La vacuna
Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, la principal causa de muerte han sido las enfermedades infecciosas, que nunca han distinguido entre clases sociales, color de piel o cualquier condición. Por ejemplo, en 1836, quien era el hombre más acaudalado del mundo, Nathan Mayer Rothschild, murió de un absceso infectado, y James K. Polk, presidente estadounidense, falleció de cólera tres meses después de dejar el cargo en 1849.
Y aunque desde finales del siglo XVIII la vacunación fue introducida al mundo médico mediante el descubrimiento de Edward Jenner, en 1796, de la vacuna contra la viruela, fue hasta el siglo XX cuando comenzó a salvar vidas de manera masiva. Evaluemos dos ejemplos significativos. En 1952, se obtuvo la vacuna contra la poliomielitis, y en 1954, contra el sarampión. En cada uno de estos casos, hubo una distancia considerable entre la aparición de las enfermedades, el hallazgo de las vacunas, su aprobación y su aplicación masiva. La vacuna contra la poliomielitis se aprobó tres años después de su obtención, y la del sarampión, luego de seis años.
Estos antecedentes sirven para entender la magnitud del reto que la pandemia de COVID-19 representa para la humanidad, pero también para apreciar la velocidad con la cual la comunidad internacional y los países han logrado aprobar soluciones que eviten que esta nueva enfermedad alcance cifras aún más devastadoras. A solamente un año de haber conocido el nuevo coronavirus, el mundo se encuentra en el camino de la esperanza, al contar con diferentes vacunas que han probado su efectividad.
México es el primer país en Latinoamérica que aplicó la vacuna, sin embargo, al ser 2021 un año con grandes implicaciones electorales, es natural que los esfuerzos del Gobierno federal por implementar una campaña de vacunación efectiva sean fuertemente criticados. Sin embargo, no se debe permitir que la esperanza sea opacada por quienes buscan minimizar los avances en la lucha contra la COVID-19, con el fin de recuperar el poder que democráticamente perdieron, pues la nación va por buen camino.
Al dos de enero, ya se habían recibido en el país 53,625 dosis de la vacuna, de las cuales se han aplicado 32,824. Y aunque han existido casos aislados de abuso de autoridad, los cuales se investigan o han sido sancionados, cada una de las dosis ha sido destinada al personal de salud de primera línea, cumpliendo así con los planes establecidos para iniciar la campaña de vacunación, sin corrupción y sin favoritismos.
Hay quienes han señalado que el número de dosis es muy bajo y que la velocidad no es la necesaria para poner fin de manera efectiva a la pandemia. Es entendible que todas las personas compartamos el deseo de que en forma inmediata se erradique la COVID-19, y también es comprensible que en México y en otras partes del mundo se haga uso de este deseo para empantanar los esfuerzos de los gobiernos por tratar de organizar campañas de vacunación efectivas. Por ello es importante reconocer que éste es apenas el principio de una extensa campaña, y que el 5 de enero llegarán al país otras 50,000 dosis, que en las tres semanas posteriores serán complementadas por un millón 400 mil más, para vacunar a todo el personal de salud e iniciar con la inoculación de personas adultas mayores, esperando cubrir la totalidad de este sector poblacional a finales de marzo.
Es muy probable que en los tiempos del antiguo régimen la aplicación de la vacuna se hubiera iniciado con quienes mantenían cercanía con el poder o que su comercialización y venta hubiera sido la vía para aplicarla. Sin embargo, congruente con su talante social, el actual Gobierno federal está comprometido con la aplicación gratuita y universal de la vacuna, lo cual será posible gracias al manejo responsable de las finanzas públicas, pues se cuenta con el presupuesto suficiente para seguir haciendo frente a la crisis sanitaria y apuntalar la recuperación económica. Sólo para la compra de vacunas, se dispondrá de 32 mil millones de pesos, y de 10 mil millones para la compra de insumos y medicamentos para el sector salud.
La historia mundial es el mejor testigo de que en esta ocasión la humanidad ha sido capaz de generar una vacuna contra la COVID-19 a una velocidad extraordinaria. Nuestros antecedentes nacionales nos hacen valorar que en uno de los momentos más difíciles que hemos enfrentado como sociedad contamos con el mejor gobierno posible, que ha hecho frente a la pandemia de manera responsable, tanto en el ámbito de la salud como en el económico, y que ha iniciado una campaña de vacunación universal, gratuita, transparente y escalonada, iniciando con quienes tienen más riesgo y exposición al virus, pero más importante aún, ha evitado politizar el tema, privilegiando siempre la salud y el bienestar de la sociedad ante cualquier otro tema, razón suficiente para, como lo expresó el presidente Andrés Manuel López Obrador, mantener firme la esperanza en el porvenir.
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