Un llamado a la paz en Ucrania

En la madrugada del 24 de febrero, Ucrania informó que columnas de tropas rusas cruzaron sus fronteras terrestres y desembarcaron en la costa desde los mares Negro y Azov. Según un asesor de su oficina presidencial, se produjeron combates en las regiones de Sumy, Kharkiv, Kherson, Odessa y en un aeropuerto militar cerca de Kiev. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, calificó esta acción como un “ataque no provocado e injustificado”. El jefe de asuntos exteriores de la Unión Europea (UE), Josep Borrell, dijo que “estas son algunas de las horas más oscuras de Europa desde la Segunda Guerra Mundial” y Jens Stoltenberg, secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), condenó con fuerza el ataque, que pone en riesgo incontables vidas civiles”.[1]

Lo que señala el presidente ruso, Vladimir Putin, es que su “operación militar” busca desmilitarizar pero “no ocupar” Ucrania y que su objetivo es proteger a las personas de las regiones separatistas de Donetsk y Lugansk, que están sufriendo “discriminación y genocidio”. Por su parte, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, declaró la ley marcial, cerró el espacio aéreo del país, llamó a las reservas militares y pidió a sus ciudadanos abandonar Rusia.[2]

Después de varias semanas de múltiples esfuerzos diplomáticos de la Unión Europea, Estados Unidos, vecinos de los países en conflicto, la Organización del Tratado del Atlántico Norte, llamadas, videoconferencias y visitas a Ucrania y Rusia, ¿cómo llegamos aquí, a este punto que parece sin retorno? Hay dos temas a subrayar. Primero, la situación en las regiones separatistas prorrusas del Donbás y, segundo, el planteamiento de revisar la expansión de la OTAN hacia el este.

El conflicto en el Donbás

Como he señalado en otro momento, Ucrania representa lo que Huntington llamó el choque de las civilizaciones, ya que conviven dos sociedades: una mayoría católica afín a los valores occidentales y el resto más oriental, cercano a Rusia. En el 2014, se pensaba que el siguiente paso para Ucrania era firmar un tratado con la Unión Europea o, incluso, entrar a la OTAN. Sin embargo, para Rusia esta era una acción que amenazaba su seguridad; así que, en respuesta, se extendió a Crimea, una península autónoma en el sur de Ucrania con fuertes lealtades rusas, con el argumento de defender los intereses ciudadanos de quienes le son cultural y lingüísticamente afines.

 

 

También inició su apoyo a las provincias separatistas Dunetsk y Lugansk, que integran la región del Donbás en el este ucraniano, que ahora el presidente Putin busca “defender de los atropellos de Kiev”. El Kremlin, tras reconocer la independencia de estas provincias el 21 de febrero pasado, estableció acuerdos de colaboración militar con estas regiones.

Hace ocho años, occidente no reconoció ni aceptó el movimiento ruso en Crimea e impuso sanciones económicas, sin mucha efectividad para modificar el curso de acción. Por otra parte, para detener el conflicto en el este de Ucrania, en septiembre de 2014, se suscribieron los Acuerdos de Minsk entre rebeldes prorrusos y las fuerzas de Kiev, pero sus resultados han sido magros.[3] Este documento otorgaba amplia autonomía a las provincias separatistas, pero reconocía que seguían siendo parte de Ucrania.

En el Donbás, según datos oficiales, habitan al menos 640,000 personas con pasaportes rusos.[4] En múltiples ocasiones Rusia ha acusado a Kiev de intentar capturar esta región, pero Ucrania lo ha negado.[5] El director general del Consejo Ruso de Asuntos Exteriores ha dicho que Moscú quiere disuadir la tentación de Kiev de desviarse de los acuerdos de Minsk.[6]

La cuestión de la OTAN

En el 2008, en la 20ª cumbre de la OTAN, se acordó que los antiguos Estados soviéticos de Ucrania y Georgia se convertirían en miembros de la alianza occidental, pero ante la oposición de Rusia –y falta de consenso interno– no se definió una hoja de ruta ni un plan de acción.[7] Están abiertos a la posibilidad de extender la membresía, pero no se han establecido acciones concretas para que esto ocurra.

