Versión estenográfica del mensaje del senador Ricardo Monreal Ávila, coordinador del Grupo Parlamentario de Morena, en la inauguración de la Reunión Plenaria del Grupo Parlamentario de Morena en el Senado de la República

Buenos días, compañeros senadores, compañeras senadoras.

La autonomía del Poder Legislativo es un propósito y un fin invariable para consolidar una auténtica división de poderes y un contrapeso sano en la función del Estado.

La existencia de un Senado equilibrador y ponderado, garantiza construir un sistema normativo acorde con la realidad e indispensable para enfrentar los desafíos del México de hoy y del México del futuro. Sólo así se puede asegurar que no cometamos excesos a través de acciones metaconstitucionales por parte de órganos autónomos u otros Poderes de la Unión, cualquier otro ente público, nacional o extranjero.

Nuestra responsabilidad, compañeros y compañeras, es enorme, y la historia definirá y describirá nuestro desempeño. Quienes formamos parte de esta Legislatura debemos sentirnos orgullosos y orgullosas, pues dimos paso a la agenda más importante de los últimos tiempos, y la cual constituye un cambio profundo.

Entre otras acciones, durante las dos Legislaturas que nos han correspondido, hemos aprobado 34 reformas constitucionales, algunas de ellas con varios artículos de la Carta Magna, reformados. Y de las 34 reformas, 22 han sido aprobadas por unanimidad.

Además, se aprobó la creación de 48 leyes nuevas y hemos reformado 511 ordenamientos, que ya están vigentes. Además, aprobamos 720 nombramientos y 40 instrumentos internacionales.

Esta agenda fue llevada a las urnas y representó nuestro ideario y nuestra oferta electoral. También se trató de la agenda presentada por el hoy presidente de la República, el licenciado Andrés Manuel López Obrador, en las tres ocasiones en que contendió por esa alta responsabilidad.

Orgullosamente podemos afirmar que nosotros, senadoras y senadores de Morena, y aliados, hemos cumplido con nuestro compromiso: ningún instrumento jurídico nacional, ningún tratado internacional, ningún nombramiento planteado como prioritario por el Ejecutivo Federal, quedó pendiente. La mayoría de estos asuntos fueron aprobados por unanimidad o por una mayoría calificada.

Nos restan dos años en nuestra función; continuaremos con el mismo ánimo y la misma energía del primer día.

Pertenecer a este poder en esta etapa, es muy significativo y muy gratificante. Sólo cumpliendo a la población que nos eligió, observando los principios de nuestro movimiento, respetando la Constitución y manteniéndonos fieles a estos principios, así como a los anhelos de un México más justo, igualitario y digno; podremos seguir dignificando a la patria y recobrando la confianza y el respeto de la sociedad, como órgano legislativo y parlamentario.

Este periodo, como la guerra de Independencia, la de Reforma y la Revolución, pasará a la historia. De nuestra labor dependerá de qué manera sea recordados el Senado y quienes lo integramos.

Debemos seguir esforzándonos, para que se nos reconozca como una expresión política que cambió para bien el país, para vencer la intriga, el desdén y la indiferencia. Nuestra congruencia, valor y amor por México serán los medios para asegurar que en la historia de nuestro país se nos otorgue el lugar que nos corresponde, en la dimensión apropiada.

Recuerdo los debates del Congreso Constituyente de 1856, en el que participaron legisladores de la talla de Ponciano Arriaga, José María Castillo Velasco, Valentín Gómez Farías, José María Mata, Melchor Ocampo, Isidoro Olvera, Francisco Zarco, entre muchos otros, inició la discusión sobre la pertinencia de suprimir al Senado, pues, a su juicio, la esencia de este órgano era aristócrata y no derivaba del pueblo.

Tenían razón, pues, quienes lo integraban emanaban no de la elección popular, sino de la designación directa de las legislaturas estatales y e se fue constituyendo y convirtiendo en un órgano aristócrata, en donde algunos grupos ostentaban el poder para seleccionar a quienes defendieran sus intereses y que actuaban como poder superior, subordinados los representantes y los pueblos.

