Oro verde
Hace unas semanas visité Michoacán, para asistir al aniversario de un medio de comunicación local. En conversaciones con prensa e integrantes del empresariado, uno de los temas coincidentes y recurrentes fueron las condiciones de producción del aguacate, de la cual la entidad federativa es líder mundial.
Se trata de una industria compleja, de suma importancia económica que, tan sólo para el mercado de exportación, representa más de 2 mil millones de dólares. En territorio purépecha, la producción de aguacate para exportar ronda el millón de toneladas en esta temporada, vinculando más de 30 mil productores, generando empleos para 78 mil personas, de manera directa, y para unas 300 mil, en forma indirecta. Con todo ello, como se entenderá, existen muchos intereses a su alrededor.
Uno de los aspectos vinculados estrechamente con este mercado es la problemática de la violencia y el crimen organizado. Diversos medios de comunicación —e incluso reportes oficiales— en momentos diferentes ‘han hecho pública información sobre el control que grupos de la delincuencia organizada ejercen en los territorios dedicados a la producción del aguacate, siendo la muestra más reciente las amenazas a agentes del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, encargados de certificar el origen de este fruto para exportación.
De momento, tanto las autoridades estadounidenses como las mexicanas han actuado con rapidez, y en pocos días lograron destrabar el veto que consecuentemente se había impuesto. Sin embargo, hay temas latentes que ponen en riesgo a esta industria, y que de momento se podrían visualizar en tres grandes rubros: seguridad, medio ambiente e impacto social.
Seguridad. El control de territorios por parte del crimen organizado hará que el funcionamiento y equilibrio de los nuevos protocolos de seguridad que se ofreció instrumentar sea muy frágil, pues reservarlos a una burbuja será difícil, cuando las condiciones de seguridad y conflicto son complejas en Michoacán y en otras entidades. Los recursos financieros que conlleva la industria del aguacate son un muy apetitoso botín para muchos grupos.
Medio ambiente. Cada día son más las expresiones que han planteado los severos impactos ambientales que está generando la producción del aguacate en Michoacán, la grave deforestación que lleva implícita, la poca regulación ambiental y la ineficacia de la autoridad. Lo interesante es que las voces ambientalistas han evolucionado del activismo hacia la construcción de posicionamientos de políticas públicas. Este tema necesita ser atendido a la brevedad, para evitar un deterioro que podría ser irreversible.
Impactos sociales. El aguacate debe servir como catapulta para que los sectores vinculados a la industria alcancen mejores niveles de vida. De manera discreta, se dio a conocer que, justo levantando el cierre de la frontera norte, se realizó una reunión entre la Asociación de Productores y Empacadores Exportadores de Aguacate de México y el Instituto Mexicano del Seguro Social, para garantizar la seguridad social de quienes laboran en el sector aguacatero, lo cual es una buena noticia y habremos de esperar acciones mas contundentes de responsabilidad social al respecto.
La producción del oro verde no puede seguir tan suelta. Es indispensable construir marcos jurídicos, operativos y de políticas públicas, para los temas de seguridad, de medio ambiente y de impactos sociales. Esta gran industria se tiene que ajustar a los nuevos contextos, y requiere consolidarse con principios más humanos, más ambientales y más solidos, así como construir mejores prácticas para mantener y afianzar su liderazgo mundial, ya que, de no hacerlo, sufre la amenaza de nuevos vetos o restricciones que puedan ocasionar daños verdaderamente significativos a la economía mexicana.
Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA