Vamos bien, no bajemos la guardia

Cuando China tuvo que cerrar su economía a causa del COVID-19, las ensambladoras de automóviles y de otros productos alrededor del mundo empezaron a enfrentar dificultades para poder mantener sus niveles de producción, e inmediatamente los mercados bursátiles comenzaron a experimentar caídas que los obligaron a cerrar actividades durante días enteros. En ese momento, la mayoría de los países se dio cuenta de que, además de tener que solucionar un problema de salud pública, el mundo tendría que empezar a proponer soluciones para hacer frente a la crisis económica que la pandemia está ocasionando.

En el caso de México, la prioridad del gobierno de la República ha sido proteger la salud de toda la población, objetivo que, como lo muestran las estadísticas oficiales, está teniendo buenos resultados hasta el momento. La segunda dimensión de la crisis, la económica, ha sido atendida con responsabilidad. En congruencia con los postulados del proyecto que ha sido democráticamente electo, las primeras en ser protegidas de los estragos de la emergencia han sido las personas más vulnerables, aquellas que normalmente eran olvidadas durante los tiempos difíciles y a quienes el mercado no podía socorrer.

Ahora bien, si se analizan las políticas económicas y fiscales llevadas a cabo en el mundo para tratar de evitar el colapso de las economías y lograr su reactivación, se podría decir que en general se están implementando alrededor de cuarenta medidas distintas. Dentro de este número de iniciativas, las cinco más comunes son: 1) la extensión de la presentación de declaraciones de impuestos y el aplazamiento de pago de obligaciones fiscales; 2) los bonos sociales; 3) la no suspensión de servicios por falta de pago; 4) el apoyo a líneas de crédito para empresas y personas, y 5) subsidios a los salarios.

Aunque ésta es una simplificación de lo que en el mundo se está realizando, este breve análisis sugiere que las políticas implementadas por México, al tiempo que buscan proteger a las personas que día con día tienen que ganarse la vida, están en concordancia con lo que se está haciendo a nivel mundial. En el país se han flexibilizado las fechas para presentar declaraciones de impuestos, así como para cumplir con obligaciones tributarias. Una de las bases de la protección a la economía ha sido adelantar y fortalecer los apoyos sociales. Además, se están otorgando créditos a la palabra a empresas de los sectores formal e informal, lo que sirve para brindarles liquidez, permitiéndoles cubrir los salarios de sus trabajadores y trabajadoras durante la pandemia.

Es cierto que hasta el momento no se sabe con exactitud cuál será el impacto económico causado por la pandemia, pero lo que sí es claro es que el gobierno de la República, actuando con sensatez y congruencia, está obteniendo buenos resultados. Las políticas enfocadas a proteger la salud han logrado aplanar la curva y las políticas económicas están protegiendo a quienes menos tienen, además de que se están ampliando para blindar la economía nacional en la medida de lo posible. Aún falta mucho tramo por andar; no se puede cantar victoria y no debemos bajar la guardia, pero los resultados obtenidos hasta el momento son, sin duda, esperanzadores.

 

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