Retos hacia una integración regional
La integración regional se refiere a una decisión por parte de Estados con objetivos comunes, que conlleva la armonización de políticas económicas, comerciales, financieras, legislativas y socioculturales, es decir, este tipo de integración busca ser un espacio geográfico común con miras a la consolidación geopolítica de un desarrollo del bienestar mutuo y con presencia competitiva en los mercados globales.
Sin embargo, alcanzar la integración regional requiere del abordaje de una serie de desafíos, retos, así como concesiones en diversos ámbitos. Demanda metas claras y pasos firmes a corto, mediano y largo plazo, basados en objetivos comunes. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) señala que para alcanzar la integración regional se requiere “una compleja estructura de colaboración entre países y cuyo periodo de preparación y maduración demanda de un complejo entramado institucional y financiero”.[1]
Un ejemplo claro de ello es lo que hoy conocemos como la Unión Europea (UE), compuesta por 27 países del Viejo Continente, soberanos e independientes. La familiaridad con que actualmente nos referimos a la UE no debe dejar de lado el tiempo, los retos, procesos históricos, tratados y negociaciones que se dieron tras el fin de la Segunda Guerra Mundial y que iniciaron este proceso de integración hace más de siete décadas.
El proceso de la UE fue reconocido en 2012 con el Premio Nobel de la Paz, por contribuir a “transformar Europa de un continente en guerra a un continente en paz”.[2]
La integración de la Unión Europea tiene un primer momento en mayo de 1949, con la creación del Consejo de Europa, cuyo estatuto, firmado por Bélgica, Francia, Luxemburgo, Países Bajos, Reino Unido, Irlanda, Italia, Dinamarca, Noruega y Suecia buscaba “una unión más estrecha entre sus miembros para salvaguardar y promover los ideales y los principios que constituyen su patrimonio común y favorecer su progreso económico y social”,[3] es decir, su objetivo común se fincaba en promover la democracia y proteger los derechos humanos y el Estado de derecho en Europa.
Posteriormente, se creó la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), por el Tratado de París (1951), con el objetivo de regular bajo una única autoridad la producción de acero y carbón como materiales indispensables de la industria armamentista, dificultando la posibilidad de iniciar una guerra.[4] Asimismo, se creó la Comunidad Económica Europea (CEE), avalada por el Tratado de Roma (1957), que buscaba la integración económica, un mercado común y la unión aduanera entre sus seis miembros fundadores: Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo, los Países Bajos y Alemania Occidental. Nació también la Comunidad Europea de la Energía Atómica (EURATOM), que a partir de 1957 sentó las bases para la utilización pacífica de la energía atómica en la UE.
Un año después (1958), se realiza la primera reunión de representantes de la Asamblea Parlamentaria Europea, que reemplazó a la Asamblea Común de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero. En 1962 cambió su nombre a Parlamento Europeo,[5] y pasó de ser una Asamblea de 142 miembros designados que hablaban cuatro lenguas, a un Parlamento elegido por sufragio universal directo con 705 eurodiputados y eurodiputadas de 27 Estados, con 23 lenguas oficiales (2023).[6]
En la línea histórica hacia la integración de la UE destaca el compromiso de Gobiernos democráticos como un paso importante para calificar a la membresía de las Comunidades Europeas, como lo fue en su tiempo la adhesión de Portugal, Grecia y España; al igual que el término de los regímenes comunistas en Europa Central y Oriental. A partir de 1967, el “Tratado de Fusión” integra a la CECA, la CEE y la EURATOM; las Comunidades Europeas tendrán un solo ente administrativo y uno ejecutivo.
