Un mundo más justo y saludable
La pandemia de COVID-19 sorprendió al mundo en su periodo de mayor desigualdad. Desde 1980, con la implementación del modelo neoliberal, hemos experimentado una gran concentración de poder económico y también político en muy pocas manos. De acuerdo con la llamada curva del elefante de las desigualdades mundiales 1980-2018, el uno por ciento más acaudalado de la población mundial aumentó en un 240 por ciento su poder adquisitivo. Además, al término del mismo periodo, la participación en los ingresos nacionales del 10 por ciento de la población con mayores ingresos rebasó el 50 por ciento en varias regiones del mundo.
En ese contexto, el pasado 7 de abril conmemoramos el Día Mundial de la Salud, que para este año adoptó como tema la construcción de un mundo más justo, equitativo y saludable. Tanto la Organización Mundial de la Salud como la Organización Panamericana de la Salud advirtieron que las desigualdades que reveló la crisis sanitaria atentan contra este derecho humano, e instaron a líderes mundiales a trabajar de manera cercana con las comunidades afectadas, adoptando medidas dentro y fuera del sector salud, para solucionar las condiciones de desigualdad, recopilar datos confiables, aumentar la inversión en atención primaria de salud y reforzar los mecanismos internacionales de cooperación.
Para América Latina, considerada como la región del mundo con mayor desigualdad de ingresos en el Informe Sobre Desarrollo Humano 2019, los estragos de la pandemia también fueron mayores que en otras zonas del planeta. De acuerdo con el Panorama Social de América Latina 2020, la región latinoamericana y el Caribe son de las más afectadas por el nuevo coronavirus, ya que a pesar de contribuir únicamente con el 8.4 por ciento a la población mundial, en diciembre de ese año concentraban el 18.6 por ciento de los contagios acumulados de COVID-19, y el 27. 8 por ciento de las muertes por causa de este padecimiento.
De manera contraria a la receta de endeudamiento que en el pasado dañó las finanzas públicas de México, el gobierno que encabeza el presidente López Obrador siguió el mandato popular de austeridad republicana y combate a la corrupción, para hacer frente a los retos de la pandemia sin aumentar ni crear nuevos impuestos. Además, en coordinación con el Congreso de la Unión, se creó el Instituto de Salud para el Bienestar, que ya brinda atención al 35.5 por ciento de las personas afiliadas en el país; se establecieron nuevas normas de etiquetado, con el fin de brindar información relevante para la salud de las personas consumidoras; se reguló el teletrabajo, para generar certidumbre laboral durante el confinamiento, y se otorgó la Medalla Belisario Domínguez al personal del Sistema Nacional de Salud, en reconocimiento de su heroica labor.
Comprender que la pandemia nos golpeó a todas y todos, pero no de la misma manera, permitirá diseñar políticas públicas de control y recuperación que prioricen la disminución de inequidades, como uno de sus principales objetivos. También, a nivel internacional, debemos recordar que “nadie estará seguro hasta que todos estemos seguros”, por lo que el proceso de vacunación tiene que ser democrático, lo mismo al interior de las fronteras nacionales que fuera de ellas, erradicando la politización y la discriminación de los servicios de salud.
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