Embestida infodémica
Y si ese sistema es presidencialista, el tema es también de salud pública, es decir, de gobernabilidad democrática.
El concepto infodemia se popularizó con la pandemia de COVID-19 y alude a la sobreinformación y sobreexposición que recibe la opinión pública sobre un tema, a partir de datos falsos, no verificados o abiertamente manipulados.
El fin de semana la salud del presidente AMLO volvió a ser objeto de una sobreexposición infodémica; es decir, de una manipulación mediática especulativa.
Desde hace cuatro meses, con una periodicidad quincenal (siempre en fin de semana), a través de redes sociales y desde cuentas perfectamente identificadas, se lanzan informes “confidenciales”, “exclusivos” o de “fuente confiable” acerca de que el mandatario fue llevado de emergencia o intervenido en el hospital central militar, con “pronóstico de salud reservado”.
La “verdad mediática” no necesita ser verificable, sino solamente ser verídica, es decir, sustentarse en indicios y ribetes de verdad o en prejuicios. “Un helicóptero-ambulancia llegó a Palacio y se retiró de manera subrepticia”. “El presidente ingresó al hospital militar y fue internado para una revisión de emergencia; información en proceso”. El prejuicio mediático se basa en un silogismo: “sobre el desvanecimiento del presidente no tengo pruebas, pero tampoco tengo dudas”.
Sin embargo, este fin de semana la embestida infodémica contó con dos aliados involuntarios: por un lado, la contradicción entre lo que afirmaba el vocero (“no se suspende la gira”) y un tuit presidencial que confirmaba la suspensión al haberle sido diagnosticado COVID-19 por tercera ocasión. Por el otro, la falta de una imagen o un video mostrando la cabal salud del mandatario, como tradicionalmente se hacía en los episodios infodémicos anteriores.
La convergencia de estos dos factores atizaron el tema y se generó una batahola en las redes que las hicieron hervir hasta bien entrada la noche.
La “mañanera” de ayer lunes debió haber sido una de las más vistas de las casi 1,100 conferencias realizadas hasta el momento. El tema fue sobriamente tratado por el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, y bastó una alusión directa de 30 segundos para negar el supuesto desvanecimiento e infarto, así como el internamiento indefinido en un hospital militar. Con esta explicación breve, la embestida infodémica bajó notablemente de intensidad.
La salud de un presidente por supuesto que es un bien informativo público acerca del cual hay que evitar dos extremos: la manipulación mediática, como la que vimos el pasado domingo, o el ostracismo informativo, como el practicado en la extinta Unión Soviética.
Creo que sigue siendo válida la regla de oro para combatir el rumor, la desinformación y los despliegues infodémicos: información oportuna, veraz y verificable.
Desde la aparición de los Guacamaya Leaks, la salud del presidente ha estado en el interés público. Él mismo abordó el asunto de manera responsable y transparente. Es importante seguir por esa ruta, porque en los hechos el tema se convirtió en ataque político de la oposición, en México y en el exterior.
En cualquier sistema político, la salud del titular del Ejecutivo es de interés público. Y si ese sistema es presidencialista, el tema es también de salud pública, es decir, de gobernabilidad democrática.
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