La nueva guerra sucia: ‘hackeos’, IA y ‘deep fakes’
Metaverso, machine learning, inteligencia artificial, big data, deep fakes, GPT chat… veremos desfilar todas estas herramientas digitales en la próxima contienda electoral.
El viernes pasado fue el hackeo y la filtración de una base de datos de periodistas que asisten a las conferencias presidenciales matutinas; el fin de semana, un audio truqueado con la voz de la Dra. Claudia Sheinbaum; antes, un audio con la voz del jefe de Gobierno de la CDMX, Martí Batres, pidiendo sabotear al aspirante Omar García Harfuch, y antes de todo esto, un audio con la voz de Marcelo Ebrard llamando a “acercarse a la gente de Xóchitl [Gálvez]”.
Nada de esto real. Se trata de guerra sucia con apoyo en la nueva herramienta que en todo el mundo se debate cómo hay que regular y poner al servicio de la humanidad, no de la maldad; de la paz, no de la guerra; de la ciencia, no de la magia negra; de la verdad, no del engaño; en fin, de la evolución, no de la degradación.
Esto va a obligarnos a la autoverificación, como personas consumidoras de contenidos audiovisuales, y a la validación por parte de generadores de contenidos, incluidos partidos y candidatos/as. Y, por supuesto, a una pena por fraude, con los agravantes previstos por ley.
No será fácil lograrlo. La misma evolución de las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) vuelve obsoleto hoy lo que ayer era vanguardista. Pero hay que hacerlo, con una perspectiva global e integral, que nos permita utilizar las TIC como vehículos de bienestar y formación cultural, evitando que nos arrollen.
Por lo pronto, hay que prepararnos para ver situaciones inverosímiles en este proceso electoral en curso. Ganarán las y los candidatos que mejor se manejen y se proyecten en redes sociales.
Sobran los ejemplos. Donald Trump ganó la Presidencia en 2016 gracias a la información oportuna sobre el “sentimiento” y la conversación del americano promedio expresado en Facebook. Vladímir Putin se reeligió como presidente de Rusia, merced a una estructura propia en redes sociales y a un ejército de cuentas y promotores digitales que movilizaban casi al unísono al simpatizante de San Petersburgo con el militante de Samarcanda, una red que lo mismo sirve para promover que para monitorear el clima político en el país con mayor número de husos horarios.
En México, el estado de Nuevo León ha dado dos gobernadores de redes sociales (“el Bronco” y Samuel García), y en Jalisco, Guanajuato y otros estados, candidatos independientes ganaron a los partidos con su sola difusión en redes.
En Japón han ido más lejos. En un distrito de Tokio, en 2018, se presentó un candidato peculiar para la elección municipal, que planteaba combatir la corrupción y mejorar los servicios públicos. Asombró por sus vastos conocimientos del tema y la lucidez de sus planteamientos. No tenía partido, solo un portal informativo, donde le escribían y contestaba las 24 horas. Ese candidato no dormía, hacia recorridos virtuales por el distrito y lo podías contactar de inmediato por alguna de sus redes sociales. Se llamaba Michihito Matsuda, y quedó en tercer lugar de la votación. Después de la elección tuvieron que almacenarlo, porque era un robot, un androide.
Metaverso, machine learning, inteligencia artificial, big data, deep fakes, GPT chat… veremos desfilar todas estas herramientas digitales en la próxima contienda electoral. Que sea para el perfeccionamiento de nuestra democracia electoral y no para su degradación o involución.
X y Facebook: @RicardoMonrealA