La consolidación de esfuerzos hacia un mercado único tuvo como primer obstáculo las diferencias en las reglamentaciones nacionales; para lo cual, en 1986, con la entrada en vigor del Acta Única Europea, se modificó el Tratado de Roma, reforzando la integración europea mediante la conformación de un gran mercado interior.[7]
En 1993, se abrió el mercado único con las “cuatro libertades”: de libre circulación de personas, mercancías, servicios y dinero. El 1 de enero de 1999 nace el euro en 11 países, solamente con fines transaccionales comerciales y financieros,[8] y en 2002 se emiten los primeros billetes y monedas de euro en 12 países, “imprimirlos, acuñarlos y distribuirlos fue una operación logística importante”. [9]
Posteriormente con la entrada en vigor el 1 de diciembre de 2009 del Tratado de Lisboa[10] se modifican el Tratado de la Unión Europea y el Tratado Constitutivo de la Comunidad Europea; con ello, la UE sucede por completo a las Comunidades Europeas y asume su personalidad jurídica única como sujeto de derecho internacional.
La Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea[11] se torna vinculante jurídicamente en busca de una UE más democrática, eficiente y transparente.
En la actualidad, las principales instituciones de la UE son el Parlamento Europeo y el Consejo Europeo, que ejercen la autoridad legislativa; la Comisión Europea, que es responsable de la aplicación de las leyes, la gestión de las políticas comunes y la ejecución del presupuesto; y el Consejo de la Unión Europea (o Consejo de ministros), formado por los ministros de los gobiernos de cada Estado miembro, que se encarga, entre otras acciones, de coordinar las políticas de la UE.[12]
Además, el Tribunal de Justicia para toda la Unión es el intérprete supremo del derecho comunitario y el garante último de su aplicación por la vía judicial;[13] el Tribunal de Cuentas supervisa y controla el buen funcionamiento y la adecuada administración de las finanzas y de los fondos comunitarios; y el Banco Central Europeo dirige y aplica la política monetaria única de la eurozona. Cabe destacar que la armonización de las políticas monetarias y fiscales conlleva un menor margen de actuación para la política general de los Gobiernos de los países que integran la UE.[14]
La complejidad en acuerdos y negociaciones para lograr la integración de la UE ha abarcado también una serie de dificultades y crisis a lo largo de los años. Los vaivenes de la Guerra Fría (1945-1991), la Gran Recesión (2008), la deuda soberana de Grecia (2009), la crisis del euro (2010), la crisis migratoria (2015), diversos ataques terroristas, el Brexit (2020), la pandemia de COVID-19 (2020) y la guerra ruso-ucraniana (2022), entre otras.
Estas dos últimas evidenciaron la dependencia exterior de la UE para abastecerse de productos y materias primas de carácter estratégico, contexto que aceleró el debate hacia una llamada refundación de la UE.[15]
En tal sentido, el canciller alemán Olaf Scholz señaló que la UE, “que en un principio era un proyecto de paz orientado al interior, debe ahora defender sus valores y asegurar su independencia y estabilidad también hacia el exterior”. Scholz centra su discurso en cuatro puntos para una UE geopolítica: 1) una Europa ampliada y reformada, que incluya a los países de los Balcanes Occidentales; 2) una Europa más soberana, sin dependencias unilaterales, expandiendo las relaciones comerciales globales, la diversificación de las relaciones de suministro y una auténtica economía circular; 3) superar viejos conflictos, adoptando nuevas soluciones en específico hacia una migración legal y ordenada, y 4) la defensa de los valores de Europa y del Estado de derecho.[16] Es decir, la UE hoy enfrenta, entre muchos otros asuntos, la necesidad de “renovar su medio y su mensaje”.[17]
Para quienes apoyan un “nuevo relato europeo”, condicionan su éxito a que la mayor parte de la población del continente se sienta integrada y representada; el desafío es que la europea es hoy un sociedad mucho más diversa que hace 70 años.
Este preámbulo, concerniente a la hoja de ruta que derivó en la integración europea, podría extrapolarse para hacer un recuento de integración de la Unión Africana o el Sistema de Integración Centroamericana (SICA, 1991).[18] Cada sistema de integración es particular y, por ende, hay que destacar los puntos generales que se requerirían para la tan anhelada integración de la región latinoamericana.
