Versión estenográfica del mensaje del senador Ricardo Monreal Ávila, presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República, en el evento de conmemoración del Día Nacional de la Oratoria
De Esparta, de Atenas, de Roma, la oratoria y la comunicación eran fundamentales. Incluso, en los Consulados, los cónsules o los senadores romanos, era un signo de distinción el que sus hijos y sus hijas se prepararan en la oratoria.
La oratoria en efecto, es una llave no sólo para la comunicación, sino para la vida. La oratoria te da seguridad, te da prestancia, te da tranquilidad. Y la oratoria es un camino de acceso fácil para poder ocupar espacios en el trabajo, en la escuela, en la actividad profesional. Por eso me alegra bastante que estén aquí.
Quizás sin la oratoria nosotros no estaríamos aquí. Es tan importante este instrumento, que es nuestro principal instrumento, sin poder expresar una idea, un principio, un valor, no podríamos nosotros comunicarnos con la sociedad.
Por eso, la oratoria es implícita al trabajo del legislador. Los grandes legisladores, Pericles, Marco Tulio, Séneca, Polibio, Maquiavelo, Montesquieu, Rousseau, Benham, Locke, eran grandes oradores.
Cristo, Jesucristo, que para mí era un legislador impresionante, aparte de su filosofía humanista, era un gran orador. Jesucristo se sentaba y convocaba a multitudes, predicaba el Evangelio, era escuchado, respetado, aun cuando tenía su disidencia en el Sanedrín, la Casa de su Padre.
Entonces, a lo que nos dedicamos este día, es a conmemorar el Día de la Oratoria, y ustedes son agraciados, porque muchos y muchas les gusta esta actividad y esta profesión, este oficio de ser oradores y oradoras.
Hace años, cuando yo inicié la política, más de 40, la oratoria se fue esfumando. En las escuelas ya no se practicaba la oratoria y prácticamente eras autodidacta.
Nosotros nos reuníamos, un grupo de estudiantes de Secundaria, y leíamos en voz alta a Neruda, a Darío, a López Velarde, y declamabas la Fuensanta o la Suave Patria; pero era más el entusiasmo juvenil de reunirnos y recitar. Aunque era oratoria.
Luego en la Preparatoria leíamos ya a temprana edad, a Lenin, a Marx, a Engels; porque yo provenía de una escuela Preparatoria popular y los maestros nos enseñaban a deliberar abierta y directamente con otros alumnos.
Era una escuela más viva. Ahí aprendí, desde temprana edad, y la oratoria me encantó. Porque como decía esta jovencita que nos acaba de expresar con ánimo y entusiasmo, como es una oradora y cómo ganó este concurso; les puedo decir que a mí me ha ayudado a abrir muchos caminos y muchas puertas en mi vida pública.
Puedes enfrentarte a cualquier auditorio. Maquiavelo recomendaba que cuando tenías crisis con las multitudes, te pusieras tu mejor traje y salieras a enfrentarlo con oratoria. Y, esas eran recomendaciones al príncipe.
Y cuando comentaba los discursos de Tito Livio, también comentaba en las lecciones: no tengan temor, enfréntense a la peor adversidad, aunque la multitud esté enardecida, pueden acallar con una buena oratoria esas pasiones que debes enfrentar.
Aquí las enfrento todos los días en el Senado. Aquí es pasión, dinamismo, y lamentablemente en ocasiones hasta insultos. Esa no es oratoria.
Los gritos, las descalificaciones, los adjetivos, eso no es oratoria. La oratoria es un arte de construir frases hiladas, de construir ideas, de argumentar. Esa es la verdadera oratoria. Y sólo se da cuando se lee y se estudia.
No es cierto que el orador solamente se aprenda de memoria el discurso que va a pronunciar en ese momento, ¡no! El verdadero orador se enfrenta a cualquier circunstancia, a cualquier auditorio, a cualquier adversidad, y sólo la inteligencia, el conocimiento general te puede sacar adelante en dificultades y en momentos críticos, pero lo puedes hacer. Y por eso me alegra que estén aquí en el Senado mexicano.
Este concurso que cada año hacen, deben seguirlo haciendo. Había un concurso en “El Universal” hace muchos años, que logró fama, luego se suspendió y ustedes lo sustituyeron en este Instituto. Pero debería ser, como aquí se ha expresado, una materia obligatoria en todas las escuelas primarias del país.
Era un timbre de orgullo la oratoria en la antigua Roma, en Grecia; debatían en los plebiscitos, votaban en asambleas abiertas, deliberaban y debatían. Por eso los grandes oradores son reconocidos universalmente.
En la Revolución Francesa, Robespierre, el incorruptible, y Danton, y Talleyrand, y Marat, eran verdaderos genios de la oratoria. Los propios emperadores, Claudio César y hasta Nerón, eran maestros de la palabra. No quiero que repitan los ejemplos de algunos de ellos, pero era impresionante la forma en que construían sus frases, hilaban su pensamiento y convencían al pueblo sobre lo que ellos querían.
Los grandes oradores tienen esa habilidad y esa virtud: conducir, conducir pueblos enteros. Moisés era otro gran orador. Salomón y David, todos ellos en la humanidad han demostrado capacidad. Y recientemente Churchill, en el Parlamento Británico. Luego en sus memorias todo mundo pensaba que improvisaba y decía Churchill: “¡no! Yo no improviso. Yo me aprendo el discurso que voy a pronunciar otro día. Y estoy frente al espejo -decía él- y me miro, y como si estuviera frente al Parlamento”.
La oratoria no se improvisa. No es cierto que la oratoria sea de improvisados. La oratoria es de hombres y mujeres con cultura y con formación.
Por eso los felicito, las felicito. Yo quería saludarlos, ya me extendí. Pero les deseo a todos prosperidad, buena suerte y que cada año nos reunamos, o antes del año, para seguir aprendiendo a ser oradores, para poder seguir nutriéndonos de la buena oratoria.
Hay un viejo refrán muy popular, pero no, no se los voy a decir. Dicen; a las jovencitas, nosotros ya no. Pero decían en la escuela: “¿Por qué estás en la oratoria? ¿Por qué te gusta López Velarde? ¿Por qué eres Lopezvelardiano?” Y alguno que no estaba en el grupo, en el taller, decía: “Es que dicen que rollo mata galán.”
Pero lo hacía con el ánimo de lastimarnos. La verdad es que sí teníamos suerte cuando utilizabas expresiones correctas en una conversación inteligente, con una compañera, un compañero, y sí se sorprendían.
Pero luego otro dijo: “eso no sirve, porque si bien es cierto que rollo mata galán; cartera mata galán y rollo…” Bueno, pero ya veremos.
Bienvenidos de nuevo. Me da mucho gusto saludarlos. Que les vaya muy bien. Nos vemos otro día.