Reforma electoral

¿Eliminar las diputaciones plurinominales? ¿Renovar la integración del Consejo General del INE? ¿Reducir presupuesto a campañas y partidos políticos? Estos temas y otros más deberán abordarse en el diseño y la discusión de una posible reforma electoral, que ya fue anunciada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, y que corresponderá aprobar o no al Congreso de la Unión. Además, en el proyecto se podrían incluir aspectos como el voto en el extranjero, el voto electrónico, austeridad y mecanismos que permitan asegurar el sufragio libre, secreto y universal de la ciudadanía, así como un conteo transparente y eficaz.

Resulta importante señalar que una reforma de este tipo tocaría el orden constitucional, lo que requeriría la aprobación de la mayoría calificada en ambas cámaras federales, y de 17 de los 32 congresos locales. En este sentido, el mayor reto lo enfrenta el Poder Legislativo federal, pues las bancadas de Morena y sus aliados deberán generar consensos mediante exposiciones y discusiones que demuestren lo importante que es para nuestra democracia llevar a cabo una reforma político-electoral que se adecue a la nueva realidad del país.

La más reciente reforma de este calado se realizó en 2014, pero dejó algunos asuntos en el tintero, como posibles modificaciones al Servicio Profesional Electoral Nacional, previsto en la estructura del INE, para garantizar la imparcialidad y el patriotismo de las personas funcionarias que organizan los comicios.

Hay, sin embargo, un tema que obsesiona a la oposición: la reelección del presidente AMLO. Aunque en reiteradas ocasiones el mismo mandatario se ha pronunciado categóricamente en contra de continuar su mandato más allá del 2024, un grupo de la prensa que ha fungido como opositora del nuevo gobierno insiste en comparar al jefe del Estado mexicano con personajes de otras épocas y latitudes, que pretendieron o lograron extender su administración, como Porfirio Díaz, Hugo Chávez, Evo Morales o incluso Luis Echeverría.

Su táctica, aunque desgastada y cada vez menos eficaz, es enturbiar la imagen del presidente López Obrador rumbo a la revocación o ratificación de mandato del próximo año, cuando el pueblo de México decidirá si concluye o continúa su sexenio.

¿Podría AMLO reelegirse? Si dependiera exclusivamente del pueblo, sí. En este momento, la popularidad del presidente ha demostrado su fortaleza, al mantenerse luego de enfrentar los peores momentos de la pandemia provocada por la COVID-19 y de la aparejada crisis económica, aun con un embate mediático que no se había visto desde hace más de un siglo en contra de un jefe de Estado en México. No obstante, el artículo 83 constitucional prohíbe tajantemente la reelección, y para reformarlo sería necesario (lo cual es impensable) el acompañamiento de los partidos opositores. Más allá de esto, sería la propia congruencia del presidente la que le impediría acudir, acaso, al llamado del pueblo en este sentido.

A pesar de que gracias a la gran participación ciudadana podemos decir que en 2018 y 2021 se llevaron a cabo elecciones libres, las decisiones de las autoridades electorales pudieran haber estado sesgadas por la ideología conservadora, que les habría impedido actuar con autonomía y en apego a la legalidad, haciendo del árbitro otro jugador, lo que no puede seguir sucediendo en la próxima gran prueba de la democracia mexicana y la 4T: el 2024.

 

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