

Sin embargo, en esta ocasión, la reunión que se llevará a cabo en México tiene a su favor un amplio compromiso de la comunidad internacional, el visto bueno de Estados Unidos y el diálogo como única vía hacia un proceso de negociación que coadyuve a salir a Venezuela de la crisis que enfrenta. El diálogo que se dará en tierra mexicana sin duda nos obliga como comunidad internacional a mostrar solidaridad con el pueblo venezolano y a confiar en la asistencia del Reino de Noruega y el acompañamiento de los demás actores, en una nueva mesa de diálogo que inyecta esperanza después de varios años de desgaste para la sociedad del país sudamericano.

 

El futuro se vislumbra alentador, incluso si tomamos en cuenta que algunas de las recomendaciones perfiladas en el informe “Negociando un retorno a la democracia en Venezuela”[5] de la Oficina de Washington para América Latina (WOLA) y el Instituto de Paz de Estados Unidos parecen estar en curso: integrar un conjunto más amplio de actores; contar con el Ministerio de Relaciones Exteriores de Noruega como facilitador de las negociaciones; partir de una agenda básica; conversaciones confidenciales; participación de Estados Unidos; permitir el acompañamiento de garantes u observadores y evitar mensajes contradictorios. De esta forma, el diálogo que se llevará a cabo en nuestro país representa una posibilidad de avance hacia el acuerdo.

 

 

El contexto de política exterior de nuestro país, no sólo ante la coyuntura de Venezuela, se ha encauzado bajo los principios de no intervención y autodeterminación de los pueblos, que dicta nuestra Constitución. El Gobierno mexicano está convencido de que así se sentarán las bases para “iniciativas encaminadas a que las sociedades de cada país encuentren, en ejercicio de su soberanía, una solución pacífica a sus conflictos, por medio del diálogo e incluyendo a todos los actores involucrados”.[6] En apego a estos principios y de acuerdo con el llamado de la Organización de las Naciones Unidas, México desea una reducción de las tensiones internas en el país hermano.

 

De igual forma, es destacable que la nación mexicana sea la anfitriona de esta nueva mesa de diálogo, pues es también un reconocimiento a la confianza en la región latinoamericana.

 

Es decir, América Latina es capaz de abonar de manera positiva a las condiciones requeridas para una negociación basada en el común acuerdo. De manera paralela, esto sienta las bases de posibles futuros diálogos y acuerdos que impacten en otros desafíos regionales y que den la oportunidad de unir esfuerzos entre nuestros pueblos.

 

Las expectativas de los resultados del próximo diálogo venezolano en México son altas y positivas; no hay más que la interlocución conciliatoria para ello. Hago votos para que se den las condiciones que activen la confianza y la comprensión entre las partes.

 

ricardomonreala@yahoo.com.mx

Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA

 

Fuentes

[1]“Carta de la ONU”. (26 de junio de 1945). ONU. https://bit.ly/3sglETp

[2] “México y su historia como mediador: caso Centroamérica”. (25 de enero de 2019). Político Mx. https://bit.ly/3CFTTs3

[3] Smilde, D. y Ramsey, G. (12 de febrero de 2019). “El Grupo de Contacto Internacional: la mejor oportunidad de Venezuela”. The New York Times. https://nyti.ms/3CPpEPM

[4] “Comunicados oficiales sobre la posición de México ante la situación vigente en Venezuela”. (4 de febrero de 2019). Secretaría de Relaciones Exteriores. https://bit.ly/3jOil1U

[5] Ramsey, G.; Mines, K.; Smilde, D. y Hege, S. (Julio de 2021). “Negociando un retorno a la democracia en Venezuela. Perspectivas de participantes en las negociaciones de Oslo-Barbados de 2019”. WOLA, United States Institute of Peace. https://bit.ly/2XeYUHX

[6] “Comunicados oficiales sobre la posición de México ante la situación vigente en Venezuela”. (4 de febrero de 2019). Secretaría de Relaciones Exteriores. https://bit.ly/3jOil1U