Rusia ha afirmado durante mucho tiempo, que Estados Unidos rompió una garantía que hizo en 1990 de que la OTAN no se expandiría más hacia el este. Hay diferentes interpretaciones sobre lo que se prometió exactamente al entonces líder soviético, Mijaíl Gorbachov. Lo cierto es que varios países de Europa central y oriental, que formaban parte de la Unión Soviética o de su esfera de influencia, han ingresado a la Alianza y cuatro de ellos –Polonia, Lituania, Letonia y Estonia– tienen fronteras con Rusia. Moscú argumenta que esta expansión y la presencia de tropas y equipo militar cerca de sus fronteras es una amenaza directa a su seguridad, son armas ofensivas en su contra.[8]

La OTAN no ha establecido acciones concretas para extenderle su membresía a Ucrania. Lo que sí ha pasado es que se ha generado una colaboración estrecha para fortalecer las capacidades ucranianas a través de asistencia técnica y financiamiento en temas de seguridad.[9] La internacionalista Beata Wojna comenta que el apoyo de la OTAN tras el ataque a Ucrania se va a dar en tres ejes: envío de armas y cooperación militar, fortalecimiento del flanco del este de Europa para responder si el conflicto se llegara a extender a territorio aliado y ayuda humanitaria, como la recepción de refugiados, que ya ha comenzado a ocurrir en Polonia.

 

 

La búsqueda de un nuevo orden en Europa

Moscú argumenta que su avance en Ucrania obedece a la búsqueda por garantizar su seguridad y proteger a las provincias del Donbás.[10] Sin embargo, algunos analistas señalan que el propósito puede ser establecer una nueva arquitectura de seguridad para Europa después de la caída de la Unión Soviética, que alejaría a la Alianza Atlántica y mantendría bajo su esfera de influencia a los países que antes integraban la Unión.[11]

Pese a que ha habido ataques en múltiples puntos de Ucrania, el ministro de Exteriores Sergei Lavrov ha comentado que no se han agotado los esfuerzos diplomáticos.[12] De hecho, los mandatarios de Ucrania y Rusia han dejado ver cierta posibilidad de iniciar conversaciones, probablemente en Bielorrusia.

Hay algunos acontecimientos que pudieron acelerar el movimiento militar esta semana, como la suspensión de la certificación del gasoducto ruso por parte de Alemania, el costo de mantener las tropas inactivas o el incidente en un kínder en la región del Donbás, que Rusia atribuyó a Ucrania. Moscú ha reiterado que “no tuvo más remedio que intervenir” para defender a la población acosada en las repúblicas separatistas.

Por otra parte, el efecto de disuasión de las sanciones para modificar el avance militar ruso no ha funcionado. Tampoco la amenaza del uso de la fuerza de los aliados en territorio de la OTAN. En este sentido, el apoyo de China será muy importante para amortiguar los costos de las nuevas medidas que se impongan. Moscú también sabe que occidente pagará un precio alto por ello.[13] En ese sentido, Estados Unidos ha sido, al momento, cuidadoso de no imponer sanciones que pudieran poner el riesgo el suministro energético.

 

 

Con relación a los esfuerzos diplomáticos de las últimas semanas, el presidente Putin manifestaba que Estados Unidos y Europa no estaban haciendo caso a sus preocupaciones principales,[14] es decir la expansión de la OTAN, la renuncia al despliegue de sistemas de armas de ataque cerca de las fronteras rusas y el regreso de la infraestructura militar del bloque en Europa a como estaba en 1997.[15]

Un efecto probablemente no anticipado del conflicto es que la Alianza del Atlántico ha recobrado fuerza para garantizar la seguridad en la zona.  La operación militar de Rusia en Ucrania puede acelerar el resultado que menos desea Moscú: una OTAN más grande y fuerte. Incluso algunos países a lo largo o cerca de la periferia rusa que aún no pertenecen a la OTAN pueden considerar seriamente unirse o intensificar sus esfuerzos para hacerlo.[16]

Ya estamos observando algunos efectos económicos por el conflicto: aumentos de precios de gas y petróleo, movimiento en bolsas, que probablemente desencadenarán un proceso inflacionario. La directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, advirtió que la guerra en Ucrania tendrá repercusiones en la recuperación económica mundial. Esto si el conflicto permanece limitado. Al momento, se observan algunas señales incipientes de que podría iniciar un diálogo entre Rusia y Ucrania, en sitio por confirmar. Es momento de hacer todos los esfuerzos diplomáticos posibles para encontrar una salida pacífica al conflicto.

