El dilema entre integración o proteccionismo en América del Norte
Para los legisladores en EU está entre optar por una integración regional o por el impulso proteccionista de grupos de interés en ese país.
El Gobierno encabezado por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, propuso al Congreso de su país una iniciativa de ley denominada Build Back Better, como parte del paquete legal para la instrumentación de su plan de reactivación económica. La iniciativa legislativa plantea, entre otros aspectos, ofrecer hasta 12,500 dólares en incentivos fiscales para quienes compren vehículos electrónicos fabricados o armados en Estados Unidos.
De acuerdo con la iniciativa, son varios los incentivos, además de los 4,000 dólares de crédito fiscal otorgado actualmente, por ejemplo, 4,500 dólares si el ensamble se da en instalaciones de Estados Unidos que operan bajo un contrato colectivo de trabajo sindicalizado y 500 dólares si los componentes del vehículo tienen al menos 50 por ciento de contenido estadounidense y las celdas de las baterías fueron fabricadas en Estados Unidos. A partir de 2027, sólo los vehículos electrónicos de fabricación estadounidense serán elegibles para acceder a cualquiera de estos créditos.
Esta propuesta ha generado serias preocupaciones en México y en Canadá, tanto en el gobierno como en el sector privado, toda vez que se trata de un plan que se considera discriminatorio para futuras inversiones y exportaciones mexicanas y canadienses de vehículos eléctricos, y resulta incompatible con las obligaciones del T-MEC en materia de trato nacional, inversiones y competencia. En ese sentido, terminaría por desintegrar las cadenas de producción y suministro regionales en el sector automotriz que tanto tiempo ha tomado diseñar y fortalecer.
América del Norte es esencialmente una región integrada de producción para la industria automotriz. En 2019, se produjeron 16.7 millones de vehículos comerciales y de pasajeros en la región, ubicándose como uno de los principales productores a nivel mundial. De estos, el 11.4 por ciento fue ensamblado en Canadá; 23.8 por ciento en México, y 64.8 por ciento en Estados Unidos.
En toda la región, cientos de proveedores proporcionan miles de piezas para vehículos, algunas de las cuales cruzan la frontera siete u ocho veces para ensamblarse más adelante en el producto final. Tanto el TLCAN como el T-MEC han facilitado la producción conjunta de vehículos y autopartes, lo que la hace altamente competitiva, y donde la proveeduría mexicana juega un papel central.
Cabe recordar que ésta ya fue aprobada el 19 de noviembre pasado en la Cámara de Representantes. Posteriormente, pasó al Senado donde actualmente se encuentra en discusión. Si bien los demócratas buscaban la probación del paquete legislativo para antes de que concluya el año, la abierta oposición a la ley por parte del Senador demócrata Joe Manchin, retrasó los planes. Esto representa una oportunidad para que los tomadores de decisión en Estados Unidos refexionen con mayor detenimiento sobre el impacto negativo que esta iniciativa tendría para la integración económica de América del Norte de aprobarse en sus términos actuales.
Para el Gobierno mexicano y el canadiense se trata de una cuestión de máxima prioridad por el potencial efecto sobre sus respectivas industrias. Por ello han sido enfáticos en la urgencia de reconsiderar los aspectos relativos a los subsidios a los vehículos eléctricos fabricados en Estados Unidos.
Las próximas semanas serán clave para el futuro de la industria automotriz norteamericana, no solo porque cada vez es más reducido el tiempo para negociar y decidir sobre el rumbo que debe tomar la iniciativa Build Back Better, un proceso que desde el Senado mexicano seguiremos muy de cerca. También porque se espera una mayor coordinación entre México y Canadá, tanto del gobierno como del sector privado, para avanzar sobre el diferendo de la interpretación estadounidense de las reglas de origen del T-MEC para automóviles. Es posible que ambos presenten una solicitud formal para formar un panel de expertos que se pronuncie sobre el asunto en virtud del T-MEC.
Ante este panorama, el dilema para los legisladores en Estados Unidos está entre optar por una política comercial que abone a la integración regional y reduzca la incertidumbre en el sector automotriz para atraer mayores inversiones y generar más y mejores empleos, o por otra que responda al impulso proteccionista por parte de grupos de interés en ese país, bajo la idea de que la mejor política es que sólo ellos desarrollen la industria automotriz del futuro, lo que atentaría contra la competitividad de América del Norte.
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