El último periodo extraordinario
Definitivamente, los tiempos han cambiado. En el viejo régimen, el partido que ostentaba la mayoría y sus aliados en el Senado realizaban trabajos legislativos utilizando prácticas poco democráticas, como el conocido mayoriteo, caracterizado por una votación por consigna, sin debate y sin siquiera escuchar a las minorías o a la oposición.
Existía en aquel partido una idea de disciplina mal orientada, que en ocasiones puso en entredicho la independencia de los poderes de la Unión. En contraste, actualmente cada bancada toma decisiones de manera independiente, algo que si bien genera complejidades que se deben resolver, resulta benéfico para nuestra vida democrática.
En este sentido, el hecho de que esta semana en la sesión de la Comisión Permanente no se haya logrado la mayoría calificada para aprobar la convocatoria a un periodo extraordinario de sesiones es una muestra de la pluralidad de criterios que conviven en ambas cámaras legislativas, mismos que deben hallar concierto mediante el diálogo y el debate abierto y respetuoso.
Por eso, en el Grupo Parlamentario de Morena no dejaremos de insistir en la necesidad de aprobar un periodo extraordinario de sesiones con una agenda consensuada y a la altura de las exigencias de la ciudadanía.
El tiempo apremia. Ya nos encontramos en las postrimerías de la LXIV Legislatura, y aún tenemos un gran cantidad de pendientes que deben ser desahogados tan pronto como sea posible, para no aumentar el rezago legislativo que, por cierto, incluye la obligación de emitir nuevas leyes derivadas de reformas aprobadas e instrumentos internacionales recibidos de las anteriores legislaturas, además de nombramientos, minutas en espera de análisis, dictámenes pendientes de votación, entre otros, por lo que demorar los trabajos parlamentarios y legislativos sería un despropósito para los objetivos de cada bancada en particular y del Congreso en su conjunto.
Como dijera Francisco Villa: “no es que hayamos perdido, es que aún no hemos ganado”. Será preciso continuar insistiendo en la necesidad de poner a un lado los intereses partidistas, para dar solución a los temas que la nación demanda. Entre los posibles asuntos que se incluirían en la convocatoria a un periodo extraordinario de sesiones, se encuentran las reformas al decreto modificatorio de ocho ordenamientos en materia de subcontratación, a fin de otorgar un mes de prórroga a las empresas, para que cumplan con sus nuevas obligaciones, una acción fundamental para asegurar tanto los derechos laborales como la productividad empresarial.
Como queda claro, no son temas menores ni tampoco que se puedan eludir. Retrasar lo inexorable no es beneficioso para nadie, al contrario, pone mayor presión en todas las partes que se pueden ver afectadas por la prolongación de un debate que en la actual coyuntura resulta ineludible.
En esta nueva época de transformación y consolidación de nuestra democracia, debemos ser conscientes de que los auténticos debates no se ganan mediante la coacción, las amenazas o las negociaciones ilegítimas, sino a través de acuerdos que pongan ante todo el interés de la nación.
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