Los primeros cien días

Si la candidata Claudia ofreció un segundo piso para la Cuarta Transformación, la presidenta Claudia, en cien días, levantó ya los cimientos constitucionales e institucionales para esa esperada etapa.

Los primeros cien días de la presidencia de Carlos Salinas fueron de golpes policiales espectaculares (la Quina, Legorreta, entre otros). Los de Ernesto Zedillo fueron de la devaluación más estrepitosa del siglo pasado. Los de Vicente Fox fueron de fiesta y jolgorio por la hazaña del “cambio”. Los de Felipe Calderón, la declaración de guerra contra las drogas, que marcó el inició de la inseguridad y violencia que aún padecemos. Los de Peña Nieto, de las “reformas estructurales” neoliberales. Los de AMLO, el desmonte de esas reformas y el inicio de un nuevo régimen: la 4T.

Se dice que en los primeros cien días ya se sabe de qué está hecho un Gobierno.

Por eso se ha vuelto una tradición medir, evaluar y calificar los primeros cien días de un Gobierno recién instalado.

Y a juzgar por prácticamente todas las encuestas y sondeos que se han difundido en fechas recientes, los primeros cien días de gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum están hechos de congruencia, consistencia, apoyo popular y amplia aprobación ciudadana.

Si la candidata Claudia ofreció un Segundo Piso para la Cuarta Transformación, la presidenta Claudia, en cien días, levantó ya los cimientos constitucionales e institucionales para esa segunda etapa.

Si la candidata Claudia se comprometió a continuar y ampliar los programas sociales, la presidenta Claudia, en cien días, censó y entregó los primeros apoyos a las y los nuevos derechohabientes del estado de bienestar social mexicano.

Si la candidata Claudia presentó un plan de gobierno de cien puntos, la presidenta Claudia ya emprendió acciones en el 70 por ciento de ellos, y en el 30 por ciento restante ya se está trabajando.

Esto habla de congruencia, consistencia y seriedad. La mayoría de las familias y de las personas (entre siete y ocho de cada 10) consideran que está bien o muy bien su situación económica; que están bien o muy bien los programas sociales, y que el país gobernado por la doctora Claudia va en la ruta correcta. Esto se llama confianza en el Gobierno, que es un bien público muy difícil de obtener en estos tiempos mundiales de incertidumbre y crispación.

Por supuesto que hay rubros por mejorar, como la seguridad, la salud y el combate a la corrupción; pero también en ellos se reconoce que se está avanzando, que no se han descuidado.

En conclusión, la gente está satisfecha con el gobierno de la presidenta Claudia, y si ella tuviera en este momento que refrendar su mandato en las urnas, obtendría más votos que aquellos con los ganó en junio del año pasado. Así de bien va.

Sólo a quienes no les gusta la Transformación o que han resultado afectados por ella piensan que el país va mal o que está siendo destruido por las reformas constitucionales e institucionales que está impulsando el nuevo gobierno. Pero también para esas personas se gobierna y se gobierna bien, como lo demuestra la libertad absoluta de expresión y manifestación que han tenido y seguirán teniendo para expresar sus sentimientos, pensamientos y hasta resentimientos.

Si tuviéramos que resumir en una expresión lo avanzado en estos primeros cien días de gobierno, la frase sería: vamos muy bien, y estaremos mejor. Sólo no hay que bajar la guardia ni el ánimo para los siguientes tramos del camino, que estarán marcados por un suceso superviniente: la segunda presidencia de Donald Trump, en el que la relación, lo reiteró la presidenta Claudia ante un Zócalo desbordado de pasión nacionalista, será de coordinación y colaboración, pero nunca de subordinación o sumisión.

 

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