Estadista

Durante su participación en la Cumbre del G20, celebrada en Río de Janeiro, Brasil, la presidenta Claudia Sheinbaum presentó una propuesta profundamente humanista, que posicionó el liderazgo moral de México en un foro que, si bien tiene el poder de moldear el futuro del planeta, a menudo carece de una visión integradora que incluya las voces de las personas más vulnerables.

En un contexto global en donde el gasto armamentista ha crecido exponencialmente —triplicando en sólo dos años el ritmo de la economía mundial—, la mandataria mexicana propuso destinar el uno por ciento del gasto en armas de los países integrantes del G20 a un fondo global para reforestar y combatir la pobreza.

Con esto, México puso en el escenario internacional el espíritu del programa Sembrando Vida, que ya demostró buenos resultados en el país. Pero no solamente es una idea, sino una invitación a replantear prioridades: ese uno por ciento equivale a 24 mil millones de dólares al año; es decir, lo suficiente para reforestar 15 millones de hectáreas y sacar de la pobreza extrema a comunidades enteras.

Así, mientras algunos países persisten en sembrar guerras, nuestra presidenta habló de sembrar árboles y, con ellos, esperanza, paz y futuro. La doctora Sheinbaum, la única mujer entre 43 jefes de Estado en el encuentro, mostró su capacidad como estadista que entiende que la verdadera fortaleza de una nación no está en sus arsenales, sino en su aptitud para cuidar a su pueblo y al planeta

Por otra parte, también fue valiente al desafiar las estructuras tradicionales de poder y hacer un llamado a reformar el Consejo de Seguridad de la ONU, ampliando la representación a regiones históricamente marginadas como África, Latinoamérica, el Caribe y pequeños estados insulares, como muestra de su compromiso con un mundo más equitativo y defendiendo la igualdad entre naciones.

Además, su agenda internacional incluyó reuniones bilaterales con líderes clave, como los presidentes Joe Biden (Estados Unidos), Justin Trudeau (Canadá), Xi Jinping (China) y Emmanuel Macron (Francia), entre otros.

Estos encuentros reflejan la capacidad de México para construir puentes en medio de un panorama global polarizado. También muestran el interés de la presidenta por consolidar relaciones estratégicas que favorezcan el desarrollo, el bienestar y la construcción de paz en nuestro país, especialmente en temas como el T-MEC, instrumento relevante para nuestra economía en los próximos años.

Lo anterior posiciona a México como un interlocutor relevante en la agenda global, pero también nos recuerda el poder de la política cuando está guiada por principios. Por ello, en un contexto en el que la desigualdad y el cambio climático amenazan el futuro, la propuesta mexicana también constituye un llamado urgente a actuar con responsabilidad colectiva.

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