A lo largo de la historia han surgido esfuerzos de diversa índole en busca de la integración de América Latina y el Caribe, creando instituciones exitosas y no, en momentos de crisis o auge regional. Lograr la integración latinoamericana —como puntualiza el investigador principal del Real Instituto Elcano, Carlos Malamud— “requiere liderazgo y voluntad política”.[19]
Si bien las principales economías latinoamericanas: Argentina, Brasil, Colombia, Chile, México y Perú tienen en común Gobiernos de izquierda, el pasado y el presente nos recuerdan que para alcanzar la integración regional se requiere mucho más que una similitud ideológica.
En ese sentido, Malcolm Deas, americanista y profesor de la Universidad de Oxford, es enfático en que no existe uniformidad en la izquierda de América Latina.[20]
Lo cierto es que a lo largo de la historia latinoamericana-caribeña se han dado esfuerzos encaminados hacia una integración, como la Comunidad Andina (CAN, 1969) o la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI, 1980), que solo representan el 16 por ciento del comercio total en América Latina. El Mercado Común Centroamericano (MCCA, 1960), la Comunidad del Caribe (CARICOM, 1973), el Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA, 1975), el Mercado Común del Sur (Mercosur, 1991), la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR, 2008), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC, 2010) o la Alianza del Pacífico (2011) son algunos ejemplos tras esta intención.
Sin embargo, a pesar de que el reporte del BID, “Voz latinoamericana: percepciones sobre integración regional y comercio”,[21] subraya que siete de cada diez latinoamericanos apoyan que su país se integre más con otros países de América Latina y el Caribe, y siendo aun más alta la tasa de jóvenes de entre 16 y 25 años a favor de la integración, en la región existe una amplia división, llena de contrastes y desigualdad (el 10 por ciento de la población más rica concentra el 71 por ciento de la riqueza; dos de cada diez personas aún tienen carencias alimentarias, etc.). Ejemplo de esta falta de consenso fue la imposibilidad de designar un candidato común para presidir el BID.[22]
Malamud argumenta que, históricamente, lo que ha impedido la integración regional en América Latina y el Caribe ha sido una “falta de liderazgo y la falta de voluntad política de mirar más allá de lo que ocurre dentro de cada país”.[23]
Así entonces, el camino hacia la integración es de largo aliento y, si bien durante las últimas tres décadas Latinoamérica registró progresos en materia de apertura comercial (acuerdos comerciales regionales y acuerdos de asociación con países extrarregionales), la región sigue siendo una suma de economías disímiles, con potencial para un mejor comercio interregional, pero sin los incentivos ni mecanismos necesarios.
Sin embargo, no todos los esfuerzos subregionales han sido fallidos, destaco el trabajo de la CELAC y la Alianza del Pacífico. Asimismo, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que inició sus negociaciones en 1991 y entró en vigor a partir del 1 de enero de 1994, con el objetivo de desarrollar una zona de libre comercio entre Canadá, Estados Unidos y México, reduciendo costos para promover el intercambio de bienes entre los tres países y dar certidumbre a las inversiones, independientemente de los ciclos presidenciales.
Posteriormente, como resultado de la renegociación del TLCAN, entre 2017 y 2018, el 1 de julio de 2020 entró en vigor el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Ninguno de estos instrumentos se habría concretado si en el periodo de 1986 a 1994 México no hubiera entrado al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) e iniciado su apertura comercial.
Además, los esfuerzos hacia una integración latinoamericana que fortalezca las potencialidades de todas las regiones y que genere un efecto multiplicador de bienestar, requieren de una aproximación y análisis detallado de los desafíos estructurales que experimentamos: bajos niveles de inversión y de productividad;[24] escasa complementariedad en cadenas de valor; bajo nivel de comercio intrarregional, y crisis de representación y de legitimidad política, exacerbadas por la pandemia de COVID-19, la brecha digital, inflación, inseguridad, falta de oportunidades, el crimen organizado y el narcotráfico, la crisis energética, medioambiental y alimentaria, el fenómeno migratorio y las situaciones particulares actuales en Perú y Haití.
