Vacuna, economía y política

La vacuna reforzará todos estos indicadores que nos permiten concluir que la pandemia no acabó con la economía ni con el gobierno, como era la apuesta de muchos.

Con al menos tres prototipos de vacuna a la vista, la pandemia de COVID-19 empezará a ser domada de manera sostenida. Será el momento también de evaluar la respuesta que dieron los gobiernos de los países que la padecieron, y de empezar a diseñar una política de salud pública sostenible, que integre todas las piezas sueltas sobre las cuales esta enfermedad encontró un territorio fértil.

La primera lección es que los dilemas salud o trabajo, salud o educación, salud o libertades, salud o derechos humanos, son falsos dilemas. Sin salud no hay ninguno de los demás bienes públicos. Entonces, preservar y proteger la salud pública es igual de importante que el derecho al trabajo, a la educación, a la seguridad y a la libertad.

La segunda lección es que los confinamientos con mejores resultados fueron los que se hicieron de manera preventiva, usando temprana y masivamente pruebas, cubrebocas y tecnologías de la información y de la comunicación (TIC), desde aplicaciones en los celulares hasta el big data y herramientas similares. Tener o no la banda 5G hizo la diferencia en este rubro.

La tercera lección es que los países con una sólida infraestructura médica, hospitalaria y de medicamentos sortearon mejor la pandemia que aquellos donde se acumuló desde la falta de personal de salud (médicos, médicas, enfermeras y enfermeros especialistas) hasta el déficit de camas y ventiladores de terapia intensiva.

La cuarta lección es disponer de una política de salud pública que contemple la nutrición como una medida preventiva sistémica y de alcance prolongado. Donde abunda la llamada “comida chatarra” predominan las proclividades a contraer enfermedades que minan masivamente la salud de la población, como EPOC o diabetes, entre otras.

Pero, además de las medidas de salud pública, habrá que contemplar las medidas económicas y políticas en los parámetros de evaluación.

El Gobierno de México siguió una política económica diferente de la mayoría de los países que enfrentaron la pandemia. En lugar de endeudarse para inyectar recursos a las empresas y corporaciones, la administración federal no ha contraído deuda, sino que ha incrementado la recaudación fiscal directa y extendido una red de protección social a través de entregas directas de apoyo a la población más vulnerable en términos de edad, ocupación laboral y posición en la estructura social.

Con la mitad del cuerpo laboral metido en la informalidad y el 60 por ciento de la población económicamente activa ganando hasta tres salarios mínimos, la inyección de apoyos directos a las y los beneficiarios, sin mediación de estructuras burocráticas, sociales o políticas, permitió aumentar el impacto directo de los apoyos gubernamentales. Es importante destacar que esta red social de amortiguamiento de los efectos de la crisis sanitaria se tendió y tejió sin deuda pública.

El parámetro político habrá que medirlo por el porcentaje de aceptación, acuerdo y calificación que la ciudadanía otorga al presidente AMLO. Con el 62 por ciento de aprobación nacional y una calificación de 7 (en escala de uno a 10), la administración federal ha sorteado lo peor de la pandemia.

La vacuna reforzará todos estos indicadores que nos permiten concluir que la pandemia no acabó con la economía ni con el gobierno, como era la apuesta de muchos.

 

ricardomonreala@yahoo.com.mx

Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA