Unión económica latinoamericana

La propuesta de crear una unión económica latinoamericana es el camino correcto para actualizar el sueño bolivariano de un continente fuerte, integrado y con justicia social.

Simón Bolívar propuso la integración de las naciones latinoamericanas, recién independizadas de España, en una confederación en la que privaran la felicidad, la seguridad y la estabilidad para toda su población. A este proyecto se le llamó “sueño bolivariano” (1810).

Desde entonces, diversos proyectos e instituciones han lanzado iniciativas para la gran integración del continente latinoamericano, con resultados disímbolos.

En la recientemente celebrada VI Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), el presidente Andrés Manuel López Obrador lanzó una propuesta similar a la de Simón Bolívar, pero con un ingrediente adicional importante: sumar a Canadá y Estados Unidos en un gran bloque económico del continente americano, con la visión y la experiencia similar a la que dio origen a la Comunidad Económica Europea, y que convirtió al Viejo Continente en potencia mundial, junto con los países asiáticos y América del Norte.

La propuesta es histórica, porque proviene de un presidente identificado con los principios socialdemócratas de izquierda, porque presenta una opción más completa que los proyectos integracionistas inspirados en el neoliberalismo económico, y porque demuestra que las posturas nacionalistas del presidente de México no son proteccionistas ni autárquicas, sino ante todo unificadoras y regionalizadoras.

El sueño bolivariano obedece a una gran intuición económica: la dependencia estructural de las antiguas colonias españolas puede ser superada si entre todas ellas forman una región económica donde el mercado de materias primas, mano de obra, inversión de capital y financiamiento del desarrollo surja en su mayor parte de las naciones que la integran. Tal como nacieron económicamente la Unión Europea y la región Asia-Pacífico.

Tres décadas de neoliberalismo no rompieron con la dependencia económica de las naciones latinoamericanas. Al contrario, fomentaron una especie de neocolonialismo dentro de la globalización económica planetaria. Los tratados de libre comercio no fomentaron la diversificación de los mercados en la región, sino la concentración del comercio exterior en un solo polo económico.

El caso de México es ilustrativo al respecto. Somos una de las naciones con mayor número de tratados de libre comercio suscritos en el planeta, pero el 80 por ciento del intercambio comercial lo realizamos con una sola potencia.

Por ello, la propuesta de crear una unión económica latinoamericana es el camino correcto para actualizar el sueño bolivariano de un continente fuerte, integrado y con justicia social.

Pareciera un sinsentido hablar de integrar a Canadá y Estados Unidos en esta unión “latinoamericana”, pero recordemos que la población hispana en Estados Unidos es ya la primera minoría étnica, y en Canadá está en proceso de consolidarse.

Con la propuesta del presidente AMLO, México recupera su papel estratégico geopolítico de ser un puente, una bisagra y un eje articulador entre la América anglosajona del norte y la América hispanoportuguesa de Centro y Suramérica. Entre la América desarrollada al norte del río Bravo y la América secularmente subdesarrollada, que logró su libertad e independencia política hace más de dos siglos, pero no así su libertad e independencia económica.

En este sentido, la propuesta del presidente de México es una actualización del sueño bolivariano que no debe pasar desapercibida.

 

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