Para vislumbrar una integración regional se necesita repensar el papel de nuestras instituciones, desarrollar mecanismos de coordinación eficientes y transparentes, [25] transitar de obstáculos comunes a intereses afines,[26] y encontrar similitudes políticas, económicas, socioculturales y geográficas. También, aspirar a colaborar en desafíos colectivos para obtener resultados que beneficien a todas y todos.
Como defensor del diálogo, estoy convencido de que es mejor buscar convergencias, así como el acercamiento y la formulación de acuerdos, sobre todo con quienes compartimos historia, cultura y geografía. En este sentido, la integración entre países demanda una profunda cooperación, encontrar las coincidencias y avanzar en acuerdos posibles, bajo cimientos de no intervención y de autodeterminación de los pueblos, fortalecimiento del mercado interno, cooperación para el desarrollo y ayuda mutua para combatir la desigualdad y la discriminación.
Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA
Fuentes:
[1] Raúl Rodríguez Molina, “¿De qué hablamos cuando hablamos de Integración Regional?”. Banco Interamericano de Desarrollo (5 de junio, 2022), sec. Transporte [En línea]: http://bit.ly/3HSRv60 [Consulta: 31 de enero, 2023].
[2] Noticias-Parlamento Europeo, “La Unión Europea, Premio Nobel de la Paz 2012”. Noticias-Parlamento Europeo (10 de diciembre, 2012), sec. Asuntos de la Unión [En línea]: http://bit.ly/3Y056OF [Consulta: 1 de febrero, 2023].
[3] Consejo de Europa, “Estatuto del Consejo de Europa (Londres, 5 de mayo de 1949)”. Universitat de Barcelona [En línea]: http://bit.ly/3DC72EU [Consulta: 31 de enero, 2023].
[4] European Union, “Schuman declaration May 1950”. European Union, sec. Principles, countries, history, History of the EU [En línea]: http://bit.ly/3RqY5Ux [Consulta: 31 de enero, 2023].
[5] Mariusz Maciejewski, “The European Parliament: Historical background”. European Parliament (mayo, 2022), sec. The EU at work, European Union institutions and bodies [En línea]: http://bit.ly/3HTxv3d [Consulta: 31 de enero, 2023].
[6] Noticias-Parlamento Europeo, “¿Cuántos diputados hay?”. Noticias-Parlamento Europeo, sec. Preguntas frecuentes [En línea]: http://bit.ly/3WYErAn [Consulta: 1 de febrero, 2023].
[7] Ina Sokolska, “La evolución hacia el Acta Única Europea”. Fichas temáticas sobre la Unión Europea-Parlamento Europeo (mayo, 2022), sec. La UE en acción, La evolución histórica de la integración europea [En línea]: http://bit.ly/40s1E0C [Consulta: 1 de febrero, 2023].
[8] European Commission, “Euro area”. European Commission, sec. Business, Economy, Euro [En línea]: http://bit.ly/3JCzpGz [Consulta: 1 de febrero, 2023].
[9] European Union, “History of the European Union 2000-09”. European Union, sec. Principles, countries, history, History of the EU [En línea]: http://bit.ly/40qMNUd [Consulta: 31 de enero, 2023].
[10] About Parliament-European Parliament, “Treaty of Lisbon”. About Parliament-European Parliament, sec. In the past, The Parliament and the treaties [En línea]: http://bit.ly/40jCBwZ [Consulta: 31 de enero, 2023].
[11] Unión Europea, “Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea”. Fundación Acción Pro Derechos Humanos (12 de diciembre, 2007), sec. Normativa de Derechos Humanos, Sistema Europeo [En línea]: http://bit.ly/3HyA756 [Consulta: 31 de enero, 2023].
