Mientras llega la vacuna…
Hoy el gobierno informa, no deforma; alerta sin alarmar; no rechaza a turistas del extranjero y, lo más notable, provee a la población de la mejor vacuna: la información y las medidas de salud preventivas.
Mientras no se produzca la vacuna contra el COVID-19 (en tres o cuatro meses más), el coronavirus seguirá siendo una amenaza para la salud y la economía globales y, por lo tanto, para México.
En situaciones de vulnerabilidad extrema se activan dos presiones. Por un lado, el temor de la población al estar expuesta a una amenaza desconocida (el miedo como epidemia social); por el otro, el instinto del gobierno por aplicar medidas de control y prevención para que la crisis no lo rebase (el autoritarismo como epidemia política).
Sobre esto último, es importante observar la reacción del gobierno chino, al que le estalló la crisis del coronavirus justo cuando libraba una guerra comercial con Estados Unidos de América: pasó de la negación y el castigo al célebre Dr. Li Wenliang —quien alertó del nuevo virus—, al despliegue técnico, organizativo y propagandístico sobre la capacidad del régimen para responder a la emergencia sanitaria (en 10 días, la construcción de un hospital de mil camas).
En este contexto, vale la pena evaluar la reacción del gobierno de México, para concluir si está o no actuando a la altura de las circunstancias, sobre todo bajo los parámetros recomendados por la OMS para enfrentar este tipo de alertas epidemiológicas, con eficacia sanitaria y capacidad técnica y científica, sin caer en el pánico, ni en sobrerreacciones que generen estigmas o violaciones a derechos humanos.
Al respecto, tenemos la experiencia traumática de hace una década, cuando México fue considerado el epicentro del virus A(H1N1). En esa ocasión, el impacto económico fue de casi un punto del PIB (afectando turismo, restaurantes y exportación de automóviles), cercos sanitarios a ciudades completas, un saldo sanitario de 388 muertos y 55,000 casos confirmados, además de la discriminación y los prejuicios contra la épica “raza de bronce”. Es decir, ni punto de comparación con el manejo actual de la amenaza del coronavirus.
Hoy el gobierno informa, no deforma; alerta, no alarma; previene, no lamenta; atiende, no rechaza a turistas del extranjero; redirecciona, no recorta partidas presupuestales y, lo más notable, provee a la población de la mejor vacuna: la información y las medidas de salud preventivas.
- No está de más recordar las más importantes:
- Lavarse las manos frecuentemente con agua y jabón o utilizar gel con base de alcohol al 70 por ciento.
- Al toser o estornudar, utilizar el estornudo de etiqueta, que consiste en cubrirse nariz y boca con un pañuelo desechable (tirarlo de inmediato y lavarse las manos) o con el ángulo interno del brazo.
- No tocarse la cara, la nariz, la boca ni los ojos con las manos sucias.
- Limpiar y desinfectar superficies y objetos de uso común en casas, oficinas, sitios cerrados, transporte, centros de reunión, etcétera.
- Quedarse en casa cuando se tienen padecimientos respiratorios y acudir al médico si se presentan algunos de los siguientes síntomas: fiebre mayor a 38 ºC, dolor de cabeza, dolor de garganta, escurrimiento nasal, dolor de huesos y músculos, entre los principales.
- No consumir alimentos de origen animal que estén poco cocinados o crudos.
No hacer compras innecesarias de productos medicinales, alimenticios o de cualquier tipo que alteren el curso normal y estable de los mercados (compras de pánico).
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