Pasado, presente y futuro
Navidad representa tanto… es uno de los principales dogmas de fe de la religión católica; un momento de unión familiar; una ocasión de reencontrarnos con nuestros orígenes; el épilogo de un año, y una oportunidad para reflexionar sobre lo vivido, agradecer lo recibido y corregir el rumbo cuando es necesario. Bajo la narrativa católica, Navidad es también una historia de humildad, resiliencia, solidaridad y esfuerzo frente a la adversidad.
María y José sabían que el niño que estaba por nacer lo haría rodeado de alabanzas y de amor; por eso resultaba angustiante que una y otra vez, después de pedir posada, a la pareja se le negara la posibilidad de que el alumbramiento ocurriera en un lugar apropiado. Pero lejos de vencerlos o derrotarlos, las circunstancias no los inhibieron; al contrario, su entereza y el convencimiento de estar cumpliendo con un designio superior revistieron de dignidad y grandeza aquel pesebre.
Que ese acontecimiento —el cual marcó la historia de la humanidad desde entonces— se diera bajo estas condiciones es un constante recordatorio de la necesidad aún persistente de seguir trabajando para construir una sociedad más igualitaria y, a la vez, para no olvidar que inclusive bajo las situaciones más complejas debemos apegarnos a nuestros valores y principios, así como a las personas que nos acompañan en el camino.
Navidad ha sido también el tema central en historias literarias. En ellas, esta festividad es entendida como un momento coyuntural y de cambio en la vida de las personas; una oportunidad para convertirse en mejores mujeres y hombres. Quizá entre todos esos relatos el más conocido sea el de la autoría del escritor británico Charles Dickens, entre cuyas grandes obras se encuentran Oliver Twist, Historia de dos ciudades, Grandes esperanzas y, más importante para este espacio, Cuento de Navidad.
En ese texto de ficción, Dickens le dio vida a uno de los mayores antagonistas de la Navidad: Ebenezer Scrooge quien, después de ser visitado por los fantasmas de las navidades pasadas, presentes y futuras, pasa de ser un hombre avaro, egoísta y solitario a alguien generoso, amable y comprometido. Los personajes de la obra son una alegoría para transmitir el mensaje de que ponderar nuestro pasado es importante para ser mejores personas en nuestro presente, ya que solo así podremos participar en la construcción de un mejor futuro.
Esa simbiosis entre la importancia de la Navidad, su origen bíblico y la manera en que se volvió uno de los grandes temas de la literatura brinda elementos para reflexionar sobre nuestro contexto actual, revisitando nuestro pasado, considerando nuestro presente e imaginando el futuro que buscamos alcanzar.
Quienes actualmente tenemos la honrosa responsabilidad de pertenecer al movimiento que gobierna este país heredamos causas que son y deberán seguir siendo nuestra hoja de ruta: la lucha maderista por la democracia verdadera; el anhelo estudiantil de inclusión, pluralidad y libertad, y las luchas de las izquierdas partidistas del siglo XX, que anhelaban una sociedad más justa y equitativa.
Estas luchas pasadas fueron la antesala del triunfo obtenido hace cuatro años, pero también los factores que nos sitúan en la coyuntura presente. Actualmente, el país se encuentra en una gran disyuntiva en la que se deben honrar los principios que nos trajeron aquí. Este es un momento paradigmático, en el que resulta más importante que nunca actuar con congruencia y apego a nuestras causas originales.
Si antes tuvimos que conquistar y hacer valer la democracia, los tiempos presentes son para fortalecerla y apuntalarla. Esto requiere retomar el camino a las causas comunes que nos unieron, y apartarnos de polarizaciones y divisiones causadas por ideologías o proyectos que se alejan del interés nacional.
No podemos olvidar que de nuestras acciones presentes depende el futuro de las generaciones venideras. Resultaría altamente irresponsable actuar sin considerar las consecuencias que estos actos desencadenarán en las próximas décadas. Como los personajes de Dickens, lo que hagamos en el presente debe alimentarse de las experiencias del pasado, pero encaminarse a edificar el México que merecemos en el futuro.
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