IX Cumbre trilateral de América del Norte: escenario de ganar-ganar

Hay varios escenarios que enmarcan la cooperación entre los Estados: por una parte, cuando existe alguna disputa económica, política o territorial, los actores ajustan su comportamiento, y usualmente se identifican concesiones para seguir adelante. Este caso suele ser común ante algún conflicto y se busca llegar a un acuerdo.

En este espacio de negociación hay ganadores y perdedores que ceden en algo sus posiciones para avanzar en un problema o finalizar una crisis. En cambio, hay otras situaciones en las que nadie pierde, no es un “juego” de suma cero, sino que, al haber temas en común, se logran mejorar las condiciones de quienes participan. Tal es el esquema en que se desarrolló la IX Cumbre de Líderes de América del Norte. Se trata de un entorno de ganar-ganar en temas que a los tres países interesan y en los que hay incentivos, situaciones y dificultades afines por resolver.

Los países, el mundo entero, buscan después de casi 24 meses recuperarse de la pandemia de COVID-19. Esto ha dependido, en gran medida, del avance en el proceso de vacunación. Hemos caminado a distintos ritmos, según nuestras posibilidades, la disponibilidad de insumos y de información. En Estados Unidos recién se aprobó la tercera dosis para todas las personas adultas; en Canadá se autorizó la aplicación de la vacuna a niñas y niños de 5 a 11 años y, por su parte, nuestras autoridades sanitarias anunciaron el inicio de la vacunación para adolescentes menores de 18 años.

 

 

En la Cumbre se acordó que, en reciprocidad por las vacunas estadounidenses entregadas inicialmente a Canadá y México, se donarán algunos millones a otros países de América Latina y el Caribe. En la declaración emitida también se estableció el compromiso de reforzar las cadenas de suministros médicos de la región, mediante la exploración de nuevas vías para fabricar componentes de las vacunas y otros insumos de salud. Se busca, en general, tener una mejor preparación ante otra emergencia de esta naturaleza.

En segundo lugar, los tres países buscan un desarrollo económico inclusivo y recuperarse totalmente después de tantos meses de pandemia; el T-MEC es un elemento para promoverlo. Es necesario generar cadenas de valor resilientes para competir en el mundo. Al respecto, el presidente Andrés Manuel López Obrador mencionó que el comercio de América del Norte representa el 13 por ciento del mercado mundial, en tanto que China domina el 14.4 por ciento. De mantenerse esta tendencia, en 30 años el país asiático tendría el 42 por ciento del mercado mundial y nuestra región el 12 por ciento.

Esta disparidad, además de ser un problema económico, alentaría la tentación de resolverla por medio de la fuerza, lo que no conviene a nadie. El T-MEC nos da la oportunidad de avanzar en la consolidación de nuestros procesos productivos y aprovechar el potencial que representa el mercado interno. También se propuso conciliar la oferta de mano de obra con la demanda laboral disponible y construir algún esquema institucional para este intercambio.

El tema de migración atañe a los tres países. En este punto compartimos la idea de atender sus causas de raíz y buscar que los flujos de movilidad sean seguros, regulados y ordenados. Desde que comenzó la administración del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se ha acordado invertir en la frontera sur de México y Centroamérica para generar mejores condiciones de vida que impidan a las personas abandonar de manera forzada sus comunidades.

Es un desafío global que enfrentamos y que los países de tránsito y destino necesitamos atender de manera conjunta e integral. Se reiteró el compromiso de resolver las causas de origen de la migración y de invertir en la región, priorizando la cooperación para el desarrollo, a fin de crear oportunidades económicas para todos.

A unos días de terminada la cumbre climática COP26, se tiene muy presente que el calentamiento global es un fenómeno del que nadie escapa y el cual requiere de la cooperación inequívoca de los gobiernos, la iniciativa privada y la sociedad civil. Los tres líderes expresaron en la IX Cumbre el compromiso por evitar el desastre, impedir que la “casa se prenda en llamas” —como ha alertado la activista Greta Thunberg— y promover condiciones para un desarrollo sustentable.

Así, la colaboración en los temas que se definieron en la reunión trilateral se dará en un espacio de ganar-ganar, con metas e incentivos comunes. Por supuesto, la relación entre los tres países es compleja, multitemática y, en algunas dimensiones, inequitativa, por el tamaño de las economías, las fuerzas políticas internas y las diferentes posiciones en el sistema internacional.

Hay temas de disonancia que también se deben enfrentar y trabajar, pero hay muchos asuntos, fundamentales, de acuerdo y colaboración en los que es más fácil avanzar. Será nuestra responsabilidad, ya sea en las funciones ejecutivas o legislativas, aterrizar las decisiones y seguir adelante en los grupos de trabajo que se han formado para construir una América sana, segura, económicamente sólida, sustentable e inclusiva.

Como expresó el presidente Biden, podemos enfrentar todos los desafíos, si nos tomamos el tiempo de hablar uno con el otro, trabajando juntos.

 

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