Prueba superada
Se puede afirmar que el supertazón electoral del pasado domingo fue una prueba superada para la 4T.
Un indicador relevante para evaluar una elección es considerar la opinión de quienes participan en la contienda. Las dos grandes coaliciones que se enfrentaron en esta ocasión se han declarado satisfechas con los primeros resultados. Tanto Morena-PT-PVEM como PAN-PRI-PRD se declararon ganadores en sus respectivos proyectos.
¿Cuáles son esos proyectos? La coalición Juntos Hacemos Historia tuvo como principal objetivo conservar la mayoría de curules en la Cámara de Diputados, porque precisamente allí se aprueban los fondos para los proyectos estratégicos del actual gobierno federal (desde los programas sociales hasta las obras de infraestructura en el sureste del país).
Por su lado, el objetivo principal de la coalición Va por México fue ganar por lo menos 100 de los 300 distritos federales de mayoría relativa, a fin de bloquear o poner un freno legislativo y presupuestal a la 4T, así como obtener el mayor número de gubernaturas y congresos locales, porque desde allí también se logra detener al gobierno central, activando un federalismo más intenso.
Pues bien, ambas coaliciones se consideran ganadoras, porque las dos consiguieron sus objetivos, aunque en grados de intensidad diferentes. Juntos Hacemos Historia tendrá entre 265 y 298 curules, mientras que Va por México alcanzará entre 181 y 213. Esto significa simplemente que la 4T y el presidente AMLO tendrán mayoría absoluta (la mitad más uno de 500 diputaciones federales) en la segunda mitad de su mandato, y esto es una victoria trascendental, porque ninguno de sus cuatro antecesores en el cargo había logrado este refrendo para la segunda parte de sus respectivas administraciones.
Quienes festinan que la 4T no alcanzó la mayoría calificada (333 diputaciones de 500, es decir, las dos terceras partes), necesaria para promover reformas constitucionales, olvidan dos asuntos: primero, que Morena y sus aliados nunca tuvieron la mayoría calificada en la legislatura anterior; tanto en el Senado como en San Lázaro debieron construirla con fuerzas afines. Segundo, que el presidente AMLO siempre declaró que en el primer trienio promovería todas las reformas constitucionales que fuesen necesarias, mientras que en el segundo se consolidarían las reformas y los proyectos estratégicos de su mandato. Y para lograr ese afianzamiento se requiere mayoría absoluta, no mayoría calificada.
¿Qué significa esto? Que Va por México crece en número de diputaciones federales, pero no lo suficiente como para alcanzar su objetivo de frenar legislativa y presupuestalmente a la 4T.
¿Qué hay del otro freno, el federalismo, que se pretendió activar desde los gobiernos locales? De manera preliminar, Morena y sus aliados pasaron de 7 gobiernos estatales y 17 congresos locales en el primer tramo, a administrar 17 gubernaturas y 18 congresos locales. Es decir, la 4T tendrá un implante territorial más local y sólido en la segunda parte del gobierno del presidente López Obrador que en la primera.
Incluso en las entidades de la llamada “alianza federalista” el avance de la Cuarta Transformación fue notable. En Tamaulipas, por ejemplo, la voltereta fue espectacular. Morena y sus aliados gobernarán los siete municipios más poblados del estado, y alcanzaron 21 de 36 diputaciones locales y 6 de las 9 federales. Mejor, imposible. Por ello, es posible afirmar que el supertazón electoral del pasado domingo fue una prueba superada para la 4T.
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