El mundo poscoronavirus
Nuestro país puede tomar ventaja si desde hoy invierte en innovación y desarrollo de TIC, garantizando el acceso a internet al mayor número de habitantes.
Las crisis sanitarias como la del COVID-19 suelen ser causa y efecto de cambios económicos a nivel mundial.
A la llamada “plaga de Justiniano” —siglo VI— siguió el derrumbe definitivo del imperio romano. La peste negra del siglo XIV, importada desde Asia a Italia vía el comercio marítimo, marcó el derrumbe del sistema feudal en Europa, y la muerte de 85 millones de habitantes. La llamada “gripe española” de 1918 marcó el inicio de un nuevo orden económico planetario (neoliberalismo), que se concretó hasta la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), con los acuerdos de Breton Woods, impulsados a su vez por la Gran Depresión de 1929.
Históricamente, el ciclo crisis financiera-guerra comercial-crisis sanitaria anuncia el fin de una época económica y la emergencia de un nuevo orden a escala mundial. El anuncio de ayer del gobierno de China de que abandona el dólar como patrón de sus intercambios comerciales, y en su lugar coloca una moneda digital (e-RMB), se inscribe en esa cadena de cambios por venir.
Aún es muy temprano para definir cómo será el nuevo orden mundial pos-COVID-19, pero lo que sí es un hecho es que el modelo económico paradigmático fundado en Breton Woods y reforzado con el neoliberalismo de la era Reagan-Thatcher no volverá a ser lo que fue en el último medio siglo.
Muy probablemente veamos el resurgimiento de políticas económicas que apuesten a los mercados internos sobre los globales, a una injerencia mayor del Estado en la economía y en el gasto de inversión, sin llegar a abandonar por completo los procesos globalizadores, y atestigüemos cómo la hegemonía económica y política mundial se desplaza de Norteamérica y Europa central hacia Asia y China. Al menos la hegemonía mundial unipolar se distribuirá ahora entre varias regiones del planeta.
Sin embargo, habrá aspectos y elementos del orden mundial actual que deberán rescatarse, continuarse y reforzarse. Uno de ellos es la innovación tecnológica y el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) que han demostrado su eficacia y utilidad no sólo en la vida económica, cultural y educativa, sino en el control de la pandemia misma.
Los países que han logrado domar los efectos masivos y lesivos del COVID-19 tienen por común denominador el uso intensivo de las TIC, desde el registro de los primeros casos hasta el monitoreo, rastreo, confinación y atención en campo de las víctimas de esa enfermedad.
Desde aplicaciones personales para el diagnóstico temprano hasta la operación de Contact Centers; desde el monitoreo en tiempo real de la movilidad de personas y transporte hasta el uso de drones de vigilancia epidemiológica; desde la preparación de recursos críticos de medicina preventiva hasta la proyección de modelos matemáticos de contención, en todo esto intervienen el big data (BD), el internet de las cosas (IoT) y la inteligencia artificial (AI) que han venido a revolucionar las TIC, junto con la red de redes de la información, cuyo control hoy se disputan EUA y China: la banda 5G.
En el nuevo orden mundial poscoronavirus, nuestro país puede tomar ventaja si desde hoy invierte en innovación y desarrollo de TIC, garantizando el acceso a internet al mayor número de habitantes (considerándolo derecho humano fundamental), y alentando las inversiones públicas y privadas en la materia.
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