Ésas fueron las razones por las cuales los liberales impulsaron y lograron que el Senado se suprimiera en la Constitución de 1857 hasta 1874, pues, a su juicio, se había convertido el Senado en una Cámara de nulidades.

Le reprochaban al Senado ser la oposición ciega y sistemática, la rémora incontrastable a todo progreso y reforma, en vez de representar la igualdad de derechos y los intereses legítimos de los estados.

Esos tiempos han quedado atrás. El Senado que conformamos en 2018 pasará a la historia como el primero que verdaderamente está integrado por hombres y mujeres que no representan interés alguno, más que el de las personas que nos eligieron.

Además de ser las y los protectores del federalismo en el país, ésta es la primera ocasión en que hemos conformado una Cámara paritaria, integrada por personas con legitimidad moral y profesional.

Nuestro Grupo Parlamentario no está compuesto por quienes fueron los preferidos de los poderosos, sino por quien el pueblo eligió: profesionales de la medicina, de la docencia, del derecho; líderes sindicales, luchadoras sociales, políticos, empresarios, empresarias, académicos. Todas y todos emanamos del apoyo popular que el electorado nos dio en las urnas, encabezado por la fuerza y el arrastre, como nunca, de un Presidente popular, candidato popular, el licenciado Andrés Manuel López Obrador.

Por eso, debemos aprovechar esta etapa histórica en la que no sólo somos partícipes, sino constructores.

Tenemos que honrar nuestra convicción federalista, nuestro pensamiento progresista, nuestro anhelo independentista.

No importa si la incomprensión temporal de otros poderes o personas te distingue. La historia lo compensará y tu conciencia estará en paz.

Cumplamos, fortalezcamos la República manteniendo la unidad. No olvidemos nuestro origen y nuestro compromiso con la población.

Reconozco públicamente y agradezco que el Presidente de México no ha intervenido en nuestra responsabilidad, sino que en los hechos ha demostrado su respeto a la autonomía de nuestra Cámara, lo que ha permitido que actuemos con libertad, pero también con responsabilidad y colaboración.

Si nos respetamos entre nosotros y nosotras; si nos respetamos a nosotros mismos, nos respetarán las demás personas y comprenderán que somos legisladores de la Patria, pero también que somos procuradoras y procuradores sociales de nuestros pueblos, gestores de las necesidades de nuestras regiones, facultadas, a las que no podemos renunciar.

Estas atribuciones de carácter político y material, deben de conservarse. No podemos renunciar a ellas, pues hacerlo significaría defraudar la confianza de los millones de mujeres y hombres que nuestros pueblos, nuestros estados, nuestras regiones, depositan sus esperanzas por satisfacer una necesidad colectiva.

Quienes conformamos los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, tenemos una colaboración plena.

Quienes conforman el Poder Ejecutivo -secretarios y directores-, deben actuar como lo hace el Ejecutivo Federal, con mayor sensibilidad y atención a las causas y demandas de la población que les planteamos. Alejarnos, sería un error que nos llevaría a un punto sin retorno.

Concluyo diciendo: Que ha sido para mí un honor poder compartir con ustedes estos primeros cuatro años de trabajos legislativos realizados por el Senado.

En todas y todos ustedes, se refleja la convicción de entregar un mejor país que el que recibimos; de cumplirles al pueblo, de ser el mejor Senado que México haya tenido.

Este debe ser un espacio en el que debatamos para poder fortalecer nuestro andar en el camino de la transformación, pues como señalaba Melchor Ocampo: “La experiencia no se adquiere por la simple acumulación de años, sino por la reflexión de los sucesos”.

Sigamos por esta ruta y que ésta sea una jornada que nos permita prepararnos para cumplir con nuestra responsabilidad futura.

A todos y a todas les deseo dicha y bienestar.

Le quiero agradecer a la senadora Olga Sánchez Cordero, que nos haya ofrecido la comida, como ven, al fondo. Ella invitó a los restaurantes para ofrecernos la comida mexicana, con este bonito escenario, “estampa mexicana”. Muchas gracias, Presidenta.