[12] European Union, “History of the European Union 1960-69”. European Union, sec. Principles, countries, history, History of the EU [En línea]: http://bit.ly/3wPUcPp [Consulta: 31 de enero, 2023].
[13] Unión Europeo, “Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE)”. Unión Europea, sec. Instituciones, leyes, presupuesto, Instituciones y organismos, Perfiles de instituciones y órganos, ed. Español [En línea]: http://bit.ly/3RJ0tq1 [Consulta: 31 de enero, 2023].
[14] European Union Law, “Reparto de competencias en la Unión Europea”. European Union Law (24 de febrero, 2022) [En línea]: http://bit.ly/3WWVvXr [Consulta: 1 de febrero, 2023].
[15] Ángel Ubide, “La refundación de la Unión Europea”. El País (24 de septiembre, 2022), sec. Negocios, ed. América-México [En línea]: http://bit.ly/3RxrSeb [Consulta: 1 de febrero, 2023].
[16] Centro Alemán de Información para Latinoamérica, “Europa es nuestro futuro, y ese futuro está en nuestras manos”. Centro Alemán de Información para Latinoamérica (29 de agosto, 2022) [En línea]: http://bit.ly/3xaZeXb [Consulta: 1 de febrero, 2023].
[17] Luis Arroyo Martínez, “Europa necesita un relato”. El País (6 de noviembre, 2008), sec. Opinión, ed. América-México [En línea]: http://bit.ly/3HyKJ3Y [Consulta: 1 de febrero, 2023].
[18] Ministerio de Relaciones Exteriores-Gobierno de Colombia, “Sistema de la Integración Centroamericana (SICA)”. Ministerio de Relaciones Exteriores-Gobierno de Colombia, sec. Política Exterior, Mecanismos de Concertación e Integración Regionales [En línea]: http://bit.ly/3JDcFX9 [Consulta: 1 de febrero, 2023].
[19] Isabella Cota, “América Latina y el eterno debate sobre la integración económica”. El País (25 de enero, 2023), sec. Economía, ed. América-México [En línea]: http://bit.ly/3JG7Mwr [Consulta: 1 de febrero, 2023].
[20] Diana Calderón, “Malcolm Deas: “No hay uniformidad en la izquierda de América Latina, ni un ejemplo de éxito para imitar””. El País (28 de enero, 2023), sec. Elecciones Colombia 2022, ed. América-México [En línea]: http://bit.ly/40n5jwS [Consulta: 1 de febrero, 2023].
[21] Banco Interamericano de Desarrollo, “La voz latinoamericana: percepciones sobre integración regional y comercio: febrero 2022”. Banco Interamericano de Desarrollo (febrero, 2022), sec. Publicaciones [En línea]: http://bit.ly/3Yp6H0l [Consulta: 1 de febrero, 2023].
[22] Niara Galarraga Gortázar, Antonia Laborde et al., “La batalla más dividida por presidir el BID”. El País (12 de noviembre, 2022), sec. Internacional, ed. América-México [En línea]: https://bit.ly/3ju4y4t [Consulta: 1 de febrero, 2023].
[23] I. Cota, op. cit.
[24] Comisión Económica para América Latina y el Caribe, “Alicia Bárcena reiteró su llamado a enfrentar con mayor integración regional las profundas asimetrías observadas entre los países desarrollados y en desarrollo en su capacidad de respuesta ante la crisis”. Comisión Económica para América Latina y el Caribe (11 de febrero, 2022), sec. Comunicado de Prensa, ed. Español [En línea]: http://bit.ly/3X173c8 [Consulta: 1 de febrero, 2023].
[25] Sergio Díaz-Granados, “Los nuevos retos de la integración latinoamericana”. Pensamiento Iberoamericano, 11 (2021), pp. 69-77 [En línea]: https://bit.ly/3jqww10 [Consulta: 1 de febrero, 2023].
[26] D. Calderón, op. cit.