 

ricardomonreala@yahoo.com.mx

Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA

 

 

Fuentes

[1] Al Jazeera, “Timeline: Putin attacks Ukraine – how it happened”. Al Jazeera (24 de febrero de 2022) sec. Russia – Ukraine Crisis [En línea]: https://bit.ly/3vk7jJo  [consulta: 24 de febrero, 2022]

[2]María R. Sahuquillo, “Rusia lanza un ataque por tierra, mar y aire contra Ucrania y se acerca a la capital”. El País (24 de febrero de 2022) sec. Internacional Ed. México [En línea]: https://bit.ly/3IikQ7V  [consulta: 24 de febrero, 2022].

[3]Europa Press, “Despliegue militar y tensión política: las claves de la situación en Ucrania”. Europa Press (20 de enero de 2022) sec. Internacional [En línea]: https://bit.ly/3gqytWg [consulta: 2 de febrero, 2022].

[4]María R. Sahuquillo, “Rusia advierte a Ucrania sobre el riesgo de una guerra a gran escala en el Este”. El País (12 de abril de 2021) sec. Internacional, ed. México [En línea]: https://bit.ly/3opPbJy  [consulta: 27 de enero, 2022].

[5]Matthew Chance y Laura Smith-Spark, “Tensión entre Rusia y Ucrania”. CNN (9 de diciembre de 2021), sec. Mundo [En línea]:  https://cnn.it/3LaH1yB [consulta: 28 de enero, 2022].

[6]Ídem.

[7]Dan Sabbagh, “Cómo una promesa a medias de la OTAN alimentó la crisis de Ucrania”. El Diario (28 de diciembre de 2021), sec. Internacional, colaboración con The Guardian [En línea]: https://bit.ly/3B0oiRz  [Consulta: 1 de febrero, 2022].

[8]Andrea Rizzi, “Europa, campo de batalla en la lucha para un nuevo orden mundial“. El País (16 de enero de 2022) sec. Internacional, ed. México [En línea]:  https://bit.ly/3GupLAT  [consulta: 2 de febrero, 2022].

[9]Idem.

[10] Giorgi Shaishmelashvili  “Russia´s permanent War against Georgia”. Foreign Policy Research Institute (2 de marzo de 2021) Black Sea Strategy Papers [En línea]: https://bit.ly/3hbzemv  [consulta: 24 de febrero, 2022].

[11]María R. Sahuquillo, “Vladímir Putin, el gran desestabilizador“. El País (12 de febrero de 2022) sec. Internacional, ed. México [En línea]:  https://bit.ly/356G3Dh [Consulta: 24 de febrero de 2022]

[12]Javier G. Cuesta, “Putin acusa a EE UU de ignorar sus principales demandas en la crisis de Ucrania”. El País (1 de febrero de 2022) sec. Internacional, ed. México [En línea]: https://bit.ly/3sf3zp7  [consulta: 2 de febrero, 2022].

[13] Editorial Board, “No Justification for a Brazen Invasion”. The New York Times (23 de febrero de 2022) sec. Opínion [En línea]:  https://nyti.ms/35riHYY   [consulta: 24 de febrero, 2022].

[14]“Ukraine crisis: Russia ‘not optimistic’ but will keep talking with west – live coverage”. The Guardian (27 de enero de 2022) Sec. mundo [En línea]:  https://bit.ly/3B2vfS7 [consulta: 1 de febrero, 2022].

[15]Nathan Hodge, Uliana Pavlova y Darya Tarasova, “Vladimir Putin says the West has ‘ignored’ Russia’s key concerns over Ukraine”. CNN (1 de febrero, 2022) sec. Europa [En línea]: https://cnn.it/3rr958U  [consulta: 1 de febrero, 2022].

[16]James Hershberg, “Putin Is Repeating the USSR’s Mistakes the Wrong Lessons of History”. Foreign Affairs (24 de febrero, 2022) [En línea]: https://fam.ag/3M1OMa  [consulta: 24 de febrero de 2022].